“En toda ocasión y lugar, en todas las tristezas y aflicciones, cuando la perspectiva parece sombría y el futuro nos deja perplejos y nos
sentimos impotentes y
solos, se envía el Consolador en
respuesta a la oración de fe.” (El Deseado de Todas las Gentes, pág.
623).
UN CONSOLADOR PARA LOS HIJOS DE DIOS
1.....¿Qué profecías fueron dadas al pueblo de Dios en tiempos antiguos?
¿Qué nombre maravilloso tendría el futuro Mesías?
Isaías 40:1.- Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios.
Isaías 51:12.- Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es
mortal, y del hijo de hombre, que es como heno?
Isaías 7:14.- Por tanto, el Señor mismo os dará señal:
He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su
nombre Emanuel.
‘Emanuel,
Dios con nosotros’. Esto lo es
todo para nosotros. ¡Qué ancho
fundamento coloca para nuestra fe! ¡Qué
esperanza llena de inmortalidad pone ante el alma creyente! ¡Dios con
nosotros en Cristo Jesús para acompañarnos en cada etapa del viaje al cielo”! (La Maravillosa
Gracia de Dios, pág. 201).
2.....¿Cuál es el privilegio de los hijos de Dios en todo el
mundo?
Hechos 9:31.- Entonces las iglesias tenían paz por
toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando
en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el
Espíritu Santo.
2 Tesalonicenses 2:16-17.- (16)
Y el mismo Jesucristo
Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos
dio consolación eterna y buena esperanza por gracia, (17) conforte vuestros corazones, y os
confirme en toda buena palabra y obra.
“Las
palabras habladas a los discípulos son también para nosotros. El Consolador es tanto nuestro como de
ellos. El Espíritu provee la
fuerza que sostiene en toda emergencia a las almas que luchan y batallan
en medio del odio del mundo y de la comprensión de sus propios fracasos y
errores. En la tristeza y la
aflicción, cuando la perspectiva
parece obscura y el futuro perturbador, y nos sentimos desamparados y solos:
éstas son las veces cuando, en
respuesta a la oración de fe, el Espíritu Santo proporciona consuelo al
corazón” (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 42)
EN TRIBULACIÓN
3.....¿Dónde encontramos ayuda y consuelo en la aflicción?
Salmos 121:1-2.- (1) Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? (2) Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra.
Isaías 41:10.- No temas, porque yo
estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo;
siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.
“No
hay consolador como Cristo, tan tierno y tan leal. Está conmovido por los sentimientos de nuestras debilidades. Su Espíritu habla al corazón. Las circunstancias pueden separarnos de
nuestros amigos; el amplio e inquieto océano puede agitarse entre nosotros
y ellos. Aunque exista su sincera amistad, quizá no puedan demostrarla haciendo
para nosotros lo que recibiríamos con gratitud. Pero ninguna circunstancia ni distancia puede separarnos del Consolador
celestial. Doquiera estemos,
doquiera vayamos, siempre está allí. Alguien que está en el lugar de Cristo para actuar por él. Siempre está a nuestra diestra para
dirigirnos palabras suaves y amables; para asistirnos, animarnos, apoyarnos y consolarnos. La influencia del Espíritu Santo es la
vida de Cristo en el alma. Ese
Espíritu obra en, y por medio de todo aquel que recibe a Cristo. Aquellos en quienes habita este Espíritu revelan
sus frutos: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe” (La Maravillosa
Gracia de Dios, pág. 195).
4.....¿Por qué Jesucristo es capaz de ayudar a toda persona de
una manera muy especial en la debilidad y la aflicción?
Hebreos 2:18.- Pues en cuanto él mismo padeció siendo
tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.
Hebreos 4:15.- Porque no tenemos un sumo sacerdote que
no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue
tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.
“Aunque ascendió a la presencia de Dios y comparte el trono del universo,
Jesús no ha perdido nada de su naturaleza
compasiva. Hoy el mismo tierno y simpatizante corazón está abierto a
todos los pesares de la humanidad… “En
todas nuestras pruebas, tenemos un Ayudador que nunca nos falta. Él no nos deja solos para que luchemos con
la tentación, batallemos contra el mal, y seamos finalmente aplastados por las
cargas y tristezas. Aunque ahora esté oculto para los ojos mortales, el oído de la fe puede oír su voz que dice:
No temas; yo estoy contigo. Yo soy ‘el que vivo, y he sido muerto; y
he aquí que vivo por siglos de siglos’ (Apocalipsis 1:18). He soportado vuestras tristezas,
experimentado vuestras luchas, y hecho frente a vuestras tentaciones. Conozco vuestras lágrimas; yo también
he llorado. Conozco los
pesares demasiado hondos para ser susurrados a ningún oído humano. No
penséis que estáis solitarios y desamparados. Aunque en la tierra vuestro
dolor no toque cuerda sensible alguna en ningún corazón, miradme a mí, y
vivid. ‘Porque los montes se moverán, y
los collados temblarán; más no se
apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz vacilará, dijo Jehová,
el que tiene misericordia de ti’ (Isaías 54:10)” (El Deseado de
Todas las Gentes, pág. 446).
DESCANSO,
CONSUELO Y TRANSFORMACIÓN
5.....¿Qué experimentamos cuando buscamos consuelo en Cristo
después de haber sido mal interpretados o decepcionados por la gente?
Mateo 11:28.- Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré
descansar.
Salmos 94:19.- En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, Tus consolaciones alegraban mi alma.
“Jesús
conoce las circunstancias que rodean a cada alma. Tú puedes decir: Soy pecador, muy pecador. Puedes serlo; pero
cuanto peor seas, tanto más necesitas a Jesús. Él no se aparta de ninguno que llora contrito. No dice a
nadie todo lo que podría revelar, pero ordena a toda alma temblorosa que
cobre aliento. Perdonará libremente a todo aquel que acuda a él en busca de
perdón y restauración”. El Deseado de Todas las Gentes, pág. 521.
6.....¿Cuál es el resultado si aprendemos a encontrar ayuda en
Jesús y permitimos que el Espíritu Santo haga su obra?
Hebreos 12:2.- Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió
la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono
de Dios.
Tito 3:5.- Nos salvó, no por obras
de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia,
por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu
Santo.
“Mirando
constantemente a Jesús con el ojo de la fe, seremos fortalecidos. Dios hará las revelaciones más preciosas a
sus hijos hambrientos y sedientos. Hallarán
que Cristo es un Salvador personal. A medida que se alimenten de su Palabra, hallarán que es espíritu y
vida. La Palabra destruye la naturaleza terrenal y natural e imparte
nueva vida en Cristo Jesús. El Espíritu
Santo viene al alma como Consolador. Por
el factor transformador de su gracia, la imagen de Dios se reproduce en el
discípulo; viene a ser una
nueva criatura. El amor
reemplaza al odio y el corazón recibe la semejanza divina” (El Deseado de
Todas las Gentes, pág. 355).
“El Espíritu Santo, el Consolador, el que Jesús dijo que enviaría al
mundo, es el que transforma nuestro carácter a la imagen de Cristo; y
cuando esto se realiza reflejamos, como un espejo, la gloria del Señor” (God’s Amazing
Grace, p. 246).
7.....¿Qué produce la presencia del Espíritu Santo en nosotros?
Describe cuán grande es esa transformación
2 Corintios 3:17-18.- (17)
Porque el
Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí
hay libertad. (18) Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en
un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en
la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
“Contemplar
a Cristo significa estudiar su vida tal como se presenta en su Palabra.
Debemos cavar para encontrar la verdad
como si fuera un tesoro escondido. Debemos
fijar los ojos en Cristo. Cuando lo recibimos como nuestro Salvador
personal, nos da valor para acercarnos al trono de la gracia. Mediante la contemplación nos
transformamos, y nos asemejamos moralmente al perfecto en carácter. Al
recibir su justicia imputada mediante el poder transformador del Espíritu
Santo, llegamos a ser semejantes a él.
Albergamos la imagen de Cristo y ella se
apodera de todo nuestro ser... “El Espíritu Santo, el Consolador, el que
Jesús dijo que enviaría al mundo, es el que transforma nuestro carácter a la
imagen de Cristo; y cuando esto se realiza reflejamos, como un espejo,
la gloria del Señor” (God’s Amazing Grace, p. 96, 246).
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Si no me ayudara Jehová, pronto moraría mi
alma en el silencio…
Sea ahora tu misericordia para consolarme, conforme a lo que has dicho a tu
siervo. Salmos 94:17; 119:76
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor
Jesucristo,
Padre de misericordias y Dios de toda
consolación, el cual nos consuela
en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a
los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con
que nosotros somos consolados por Dios. Porque de la manera que abundan en
nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo
nuestra consolación. 2 Corintios 1:3-5
“En todas nuestras pruebas, tenemos un
Ayudador que nunca nos falta. El
no nos deja solos para que luchemos con la tentación, batallemos contra el mal,
y seamos finalmente aplastados por las cargas y tristezas. Aunque ahora
esté oculto para los ojos mortales, el oído de la fe puede oír su voz que dice:
No temas; yo estoy contigo. Yo soy “el que vivo, y he sido muerto; y he aquí
que vivo por siglos de siglos’ (Apocalipsis 1:18). He soportado
vuestras tristezas, experimentado vuestras luchas, y hecho frente a vuestras
tentaciones. Conozco vuestras lágrimas; yo también he llorado. Conozco los pesares demasiado hondos para
ser susurrados a ningún oído humano. No
penséis que estáis solitarios y desamparados. Aunque en la tierra vuestro
dolor no toque cuerda sensible alguna en ningún corazón, miradme a mí, y vivid.
‘Porque los montes se moverán, y los collados temblarán; más no se apartará de
ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz vacilará, dijo Jehová, el que tiene
misericordia de ti’” (Isaías 54:10)” (Deseado de Todas
las Gentes, pág. 446).
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