jueves, 5 de febrero de 2015

Lección 06 | Transformación de carácter


El Espíritu de Dios actúa en el alma del creyente, capacitándolo para seguir progresando en su obediencia, incrementando su fortaleza, avanzando de gracia en gracia en Jesucristo” (Mensajes Selectos, Tomo 1, p. 439).

ARREPENTIMIENTO
1.....¿Qué conocimiento es esen­cial para que un corazón sea transformado?
Salmos 19:12.- ¿Quién podrá enten­der sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos
Salmos 40:12.- Porque me han rodeado males sin número; Me han alcanzado mis maldades, y no puedo levantar la vista. Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza, y mi corazón me falla…
Salmos 139:24.- Y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno.
Romanos 3:20.- Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.
“… Cuando el corazón cede a la in­fluencia del Espíritu de Dios, la con­ciencia se vivifica y el pecador discier­ne algo de la profundidad y santidad de la sagrada ley de Dios, fundamento de su gobierno en los cielos y en la tierra. ‘La Luz verdadera, que alumbra a todo hombre que viene a este mundo(Juan 1:9), ilumina las cámaras secretas del alma, y quedan reveladas las cosas ocultas. La convicción se posesiona de la mente y del corazón. El pecador reconoce entonces la justicia de Je­hová, y siente terror de aparecer en su iniquidad e impureza delante del que escudriña los corazones. Ve el amor de Dios, la belleza de la santidad y el gozo de la pureza. Ansía ser purificado y restituido a la comunión del cielo(El Camino a Cristo, pág. 24).
“Así debe ser con todos los que con­templan a Jesús. Cuanto más nos acerquemos a él y cuanto más clara­mente discernamos la pureza de su carácter, tanto más claramente ve­remos la extraordinaria gravedad del pecado y tanto menos nos sentiremos tentados a exaltarnos a nosotros mis­mos. Habrá un continuo esfuerzo del alma para acercarse a Dios; una cons­tante, ferviente y dolorosa confesión del pecado y una humillación del co­razón ante él. En cada paso de avance que demos en la experiencia cristiana, nuestro arrepentimiento será más pro­fundo(Los Hechos de los Apóstoles, pág. 448).

2.....¿Cómo reaccionó David cuan­do comprendió su condición de pecador?
Salmos 51:1-4.- (1) Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus pie­dades borra mis rebeliones. (2) Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. (3) Porque yo reconoz­co mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. (4) Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio….
Salmos 51: 9-12.- (9) Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis malda­des. (10) Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. (11) No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu. (12) Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente.
El Espíritu de Dios responderá al cla­mor de cada corazón arrepentido, pues el arrepentimiento es don de Dios y una evidencia de que Cristo atrae al alma hacia él. Así como no podemos arrepentirnos del pecado sin Cristo, tampoco podemos ser perdo­nados sin Cristo
“Muchos se confunden en cuanto a lo que constituye los primeros pasos en la obra de la salvación. Se piensa que el arrepentimiento es una obra que debe hacer por sí mismo el pecador a fin de que pueda ir a Cristo. Se pien­sa que el pecador por sí mismo debe procurar capacitarse para obtener la bendición de la gracia de Dios. Pero si bien es cierto que el arrepentimiento debe preceder al perdón, pues sólo es aceptable ante Dios el quebrantado y contrito de corazón, sin embargo el pecador no puede producir por sí mis­mo el arrepentimiento ni puede pre­pararse para ir a Cristo. A menos que se arrepienta el pecador, no puede ser perdonado. Pero la cuestión a decidir es si el arrepentimiento es obra del pe­cador o es una dádiva de Cristo. ¿Debe esperar el pecador hasta que esté lle­no de remordimiento por su pecado antes de que pueda ir a Cristo? El pri­mer paso hacia Cristo se da gracias a la atracción del Espíritu de Dios. Cuando el hombre responde a esa atracción, avanza hacia Cristo a fin de arrepentir­se” (Mensajes Selectos, Tomo 1, págs. 446, 457).

HACIENDO LA VOLUNTAD DE DIOS
3.....¿Qué busca un alma después que el perdón y la justifica­ción le han sido concedidos?
Salmos 119:33-37.- (33) Enséñame, oh Jehová, el camino de tus estatutos, y lo guardaré hasta el fin. (34) Dame enten­dimiento, y guardaré tu ley, y la cum­pliré de todo corazón. (35) Guíame por la senda de tus mandamientos, porque en ella tengo mi voluntad. (36) Inclina mi corazón a tus testimonios, y no a la avaricia. (37) Aparta mis ojos, que no vean la vanidad; avívame en tu camino.
1 Juan 2:15-17.- (15) No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si al­guno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. (16) Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. (17) Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
“La misma Inteligencia divina que obra en las cosas de la naturaleza habla al corazón de los hombres, y crea en él un deseo indecible de algo que no tie­nen. Las cosas del mundo no pueden satisfacer su ansia. El Espíritu de Dios les suplica que busquen las únicas co­sas que pueden dar paz y descanso: la gracia de Cristo y el gozo de la san­tidad. Por medio de influencias visi­bles e invisibles, nuestro Salvador está constantemente obrando para atraer el corazón de los hombres y llevarlos de los vanos placeres del pecado a las bendiciones infinitas que pueden ob­tener de El” (El Camino a Cristo, pág. 27).

4.....¿Qué cambio se produce en el corazón que recibe el Espíritu Santo?
2 Pedro 1:3, 4.- (3) Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia. (4) Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrup­ción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia.
El Espíritu es el que hace eficaz lo que ha sido realizado por el Redentor del mundo. Por el Espíritu es purificado el corazón. Por el Espíritu llega a ser el creyente partícipe de la naturaleza di­vina. Cristo ha dado su Espíritu como poder divino para vencer todas las tendencias hacia el mal, hereditarias y cultivadas, y para grabar su propio ca­rácter en su iglesia”.
“Cuando el Espíritu de Dios se posesio­na del corazón, transforma la vida. Los pensamientos pecaminosos son pues­tos a un lado, las malas acciones son abandonadas; el amor, la humildad y la paz, reemplazan a la ira, la envidia y las contenciones. La alegría reemplaza a la tristeza, y el rostro refleja la luz del cie­lo. Nadie ve la mano que alza la carga, ni contempla la luz que desciende de los atrios celestiales. La bendición viene cuando por la fe el alma se entrega a Dios. Entonces ese poder que ningún ojo humano puede ver, crea un nuevo ser a la imagen de Dios” (El Deseado de To­das las Gentes, págs. 625, 144).

MEDITANDO EN JESÚS Y ESPERANDO EN ÉL
5.....¿Cómo puede ser transforma­do el hombre a la imagen de Dios?
2 Corintios 3:18.- Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubier­ta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
El Espíritu Santo es el aliento de la vida espiritual. El impartimiento del Espíritu es el impartimiento de la vida de Cristo. Comunica al que lo recibe los atributos de Cristo”.
La religión que proviene de Dios es la única que conducirá a Dios. A fin de servirle debidamente, debemos nacer del Espíritu divino. Esto purificará el co­razón y renovará la mente, dándonos una nueva capacidad para conocer y amar a Dios. Nos inspirará una obe­diencia voluntaria a todos sus requeri­mientos. Tal es el verdadero culto. Es el fruto de la obra del Espíritu Santo. Por el Espíritu es formulada toda oración sincera, y una oración tal es aceptable para Dios. Siempre que un alma anhela a Dios, se manifiesta la obra del Espíritu, y Dios se revelará a esa alma. Él busca adoradores tales. Espera para recibirlos y hacerlos sus hijos e hijas” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 745, 159).

6.....¿Con quién debemos estar constantemente conectados para que se realice una obra de reforma y cambio de ca­rácter en nuestro ser?
Juan 15:5.- Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
Romanos 8:26-27.- (26) Y de igual ma­nera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. (27) Más el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.
Dios no nos pide que hagamos con nuestra propia fuerza la obra que nos espera. Él ha provisto ayuda divina para todas las emergencias a las cuales no puedan hacer frente nuestros recur­sos humanos. Da el Espíritu Santo para ayudarnos en toda dificultad, para for­talecer nuestra esperanza y seguridad, para iluminar nuestra mente y purificar nuestro corazón(Testimonios para la Igle­sia, Tomo 8, pág. 26).
“¡Ojalá que todos se diesen cuenta de que sin Cristo no pueden hacer nada! Los que con él no recogen, desparra­man. Sus pensamientos y acciones no tendrán el carácter debido, y su influen­cia será destruidora del bien. Nuestras acciones tienen una influencia doble, pues afectan a otros tanto como a no­sotros. Esta influencia será una ben­dición o una maldición para aquellos con quienes nos relacionemos. ¡Cuán poco apreciamos este hecho! Las ac­ciones hacen los hábitos y los hábitos el carácter; por lo que si no cuidamos de nuestros hábitos, no estaremos en condiciones de unirnos con los agen­tes celestiales en la obra de salvación, ni listos para entrar en las celestes mansiones que Jesús ha ido a prepa­rar; porque allí no habrá nadie fuera de aquellos que rindieron su voluntad y propósito a la voluntad y propósito de Dios. Aquel cuyo carácter está proba­do, que ha soportado el experimento de la prueba, que es partícipe de la na­turaleza divina, se hallará entre aquellos a quienes Jesús declare bienaventura­dos” (La Educación Cristiana, pág. 407).

7.....¿Qué alcanzará el alma que es guiada por el Espíritu Santo?
1 Tesalonicenses 4:3.- Pues la volun­tad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación.
2 Tesalonicenses 2:13-14.- (13) Pero no­sotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, (14) a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
A los que le piden, Jesús les impar­te el Espíritu Santo, pues es necesario que cada creyente sea liberado de la corrupción, así como de la maldición y condenación de la ley. Mediante la obra del Espíritu Santo, la santificación de la verdad, el creyente llega a ser idóneo para los atrios del cielo, pues Cristo actúa dentro de él y la justicia de Cristo está sobre él. Sin esto, nin­gún alma tendrá derecho al cielo. No disfrutaríamos del cielo a menos que estuviéramos calificados para su santa atmósfera por la influencia del Espíritu y de la justicia de Cristo” (Mensajes Selec­tos, Tomo 1, pág. 462).
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JAH, si mirares a los pecados, ¿Quién, oh Señor, podrá mante­nerse? Salmos 130:3 El que encubre sus pecados no prosperará; más el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia. Proverbios 28:13
Los que son adoptados en la familia de Dios, son transforma­dos por el Espíritu de Dios. La complacencia propia y el amor supremo por el yo son cambiados por la abnegación y el supre­mo amor a Dios. Nadie hereda la santidad por nacimiento, ni por método alguno que pueda idear, llega a ser leal a Dios. Dijo Cristo: Separados de mí nada podéis hacer. Juan 15:5. La justicia hu­mana es como “trapo de inmundicia”. Pero todas las cosas son posibles con Dios. En la fortaleza del Redentor, el hombre débil y propenso al error puede llegar a ser más que vencedor sobre el mal que lo acosa” (Mensajes Selectos, Tomo 1, pág. 364).




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