“Jesús
amó siempre a los niños. Aceptaba
su simpatía infantil, y su amor franco
y sin afectación. La agradecida
alabanza de sus labios puros era música para sus oídos y refrigeraba su
espíritu cuando estaba oprimido por el trato con hombres astutos e hipócritas.
Donde quiera que fuera el Salvador, la benignidad de su rostro y sus modales
amables y bondadosos le granjeaban el amor y la confianza de los niños” (El Deseado de Todas las Gentes, pág.
473).
LA CONSIDERACIÓN CON LOS NIÑOS
1. ¿Cómo consideraban los escribas y fariseos los gritos y cantos
de hosannas de los niños en el templo? ¿Están de acuerdo las escrituras con
esta evaluación de alabanzas al Salvador?
Mateo 21:15, 16.- Pero los
principales sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David!
se indignaron, y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les dijo: Sí; ¿nunca
leísteis: De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza?
Salmos 8:2.- De la boca de los niños
y de los que maman, fundaste la fortaleza, A causa de tus enemigos, Para hacer callar
al enemigo y al vengativo.
“Cuando Jesús se acercó a
Jerusalén, seguido de alegres muchedumbres que, con gritos de triunfo y ondeando palmas, le aclamaron Hijo de David,
los fariseos envidiosos le intimaron
para que hiciese callar al pueblo; pero Jesús contestó que todo eso se realizaba en cumplimiento de la profecía,
y que si la gente callaba las mismas
piedras clamarían. El pueblo, intimidado
por las amenazas de los sacerdotes y de los escribas, dejó de lanzar aclamaciones de júbilo al entrar por las puertas de
Jerusalén; pero en los atrios del
templo los niños reanudaron el canto y, agitando sus palmas, exclamaban:
‘¡Hosanna al Hijo de David!’ (Mateo 21:8-16).
Cuando los fariseos, con amargo descontento, dijeron a Jesús: ‘¿Oyes lo
que éstos dicen?’ el Señor contestó: ‘Sí: ¿nunca leísteis: De la boca de los
niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza?' Así como Dios actuó por conducto de los niños en tiempo del primer
advenimiento de Cristo, así
también intervino por medio de ellos para proclamar el mensaje de su segundo
advenimiento. Y es que tiene que
cumplirse la Palabra de Dios que dice que la proclamación de la venida del
Salvador debe ser llevada a todos los pueblos, lenguas y naciones” (El Conflicto de los Siglos, págs.
417, 418).
APRECIACIÓN DE JESÚS POR LOS NIÑOS
2. ¿Qué comparación hizo Jesús cuando los discípulos
discutían sobre quién de ellos sería el mayor? ¿Cómo valoraba Él a los niños a
diferencia de los discípulos y escribas?
Marcos 9:33-37.- Y llegó
a Capernaum; y cuando estuvo en casa, les preguntó: ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino? Mas ellos callaron; porque en el camino habían disputado entre sí, quién había
de ser el mayor. Entonces él se
sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si
alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos. Y tomó a un niño, y lo puso en medio de
ellos; y tomándole en sus
brazos, les dijo: El que reciba
en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que a mí me recibe, no
me recibe a mí sino al que me envió.
“Aquellos que poseen el
espíritu de Cristo no tendrán ninguna ambición de ocupar una posición por
encima de sus hermanos. Los que
se ven a sí mismos pequeños se contabilizarán grandes ante los ojos de Dios.
“Y tomó a un niño, lo puso en medio de ellos, y cuando Él lo había tomado en
sus brazos, les dijo: Cualquiera que reciba a uno de estos niños en mi nombre,
a mí me recibe; y cualquiera que me recibe, no me recibe a mí, sino al que me
envió (versículos 36, 37)” (The Sanctified Life, págs. 55, 56).
“Es todavía verdad que los
niños son más susceptibles a las enseñanzas del Evangelio; sus corazones están abiertos a las
influencias divinas, y son fuertes para retener las lecciones recibidas. Los
niñitos pueden ser cristianos y tener una experiencia de acuerdo con sus años.
Necesitan ser educados en las cosas
espirituales, y los padres deben darles todas las ventajas a fin de que
adquieran un carácter semejante al de Cristo” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 475).
3.
¿Cómo oró Jesús a Su Padre en relación a la sinceridad y voluntad
de los niños? De acuerdo al espíritu de profecía, ¿qué vio Él en los niños que
le trajeron para que los bendijera?
Mateo 11:25.- En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste
estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.
“Las verdades escondidas a los
sabios y los prudentes se revelan a los niños. La hermosura y el encanto de la verdad que no disciernen los sabios del
mundo se presentan constantemente
a quienes, movidos por un espíritu
sencillo como el de un niño,
desean conocer y cumplir la voluntad de Dios. Discernimos la verdad
cuando llegamos a participar de la naturaleza divina” (El Discurso Maestro de Jesucristo, pág. 27).
“En los niños que eran puestos
en relación con él, Jesús veía a los hombres y mujeres que serían herederos de
su gracia y súbditos de su reino, algunos
de los cuales llegarían a ser mártires por su causa. Él sabía que estos niños le escucharían y aceptarían como su
Redentor con mayor facilidad que los adultos, muchos de los cuales eran sabios en las cosas del mundo y de corazón
endurecido. En su enseñanza, Él descendía a su nivel. El, la Majestad del cielo, no desdeñaba contestar sus preguntas y
simplificar sus importantes lecciones para adaptarlas a su entendimiento infantil.
Implantaba en sus mentes semillas de
verdad que en años ulteriores brotarían y darían fruto para vida eterna” (Deseado Todas las Gentes, págs. 474, 475).
EL DESEO DE LAS MADRES POR SUS HIJOS
4.
Teniendo gratitud de haber estado con el Señor, ¿qué
noble deseo tenían algunas madres en relación a sus hijos? ¿Estamos hoy
presentando constantemente a nuestros hijos en oración ante el altar del Señor,
para que Él los guie y los bendiga?
Lucas 18:15, primera parte.- Traían a él los niños para que los tocase.
Mateo 19:13, primera parte.- Entonces le fueron presentados unos niños, para
que pusiese las manos sobre ellos, y orase.
“Entre los judíos era
costumbre llevar a los niños a algún rabino, a fin de que les impusiese las manos para bendecirlos…” (El Deseado de Todas las Gentes, pág.
473).
“Acudan las madres a Jesús con
sus perplejidades. Hallarán
gracia suficiente para ayudarles en la dirección de sus hijos. Las puertas están abiertas para toda
madre que quiera poner sus cargas a los pies del Salvador. El que dijo:
‘Dejad los niños venir a mí, y no los
impidáis,’ sigue invitando a las madres a conducir a sus pequeñuelos
para que sean bendecidos por Él. Aun el
lactante en los brazos de su madre, puede morar bajo la sombra del Todo poderoso
por la fe de su madre que ora. Juan
el Bautista estuvo lleno del Espíritu Santo desde su nacimiento. Si queremos vivir en comunión con Dios,
nosotros también podemos esperar que el
Espíritu divino amoldará a nuestros pequeñuelos, aun desde los primeros
momentos” (Deseado Todas las
Gentes, pág. 474).
NECESIDAD DE SENSIBILIDAD CRISTIANA
5.
¿Estaba Jesús complacido con la manera que los discípulos
trataban a los niños? ¿Estamos a través de nuestras palabras y acciones trayendo
los niños y jóvenes a Jesús o los estamos alejando?
Mateo 19:13, última parte.- y los discípulos les reprendieron.
Lucas 18:15.- Traían a él los niños para que los tocase; lo cual viendo los discípulos, les
reprendieron.
Marcos 10:14, primera parte.- Viéndolo Jesús, se indignó.
“… los discípulos pensaban que
el trabajo del Salvador era demasiado importante para ser interrumpido de esta
manera. Cuando venían las madres
a Él con sus pequeñuelos, los discípulos las miraban con desagrado. Pensaban que esos niños eran demasiado
tiernos para recibir beneficio de una visita a Jesús, y concluían que su
presencia le desagradaba. Pero los discípulos eran quienes incurrían en su
desagrado. El Salvador comprendía los
cuidados y la carga de las madres que estaban tratando de educar a sus hijos de
acuerdo con la Palabra de Dios. Había
oído sus oraciones. El mismo las había atraído a su presencia” (El Deseado de Todas las Gentes, pág.
473).
ATENCIÓN ESPECIAL PARA LOS NIÑOS Y
JÓVENES
6.
¿Qué tan dispuesto estaba Jesús de dar su atención a los niños,
considerándolos como potenciales candidatos para el cielo? ¿De qué manera
deberíamos recibir el reino de Dios?
Mateo 19:14.- Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los
tales es el reino de los cielos.
Marcos 10:15.- De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un
niño, no entrará en él.
“Una madre con su hijo había
dejado su casa para hallar a Jesús. En
el camino habló de su diligencia a una vecina, y ésta quiso también que Jesús
bendijese a sus hijos. Así se
reunieron varias madres, con sus pequeñuelos. Algunos de los niños ya habían pasado de la infancia a la niñez y a la
adolescencia. Cuando las madres
expresaron su deseo, Jesús oyó
con simpatía la tímida petición. Pero esperó para ver cómo las tratarían los discípulos. Cuando
los vio despedir a las madres pensando hacerle un favor, les mostró su error diciendo: ‘Dejad los niños venir a mí, y no los
impidáis; porque de tales es el reino de Dios’. Tomó a los niños en sus brazos, puso las manos sobre ellos y les dio
la bendición que habían venido a buscar” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 473).
“Cuando Jesús dijo a sus
discípulos que no impidiesen a los niños que fueran a él, hablaba a los que le
seguirían en todos los siglos, a los dirigentes de la iglesia, a los ministros y sus ayudantes y a todos
los cristianos. Jesús está
atrayendo a los niños y nos ordena: ‘Dejad los niños venir a mí’. Es como si
nos dijese: Vendrán a mí si no los impedís” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 473).
7.
¿Qué estaba dispuesto a hacer Jesús y con qué ternura? Siguiendo
el ejemplo del Salvador, ¿Cuánto tiempo, atención y amor deberíamos dedicar a
los niños y jóvenes en la familia y en la iglesia especialmente en tiempos
difíciles?
Mateo 19:15.- Y habiendo puesto sobre ellos
las manos, se fue de allí.
Marcos 10:16.- He aquí, yo y los hijos que me dio Jehová somos por señales y presagios en
Israel, de parte de Jehová de los
ejércitos, que mora en el monte
de Sion. Y tomándolos en los brazos,
poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.
Isaías 8:18.- He aquí, yo y los hijos que me dio Jehová
somos por señales y presagios en Israel, de parte de Jehová de los ejércitos,
que mora en el monte de Sion.
“Tomó a los niños en sus
brazos, puso las manos sobre ellos y les dio la bendición que habían venido a
buscar. Las madres quedaron
consoladas. Volvieron a sus casas
fortalecidas y bendecidas por las palabras de Cristo. Quedaron animadas para reasumir sus
cargas con nueva alegría, y para
trabajar con esperanza por sus hijos. Las madres de hoy han de recibir sus palabras con la misma fe.
Cristo es tan ciertamente un Salvador personal
hoy como cuando vivió como hombre entre los hombres. Es tan ciertamente el ayudador de las madres hoy como
cuando reunía a los pequeñuelos en sus brazos en Judea. Los hijos de nuestros hogares son tanto la
adquisición de su sangre como lo eran los niños de entonces Jesús conoce la preocupación del corazón
de cada madre El que tuvo una madre
que luchó con la pobreza y la privación, simpatiza con cada madre en sus
trabajos” (El Deseado de Todas
las Gentes, págs. 473, 474).
PARA MEDITAR
“Los padres
y las madres deben considerar a sus hijos como miembros más jóvenes de la
familia del Señor, a ellos
confiados para que los eduquen para el cielo. Las lecciones que nosotros mismos aprendemos de Cristo, debemos darlas
a nuestros hijos a medida que
sus mentes jóvenes puedan recibirlas, revelándoles poco a poco la belleza
de los principios del cielo. Así llega
a ser el hogar cristiano una escuela donde los padres sirven como monitores, mientras
que Cristo es el maestro principal” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 475).
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