jueves, 12 de febrero de 2015

Lección 07 | Influencia regeneradora del Espíritu Santo


El Espíritu Santo busca morar en cada alma. Si se le da la bienvenida como a un huésped honrado, los que lo reciban serán hechos completos en Cristo. La buena obra que ha sido comenzada, será terminada; pensamientos santos, afectos celestiales y acciones semejantes a las de Cristo reemplazarán a los pensamientos impuros, los sentimientos perversos y los actos rebeldes(Eventos de los Últimos Días, pág. 160).

SOMETIMIENTO A LA VOLUNTAD DE DIOS
1.....¿Qué es estrictamente necesario para que el Espíritu Santo pueda obrar en el corazón y la mente de una persona?
Hebreos 12:9.- Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y vivi­remos?
Ante los creyentes se presenta la maravillosa posibilidad de llegar a ser semejantes a Cristo, obedientes a todos los principios de la ley de Dios. Pero por sí mismo el hombre es absolutamente incapaz de alcanzar esas condiciones. La santidad, que según la Palabra de Dios debe poseer antes de poder ser salvo, es el resultado del trabajo de la gracia divina sobre el que se somete en obediencia a la disciplina y a las influencias refrenadoras del Espíritu de verdad… “Si permanecemos en Cristo, si el amor de Dios habita en el corazón, nuestros sentimientos, pensamientos y acciones estarán de acuerdo con la voluntad de Dios. El corazón santificado está en armonía con los preceptos de su leyEl Señor desea que todos sus hijos sean felicesllenos de paz y obedientes. Mediante el ejercicio de la fe el creyente llega a poseer esas bendiciones. Mediante ella puede ser suplida cada deficiencia del carácter, cada contaminación purificada, cada falta corregida, cada excelencia desarrollada” (Hechos de los Apóstoles, págs. 421, 450).

2.....¿Qué ejemplo de las Sagradas Escrituras ilustra cómo el corazón del hombre es moldea­do por el Espíritu de Dios?
Jeremías 18:6.- ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel.
El Señor Jesús actúa mediante el Espíritu Santo, pues éste es su re­presentante. Por su medio infunde vida espiritual en el alma, avivando sus energías para el bien, limpián­dola de la impureza moral y dándole idoneidad para su reino. Jesús tiene grandes bendiciones para otorgar, ricos dones para distribuir entre los hombres. Es el Consejero maravillo­so, infinito en sabiduría y fuerza, y si queremos reconocer el poder de su Espíritu y someternos a ser amolda­dos por él, nos haremos completos en él. ¡Qué pensamiento es éste! En Cristo ‘habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros es­táis completos en él’ (Colosenses 2:9, 10). El corazón humano nunca conocerá la felicidad hasta que se someta a ser amoldado por el Espíritu de Dios. El Espíritu conforma el alma renovada al modelo, Jesucristo. Mediante la influencia del Espíritu, se transforma la enemistad hacia Dios en fe y amor, el orgullo en humildad. El alma per­cibe la belleza de la verdad” (Maravillosa Gracia de Dios, pág. 196).

3.....¿Qué cambio ocurre en la vida de una persona cuando se so­mete a Él?
2 Corintios 5:17.- De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
No podéis cambiar vuestro corazón, ni dar por vosotros mismos sus afec­tos a Dios; pero podéis escoger servir­le. Podéis darle vuestra voluntad, para que Él obre en vosotros tanto el querer como el hacer, según su voluntad. De ese modo vuestra naturaleza entera estará bajo el dominio del Espíritu de Cristo, vuestros afectos se concentra­rán en Él y vuestros pensamientos se pondrán en armonía con Él… “Por medio del debido ejercicio de la voluntad, puede obrarse un cam­bio completo en vuestra vida. Al dar vuestra voluntad a Cristo, os unís con el poder que está sobre todo princi­pado y potestad. Tendréis fuerza de lo alto para sosteneros firmes, y rin­diéndoos así constantemente a Dios seréis fortalecidos para vivir una vida nueva, es a saber, la vida de la fe” (El Camino a Cristo, págs. 47, 48).

SINCERIDAD
4.....¿Cómo obra la influencia del Espíritu Santo en un alma convertida?
Salmos 139:23-24.- (23) Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruéba­me y conoce mis pensamientos; (24) Y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno.
Él [Cristo] es la fuente de todo buen impulso. Es el único que puede im­plantar en el corazón enemistad con­tra el pecado. Todo deseo de verdad y pureza, toda convicción de nuestra propia pecaminosidad evidencian que su Espíritu está obrando en nuestro corazón(El Camino a Cristo, pág. 26).
Los que caminan y conversan con Dios practican la mansedumbre de Cristo. En sus vidas, la paciencia, la mansedumbre y el dominio propio están unidos al santo fervor y a la di­ligencia. A medida que avanzan hacia el cielo, se borran los rasgos duros de su carácter y se deja ver la santidad. El Santo Espíritu, lleno de gracia y poder, obra en la mente y el corazón. “El corazón en el cual Cristo hace su mo­rada será vivificado, purificado, guiado y gobernado por el Espíritu Santo, y el agente humano hará enérgicos esfuer­zos para poner su carácter en armonía con Dios. Evitará todo lo que sea contra­rio a la voluntad revelada y a la opinión de Dios(La Maravillosa Gracia de Dios, pág. 206).

5.....¿Qué anhela una persona que desea ser transformada pro­gresivamente?
Filipenses 4:8.- Por lo demás, herma­nos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.
1 Pedro 1:13-16.- (13) Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; (14) como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; (15) sino, como aquel que os llamó es santo, sed tam­bién vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; (16) porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.
La obra de transformación de la im­piedad a la santidad es continua. Día tras día Dios obra la santificación del hombre, y éste debe cooperar con él, haciendo esfuerzos perseverantes a fin de cultivar hábitos correctos. Debe añadir gracia sobre gracia; y mien­tras el hombre trabaja según el plan de adición, Dios obra para él según el plan de multiplicación. Nuestro Salva­dor está siempre listo para oír y con­testar la oración de un corazón contri­to, y multiplica para los fieles su gracia y paz. Gozosamente derrama sobre ellos las bendiciones que necesitan en sus luchas contra los males que los acosan (Hechos Apóstoles, pág. 424).
“Dios no se propone llevar a cabo en lu­gar de nosotros el querer ni el hacer. Su gracia es dada para obrar en nosotros el querer y el hacer, pero nunca como sustituto de nuestro esfuerzo. Nuestro ser debe ser despertado a este trabajo de cooperación. El Espíritu Santo actúa en nosotros para que podamos trabajar en nuestra propia salvación. Esta es la lección práctica que el Espíritu Santo se esfuerza por enseñarnos. ‘Porque Dios es el que obra en vosotros, tanto el querer como el hacer, por su buena voluntad’(The Youth’s Instructor, 20 de agosto 1903) (Mensajes para los Jóvenes, pág. 102).

UN CARÁCTER TRANSFORMADO
6.....¿Qué gran privilegio tienen aquellos que viven con Dios? ¿Qué ejemplo muestran las Escrituras de un corazón transformado por la influen­cia regeneradora del Espíritu Santo?
1 Juan 4:13.- En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu….
1 Juan 3:24.- Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.
Aun Juan, el discípulo amado, el que más plenamente llegó a reflejar la imagen del Salvador, no poseía por naturaleza esa belleza de carácter. No sólo hacía valer sus derechos y ambi­cionaba honores, sino que era impe­tuoso y se resentía bajo las injurias. Sin embargo, cuando se le manifestó el carácter divino de Cristo, vio su pro­pia deficiencia y este conocimiento le humilló. La fortaleza y la paciencia, el poder y la ternura, la majestad y la mansedumbre que vio en la vida diaria del Hijo de Dios, llenaron su alma de admiración y amor. De día en día su corazón era atraído hacia Cristo, hasta que en su amor por su Maestro perdió de vista su propio yo. Su genio renco­roso y ambicioso cedió al poder trans­formador de Cristo. La influencia re­generadora del Espíritu Santo renovó su corazón. El poder del amor de Cris­to transformó su carácter. Tal es el se­guro resultado de la unión con Jesús. Cuando Cristo mora en el corazón, la naturaleza entera se transforma. El Es­píritu de Cristo y su amor enternecen el corazón, subyugan el alma y elevan los pensamientos y deseos a Dios y al cielo” (El Camino a Cristo, pág. 73).

7.....¿Cómo podemos transformar nuestro carácter? ¿Cómo alienta el apóstol Juan a los creyentes?
2 Corintios 3:18.- Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubier­ta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
1 Juan 2:28-29.- (28) Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados. (29) Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él.
Preguntaréis tal vez: “¿Cómo per­maneceremos en Cristo?” Pues, del mismo modo en que le recibisteis al principio. “De la manera, pues, que recibisteis a Cristo Jesús el Señor, así andad en él.” “El justo... vivirá por la fe.”12 Os entregasteis a Dios para ser completamente suyos, para servirle y obedecerle, y aceptasteis a Cristo como vuestro Salvador. No podíais por vosotros mismos expiar vuestros pecados o cambiar vuestro corazón; pero habiéndoos entregado a Dios, creísteis que por causa de Cristo el Señor hizo todo aquello por vosotros. Por la fe llegasteis a ser de Cristo, y por la fe tenéis que crecer en Él, dando y recibiendo. Tenéis que darle todo: el corazón, la voluntad, la vida, daros a Él para obedecerle en todo lo que os pida; y debéis recibirlo todo: a Cristo, la plenitud de toda bendición, para que more en vuestro corazón, sea vuestra fuerza, vuestra justicia, vuestro eterno Auxiliador, y os dé poder para obede­cer (El Camino a Cristo, pág. 69).
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El que vive conforme a los principios de la religión bíblica, no será hallado débil en poder moral. Bajo la influencia enno­blecedora del Espíritu Santo, los gustos e inclinaciones se vol­verán puros y santos. Nada se posesiona tan fuertemente de los afectos, nada penetra tan hondamente en los motivos más profundos de la acción, nada ejerce tan potente influencia sobre la vida, ni da tan grande firmeza y estabilidad al carác­ter como la religión de Cristo. Impulsa a su seguidor siempre hacia arriba, inspirándole nobles propósitos, enseñándole dignidad de porte e impartiendo conveniente dignidad a toda nación” (La Maravillosa Gracia de Dios, pág. 206).
La fe obra por el amor y purifica el alma. Mediante la fe, el Espíritu Santo obra en el corazón para producir allí la santi­dad. Pero esto no puede hacerse, a menos que el instrumen­to humano colabore con Cristo. Sólo podremos ser hechos idóneos para el cielo mediante la obra del Espíritu Santo en el corazón, pues debemos tener la justicia de Cristo como nuestro salvoconducto si hemos de tener acceso al Padre. A fin de que tengamos la justicia de Cristo, necesitamos ser transformados diariamente por la influencia del Espíritu para ser participantes de la naturaleza divina. La obra del Espíritu Santo es elevar los gustos, santificar el corazón, ennoblecer a todo el hombre” (Mensajes Selectos, Tomo 1, pág. 439).




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