lunes, 29 de diciembre de 2014

Lección 01 | La promesa del Espíritu Santo


La promesa del Espíritu Santo no se limita a ninguna edad ni raza. Cristo de­claró que la influencia divina de su Espíritu estaría con sus seguidores hasta el fin. Desde el día de Pentecostés hasta ahora, el Consolador ha sido enviado a todos los que se han entregado plenamente al Señor y a su servicio. A todo el que ha aceptado a Cristo como Salvador personal, el Espíritu Santo ha venido como consejero, santificador, guía y testigo. Cuanto más cerca de Dios han andado los creyentes, más clara y poderosamente han testificado del amor de su Redentor y de su gracia salvadora” (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 40).

LOS PROFETAS HABLAN
1.....¿Qué gran promesa fue hecha al pueblo de Dios siglos antes de la era cristiana?
Ezequiel 39:29.- Ni esconderé más de ellos mi rostro; porque habré de­rramado de mi Espíritu sobre la casa de Israel, dice Jehová el Señor.
Isaías 44:3.- Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos.
No tenía excusa la ceguera de Israel en cuanto a la regeneración. Bajo la inspiración del Espíritu Santo, Isaías había escrito: ‘Todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justi­cias como trapo de inmundicia’. David había orado: ‘Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio; y renueva un espíritu recto dentro de mí’. Y por medio de Ezequiel había sido hecha la promesa: ‘Y os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi espíritu, y haré que andéis en mis mandamientos(Isaías 64:6; Salmos 51:10; Ezequiel 36:26, 27) (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 145).

2.....¿Qué predijo la profecía sobre los efectos de esta gran lluvia de bendiciones?
Joel 2:28-29.- (28) Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. (29) Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.
Isaías 44:4.- Y brotarán entre hierba, como sauces junto a las riberas de las aguas.
“Si esta profecía de Joel se cumplió parcialmente en los días de los após­toles, estamos viviendo en una época en que debe ser evidentemente aún más manifiesto para el pueblo de Dios. Él concederá su espíritu a su pueblo para que así se conviertan en una luz en medio de las tinieblas morales; y una gran luz se reflejará en todas las partes del mundo. Que nuestra fe pueda incrementarse y que el Señor obre poderosamente con su pueblo(Manuscrito 49, 1908) (Seventh-day Adventist Bi­ble Commentary, vol. 4, p. 1175).

PROMESA REPETIDA POR JESÚS
3.....¿Qué declaró Jesús con res­pecto a todos los que creen en Él? ¿Cómo reafirmó la pro­mesa de su maravilloso don a sus discípulos?
Juan 7:38-39.- (38) El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. (39) Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.
Juan 14:16-17.- (16) Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: (17) el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.
Cuando Cristo dio a sus discípulos la promesa del Espíritu, se estaba acer­cando al fin de su ministerio terrenal. Estaba a la sombra de la cruz, con una comprensión plena de la carga de culpa que estaba por descansar sobre él como portador del pecado. Antes de ofrecerse a sí mismo como víctima destinada al sacrificio, instru­yó a sus discípulos en cuanto a la dá­diva más esencial y completa que iba a conceder a sus seguidores: el don que iba a poner al alcance de ellos los recursos inagotables de su gra­cia. ‘Y yo rogaré al Padre–dijo él–y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce: más vosotros le conocéis; porque está con vosotros, y será en vosotros’ (Juan 14:16, 17). El Salvador estaba señalando adelante al tiem­po cuando el Espíritu Santo ven­dría para realizar una obra poderosa como su representante. El mal que se había estado acumulando duran­te siglos, habría de ser resistido por el divino poder del Espíritu Santo(Los Hechos de los Apóstoles, pág. 39).

4.....¿Qué les dio Jesús en su pri­mera aparición justo después de su resurrección? Antes de darles el Espíritu Santo, ¿qué comisión les encomendó?
Juan 20:21-23.- (21) Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. (22) Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. (23) A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos.
Dios quiere que estéis en una situa­ción tal que él pueda soplar sobre vo­sotros el Espíritu Santo, y que Cristo pueda habitar en el corazón. Él desea que al comienzo de esta reunión de­pongáis cualquier resto de controver­sia, o de lucha, o disensión, o murmu­ración que hayáis estado llevando. Lo que necesitamos es mucho más de Cristo y nada del yo. El Salvador dice: ‘Separados de mí nada podéis hacer’”... (Mensajes Selectos, Tomo 3, pág. 385).

PREPARACIÓN A TRAVÉS DE LA ORACIÓN Y LA UNIDAD
5.....¿Qué instrucciones recibieron para experimentar la promesa del Padre? ¿Cómo llevaron a cabo estas indicaciones?
Lucas 24:49.- He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investi­dos de poder desde lo alto.
Hechos 1:4-14.- (4) Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jeru­salén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. (14) Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos.
Antes de dejar a sus discípulos, Cristo ‘sopló, y díjoles: Tomad el Espíritu San­to’. Otra vez dijo:He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros(Juan 20:22; Lucas 24:29). Sin embargo, este don no fue recibido en su plenitud hasta después de la ascensión. No fue recibido el derramamiento del Espíritu hasta que, mediante la fe y la oración, los discípulos se consagraron plena­mente para efectuar la obra de Cristo. Entonces, en un sentido especial, los bienes del cielo fueron entregados a los seguidores de Cristo. ‘Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres’. ‘A cada uno de nosotros es dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo’, y el Es­píritu reparte ‘particularmente a cada uno como quiere’ (Efesios 4:8, 7; 1 Corin­tios 12:11). Los dones ya son nuestros en Cristo, pero su posesión verdade­ra depende de nuestra recepción del Espíritu de Dios(Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 263).

PRESENCIA DEL ESPÍRITU SANTO Y PODER DEL MENSAJE
6.....¿Qué recibirían los discípu­los cuando el Espíritu Santo viniese a ellos? ¿Qué efecto tendría su presencia en sus predicaciones?
Hechos 1:8.- Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
La presencia visible de Cristo esta­ba por serles quitada a los discípulos, pero iban a recibir una nueva dotación de poder. Iba a serles dado el Espíritu Santo en su plenitud, el cual los sella­ría para su obra. ‘He aquí—dijo el Sal­vador, —yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros: más vosotros asentad en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de potencia de lo alto’ (Lucas 24:49). ‘Porque Juan a la verdad bautizó con agua, más vo­sotros seréis bautizados con el Espíritu Santo no muchos días después de és­tos’. ‘Más recibiréis la virtud del Espíri­tu Santo que vendrá sobre vosotros; y me seréis testigos en Jerusalén, y en toda Judea, y Samaria, y hasta lo últi­mo de la tierra’ (Hechos 1:5, 8)(The Acts of the Apostles, pp. 30, 31).

7.....¿Cuándo y dónde se cum­plió la maravillosa promesa del Espíritu Santo? ¿Experi­mentaron los discípulos este poder cuando predicaron el mensaje?
Hechos 2:1-4, 43, up.- (1) Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. (2) Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; (3) y se les aparecieron lenguas reparti­das, como de fuego, asentándose so­bre cada uno de ellos. (4) Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenza­ron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. (43) Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles.
Hechos 4:33.- Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abun­dante gracia era sobre todos ellos.
“¿Cuál fue el resultado del derrama­miento del Espíritu en el día de Pente­costés? Las alegres nuevas de un Sal­vador resucitado fueron llevadas a las más alejadas partes del mundo habita­do. Mientras los discípulos proclama­ban el mensaje de la gracia redentora, los corazones se entregaban al poder de su mensaje. La iglesia veía afluir a ella conversos de todas direcciones. Los apóstatas se reconvertían. Los pe­cadores se unían con los creyentes en busca de la perla de gran precio. Al­gunos de los que habían sido los más enconados oponentes del Evangelio, llegaron a ser sus campeones. Se cum­plió la profecía: ‘El que entre ellos fue­re flaco,... será como David: y la casa de David... como el ángel de Jehová’ (Zacarías 12:8). Cada cristiano veía en su hermano una revelación del amor y la benevolencia divinos. Un solo interés prevalecía, un solo objeto de emula­ción hacía olvidar todos los demás. La ambición de los creyentes era revelar la semejanza del carácter de Cristo, y trabajar para el engrandecimiento de su reino.
“… Gracias a estas labores fueron aña­didos a la iglesia hombres escogidos que, al recibir la palabra de verdad, consagraron sus vidas al trabajo de dar a otros la esperanza que llenaba sus corazones de paz y gozo. No podían ser refrenados ni intimidados por ame­nazas. El Señor hablaba por su medio, y mientras iban de un lugar a otro, pre­dicaban el Evangelio a los pobres, y se efectuaban milagros de la gracia divina(Los Hechos de los Apóstoles, pág. 40).
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Únicamente a aquellos que esperan humildemente en Dios, que velan para tener su dirección y gracia, se da el Espíritu. El poder de Dios aguarda que ellos lo pidan y lo reciban. Esta bendición prometida, reclamada por la fe, trae todas las demás bendiciones en su estela” (El Deseado de todas las gentes pág. 47).






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