jueves, 19 de febrero de 2015

Lección 08 | Nuestros cuerpos, templos del Espíritu Santo


El hombre es la hechura de Dios, su obra maestra, creado para un alto y santo propósito; y en cada parte del tabernáculo humano Dios desea escribir su ley. Cada nervio y músculo, cada facultad mental y física debe ser guardada pura. “Dios quiere que el cuerpo sea un templo para su Espíritu. Cuán solemne, enton­ces, es la responsabilidad que descansa sobre cada alma” (La Temperancia, pág. 125).

UNA MORADA PARA DIOS
1.....¿Qué escribió el apóstol Pablo sobre nuestros cuerpos?
1 Corintios 6:15, p.p.- ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?
1 Corintios 6:19-20.- (19) ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vues­tros? (20) Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.
Nuestros cuerpos son la propiedad ad­quirida por Cristo, y no estamos en liber­tad de hacer con ellos como nos parez­ca. El hombre ha hecho esto. Ha tratado su cuerpo como si las leyes que lo rigen no tuvieran ninguna penalidad. Debido al apetito pervertido, sus órganos y facultades se han debilitado, se han en­fermado y se han inutilizado. Y estos resultados que Satanás ha producido con sus propias tentaciones especiosas, los usa para vituperar a Dios. Él presenta ante Dios el cuerpo humano que Cris­to ha comprado como su propiedad; ¡y qué repugnante representación de su Creador es el hombre! Debido a que el hombre ha pecado contra su cuerpo, y ha corrompido sus costumbres, Dios resulta deshonrado(Consejos Sobre el Régimen Alimenticio, pág. 19).

2.....¿Qué consejo dio el apóstol Juan acerca de glorificar a Dios en nuestros cuerpos y emociones?
1 Juan 2:15-17.- (15) No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si al­guno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. (16) Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. (17) Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
“Cuando los hombres y las mujeres se convierten de verdad, respetan con­cienzudamente las leyes de la vida que Dios ha establecido en su ser, y así tra­tan de evitar la debilidad física, mental y moral. La obediencia a estas leyes ha de convertirse en un deber personal. No­sotros mismos debemos sufrir los ma­les producidos por la violación de la ley. Debemos dar cuenta a Dios por nues­tros hábitos y prácticas. Por lo tanto, la pregunta que debemos hacernos no es: ‘¿Qué dirá el mundo?’ sino ‘¿Cómo trataré yo, que pretendo ser un cristia­no, la habitación que Dios me ha dado? ¿Trabajaré para lograr mi más alto bien temporal y espiritual al guardar mi cuerpo como templo para la morada del Espíritu Santo, o me abandonaré a las ideas y prácticas del mundo’”? (Con­sejos Sobre el Régimen Alimenticio, pág. 19).

3.....¿Qué ruega el apóstol Pablo que hagan los hijos de Dios?
Romanos 12:1-2.- (1) Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. (2) No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renova­ción de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena vo­luntad de Dios, agradable y perfecta.
“Dios exige que el cuerpo le sea pre­sentado como sacrificio vivo, no como sacrificio muerto o moribundo. Las ofrendas de los antiguos hebreos debían ser sin tacha, ¿y será agradable para Dios aceptar una ofrenda huma­na llena de enfermedad y corrupción? Él nos dice que nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo; y nos exi­ge que cuidemos este templo, a fin de que sea una habitación adecuada para su Espíritu. El apóstol Pablo nos da esta amonestación: ‘No sois vues­tros, porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios(1 Corintios 6:19, 20). Todos deben ser muy cuidadosos para preservar el cuerpo en la mejor condición de salud posible, a fin de que puedan rendir a Dios un servicio perfecto, y cumplir su deber en la fa­milia y en la sociedad” (Consejos Sobre el Régimen Alimenticio, pág. 22).
La carne, en la cual tiene su morada el espíritu, pertenece a Dios. Cada ten­dón, cada músculo, es suyo. En ningún caso debemos, por descuido o abuso, debilitar un solo órgano. Debemos cooperar con Dios manteniendo el cuerpo en la mejor condición posible de salud, para que sea un templo en el que el Espíritu Santo pueda morar, y amoldar cada facultad física o espi­ritual de acuerdo con la voluntad de Dios” (Mensajes para los Jóvenes, pág. 48).

NUESTRA CONDUCTA
4.....¿Cuál debe ser nuestro obje­tivo al comer, beber o hacer cualquier cosa?
1 Corintios 10:31.- Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.
Colosenses 3:17.- Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
“El pueblo al cual Dios está guiando será peculiar. Sus miembros no serán como el mundo. Pero si siguen la dirección de Dios, realizarán los propósitos del Señor, y rendirán su voluntad a la suya. Cris­to morará en su corazón. El templo de Dios será santo. Vuestro cuerpo, dice el apóstol, es el templo del Espíritu Santo.
Dios no exige que sus hijos se nie­guen a sí mismos para perjuicio de sus fuerzas físicas. Les exige que obedez­can la ley natural, para preservar su salud física. El sendero de la naturale­za es el camino que él señala, y es lo suficientemente ancho para cualquier cristiano. Dios nos ha provisto con mano pródiga de ricas y variadas ben­diciones para nuestra subsistencia y nuestro gozo. Pero para que podamos disfrutar del apetito natural, que pre­servará la salud y prolongará la vida, él restringe el apetito. ´Él dice: Tened cuidado; refrenaos, negaos a satisfacer el apetito antinatural. Si creamos un apetito pervertido, violamos las leyes de nuestro ser, y asumimos la respon­sabilidad por abusar de nuestros cuer­pos y por acarrearnos enfermedades(Consejos Sobre el Régimen Alimenticio, pág. 85).

5.....¿Qué demuestra que mucha gente ignora las consecuen­cias negativas de los estilos de vida que eligieron? ¿Qué pasará con los que no res­peten el templo del Espíritu Santo?
Isaías 56:12.- Venid, dicen, tomemos vino, embriaguémonos de sidra; y será el día de mañana como este, o mucho más excelente
Isaías 22:13.- Y he aquí gozo y alegría, matando vacas y degollando ovejas, comiendo carne y bebiendo vino, diciendo: Comamos y bebamos, porque mañana moriremos.
1 Corintios 3:17 Pp.- Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él;…
El castigo físico por pasar por alto las leyes naturales aparecerá en forma de enfermedad, un organismo arruinado, y aun la muerte. Pero también tiene que hacerse pronto un arreglo con Dios. Él registra cada trabajo, si es para el bien o para el mal, y en el día del juicio cada hombre recibirá de acuerdo con su obra. Cada transgresión de las leyes de la vida física es una transgresión de las leyes de Dios; y el castigo debe seguir, y seguirá a cada una de tales transgre­siones” (La Temperancia, pág. 126).

6.....¿Qué exhortación del apóstol Pablo se aplica hoy y siempre?
1 Corintios 15:33-34.- (33) No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. (34) Velad debida­mente, y no pequéis; porque algunos no conocen a Dios; para vergüenza vuestra lo digo.
Cuando los hombres siguen una con­ducta que consume innecesariamente su vitalidad o entenebrece su intelecto, pecan contra Dios; no lo glorifican en su cuerpo y en su espíritu, que son de Dios. “Sin embargo, a pesar del insulto que el hombre ha inferido a Dios, el amor divino todavía se extiende a la huma­nidad; y él permite que brille la luz, habilitando a los hombres a ver que, a fin de vivir una vida perfecta, deben obedecer las leyes naturales que go­biernan su ser. ¡Cuán importante es, pues, que el hombre ande en esta luz, ejercitando todas sus facultades, tanto las del cuerpo como las de la mente, para la gloria de Dios”! (Consejos Sobre el Régimen Alimenticio, pág. 139).

VIDA ETERNA EN LA MIRA
7.....¿Cuál será el resultado tanto en esta vida como en la eter­nidad si conservamos nuestro cuerpo como el templo del Espíritu Santo?
Colosenses 3:23-24.- (23) Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; (24) sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.
Filipenses 3:20-21.- (20) Más nuestra ciu­dadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; (21) el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.
El templo sagrado del cuerpo debe mantenerse puro y sin contaminación, para que el Espíritu Santo de Dios habite en él. Tenemos que proteger fielmente la propiedad del Señor, porque cualquier abuso de nuestros poderes acorta el tiempo en que nuestras vidas se puedan utilizar para la gloria de Dios. Tened en cuenta que debemos consagrar todo: alma, cuerpo y espíritu a Dios. Nuestro ser entero es su posesión adquirida, y debe ser utilizado de manera inteligen­te, a fin de que podamos preservar el talento de la vida. Al usar correctamente nuestros poderes en toda su extensión, empleándolos en la manera más útil, manteniendo todos los órganos con buena salud, y preservando cada órga­no para que la mente, nervios y músculo trabajen en armonía, podemos hacer el servicio más precioso para Dios. “Cuando hacemos todo lo que pode­mos de nuestra parte para tener salud, entonces podremos esperar benditos resultados, y podremos pedir a Dios con fe que bendiga nuestros esfuer­zos para preservar nuestra salud” (My Life Today, p. 134).
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La casa humana, el edificio de Dios, requiere una estrecha y vigilante custodia... La vida física debe ser cuidadosamen­te educada, cultivada, y desarrollada para que mediante los hombres y las mujeres sea revelada la naturaleza divina en su plenitud. Dios espera que los hombres usen el intelecto que les ha dado. Que empleen cada poder del raciocinio para él. Han de dar a la conciencia el lugar de supremacía que se le ha asignado. Las facultades mentales y físicas, junto con los afectos, tienen que ser cultivados para que puedan alcanzar la más alta eficiencia (La Temperancia, pág. 127).





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