“La contestación de José revela el poder
de los principios religiosos. No quiso traicionar la confianza de
su amo terrenal, y cualesquiera que fueran las consecuencias, sería fiel a su
Amo celestial. Bajo el ojo escudriñador de Dios y de los santos ángeles, muchos
se toman libertades de las que no se harían culpables en presencia de sus
semejantes. Pero José pensó primeramente en Dios. ‘¿Cómo, pues, haría yo este grande
mal, y pecaría contra Dios?’ dijo él” (Patriarcas y Profetas, pág.
217).
LA VIDA DE JOSÉ ILUSTRA LA VIDA DE CRISTO
1.
¿Cómo se convirtió José en esclavo? Génesis 37:6-8, 9-11, 27, 28.
Y él les dijo: Oíd ahora este sueño que he soñado: He
aquí que atábamos manojos en medio del campo, y he aquí que mi manojo se
levantaba y estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor y se
inclinaban al mío. Le respondieron sus hermanos:
¿Reinarás tú sobre nosotros, o señorearás sobre nosotros? Y le
aborrecieron aun más a causa de sus sueños y sus palabras. Soñó
aun otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo: He aquí que he soñado otro
sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se
inclinaban a mí. Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su
padre le reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es este que soñaste?
¿Acaso
vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti? Y
sus
hermanos le tenían envidia, mas su padre meditaba en
esto. Venid, y vendámosle a los ismaelitas, y no sea nuestra mano sobre él;
porque él es nuestro hermano, nuestra propia carne. Y sus hermanos convinieron
con él. Y cuando pasaban los madianitas mercaderes, sacaron ellos a José de la
cisterna, y le trajeron arriba, y le vendieron a los ismaelitas por veinte
piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto.
“Fue
la envidia la que impulsó a los hermanos de José a venderlo como esclavo.
Esperaban
impedir que llegase a ser superior a ellos. Y cuando fue llevado a Egipto, se
vanagloriaron que ya no serían molestados con sus sueños y de que
habían eliminado toda posibilidad de que éstos se cumplieran. Pero su
proceder fue contrarrestado por Dios y Él lo hizo servir para cumplir
el mismo acontecimiento que trataban de impedir” (Patriarcas y Profetas, pág.
244).
2.
¿De qué manera podemos relacionar el acontecimiento anterior con lo
sucedido a Jesús? Mateo 26:14-16; 27:17, 18; Lucas 23:34.
Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas
Iscariote, fue a los principales sacerdotes, y les dijo: ¿Qué
me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta
piezas de plata. Y desde entonces buscaba oportunidad para
entregarle. Reunidos, pues, ellos, les dijo Pilato: ¿A
quién queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo? Porque
sabía que por envidia le habían entregado. Y Jesús
decía: Padre, perdónalos, porque
no saben lo que hacen. Y
repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.
“La
vida de José ilustra la vida de Cristo.... De la misma
manera los sacerdotes y dirigentes judíos sintieron celos de Cristo
y temieron que desviaría de ellos la atención del pueblo. Le dieron muerte para
impedir que llegase a ser rey, pero al obrar así provocaron ese mismo
resultado...
“Así como José
fue vendido a los paganos por sus propios hermanos, Cristo
fue vendido a sus enemigos más enconados por uno de sus discípulos.
José
fue acusado falsamente y arrojado a una prisión por su virtud; asimismo
Cristo
fue menospreciado y rechazado porque su vida recta y abnegada reprendía el
pecado: y aunque no fue culpable de mal alguno, fue
condenado por el testimonio de testigos falsos. La paciencia y la mansedumbre
de José bajo la injusticia y la opresión, el perdón que otorgó
espontáneamente y su noble benevolencia para con sus hermanos inhumanos,
representan la paciencia sin quejas del Salvador en medio de la malicia y el
abuso de los impíos, y su perdón que otorgó no sólo a sus asesinos,
sino también a todos los que se alleguen a Él confesando sus pecados y buscando
perdón” (Patriarcas y Profetas, págs. 244, 245).
LA GRANDEZA DE JOSÉ
3.
¿En qué medio social vivió José una vez traído a Egipto? Génesis 39:7,
20-23. ¿Qué dijo Jacob de él en la bendición profética? Génesis 49:23, 24.
Aconteció después de esto, que la mujer de su amo puso sus
ojos en José, y dijo: Duerme conmigo. Y tomó su amo a José, y lo puso
en la cárcel, donde estaban los presos del rey, y
estuvo allí en la cárcel. Pero Jehová estaba con José y le
extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del jefe de la
cárcel. Y el jefe de la cárcel entregó en mano de José el cuidado
de todos los presos que había en aquella prisión; todo lo que se
hacía allí, él lo hacía. No necesitaba atender el jefe de la cárcel cosa alguna
de las que estaban al cuidado de José, porque Jehová estaba con José, y lo
que él hacía, Jehová lo prosperaba. Le causaron amargura, Le
asaetearon, Y le aborrecieron los arqueros; Mas
su arco se mantuvo poderoso, Y los brazos de sus manos se
fortalecieron Por las manos del Fuerte de Jacob (Por el
nombre del Pastor, la Roca de Israel).
¿Qué
enseñanza podemos obtener hoy de sus experiencias? Santiago 1:12. “Pero la
fe e integridad de José habían de acrisolarse mediante pruebas de fuego.
La
esposa de su amo trató de seducir al joven a que violara la ley de Dios.
Hasta entonces había permanecido sin mancharse con la maldad que abundaba en
aquella tierra pagana; pero ¿cómo enfrentaría esta tentación, tan
repentina, tan fuerte, tan seductora? José sabía muy bien cuál sería el resultado
de su resistencia. Por un lado había encubrimiento, favor y
premios; por el otro, desgracia, prisión, y posiblemente la muerte.
Toda
su vida futura dependía de la decisión de ese momento. ¿Triunfarían
los buenos principios? ¿Se mantendría fiel a Dios? Los
ángeles presenciaban la escena con indecible ansiedad” (Patriarcas
y Profetas, págs. 216, 217).
4. ¿Qué ejercitaba José para conservar su integridad? Hebreos 11:1, 2, 6, 22;
2 Pedro 1:4; Génesis 39:8, 9.
Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la
convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen
testimonio los antiguos. Pero sin fe es imposible agradar a Dios;
porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que
es galardonador de los que le buscan. Por la fe José, al morir, mencionó la
salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos.
Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas
promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la
naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en
el mundo a causa de la concupiscencia. Y él no quiso, y dijo a la
mujer de su amo: He aquí que mi señor no se preocupa conmigo de lo
que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que tiene. No hay otro
mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto
tú eres su mujer; ¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?.
“La
lealtad a Dios, la fe en el Invisible constituían el ancla de José.
En
esto residía el secreto de su poder… Por su sabiduría y justicia, por
la pureza y bondad de sus vidas diarias, por su devoción a los intereses del
pueblo, aunque era idólatra, José y Daniel demostraron ser fieles a
los principios de la educación recibida en su niñez, fieles a Aquel de quien
eran representantes…” (Conflicto y Valor, pág. 366).
“¡Cuán
precioso es el pensamiento de que ciertamente podemos ser participantes de la
naturaleza divina, por la cual podemos vencer como venció
Cristo! Jesús es la plenitud de nuestra expectativa… Es agua
viviente para el alma sedienta. Es nuestro refugio en
la tormenta. Nuestra justificación, nuestra santificación, nuestra
redención” (A Fin de Conocerle, pág. 169).
5.
¿Cómo demuestra una persona que tiene comunión con Dios? ¿Qué se puede
decir de José en medio de las muchas pruebas y aflicciones? Efesios 4:24; 2
Pedro 3:11; 1 Pedro 1:15, 16.
Y vestíos del nuevo hombre, creado según
Dios en la justicia y santidad de la verdad. Puesto que todas estas
cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa
manera de vivir. Sino, como aquel que os llamó es santo,
sed
también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque
escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.
“La
religión de José conservó su dulce carácter y su grande y ardiente simpatía por
la humanidad, a pesar de todas sus aflicciones. Hay
quienes se tornan ásperos, poco generosos, ceñudos y descorteses en sus
palabras y comportamiento, si piensan que no se los ha tratado con
justicia. Se hunden desanimados, rencorosos, odiando a los demás. Pero José
era cristiano...
“Dios
lo preparaba bajo esta disciplina para un puesto de gran responsabilidad, honor
y utilidad, y él estaba deseoso de aprender; recibió bondadosamente las
lecciones que el Señor le enseñaba. Aprendió a llevar el yugo en su juventud.
Aprendió a gobernar aprendiendo primero la obediencia él mismo. Se humilló, y
el Señor lo exaltó a un honor especial” (Hijos e Hijas de Dios, pág.
322).
CONDECORADO VIRREY DE EGIPTO
6.
¿Cómo intervino Dios para cumplir su gran propósito y liberar a José de su
dura prueba y sufrimiento? Génesis 41:1-8; 14-16.
Aconteció que pasados dos años tuvo Faraón un sueño. Le parecía que estaba junto al río; y que del
río subían siete vacas, hermosas a la vista, y muy gordas, y pacían en el prado. Y
que
tras ellas subían del río otras siete vacas de feo aspecto y enjutas de carne,
y se
pararon cerca de las vacas hermosas a la orilla del río; y que las vacas
de feo aspecto y enjutas de carne devoraban a las siete vacas hermosas y muy
gordas. Y despertó Faraón. Se durmió de nuevo, y soñó
la segunda vez: Que siete espigas llenas y hermosas crecían
de una sola caña, y que después de ellas salían otras siete
espigas menudas y abatidas del viento solano; y las siete espigas menudas
devoraban a las siete espigas gruesas y llenas. Y despertó Faraón,
y he aquí que era sueño. Sucedió que por la mañana estaba agitado su
espíritu, y envió e hizo llamar a todos los magos de Egipto, y a todos sus
sabios; y les contó Faraón sus sueños, más no había quien los pudiese interpretar a
Faraón. Entonces Faraón envió y llamó a José.
Y lo sacaron apresuradamente de la cárcel, y se afeitó, y mudó sus vestidos, y
vino a Faraón. Y dijo Faraón a José: Yo he
tenido un sueño, y no hay quien lo interprete; mas he oído decir de ti, que
oyes sueños para interpretarlos. Respondió José a Faraón,
diciendo: No está en mí; Dios será el que dé respuesta propicia a Faraón.
“La
respuesta de José al rey revela su humildad y su fe en Dios. Modestamente
rechazó el honor de poseer en sí mismo sabiduría superior. No está en mí’. Sólo Dios puede explicar
estos misterios” (Patriarcas y Profetas, pág. 220).
“El
sueño de Faraón es uno mismo –contestó José– Habría siete años de
abundancia. Los campos y las huertas rendirían cosechas más
abundantes que nunca. Y este período sería seguido de siete
años de hambre. ‘Y aquella abundancia no se echará de ver a causa
del hambre siguiente, la cual será gravísima’. La repetición del sueño era
evidencia tanto de la certeza como de la proximidad del cumplimiento. ‘Por
tanto, provéase ahora Faraón de un varón prudente y sabio –agregó José, – y
póngalo sobre la tierra de Egipto” (Patriarcas y Profetas, pág. 221).
7.
¿Qué determinación tomó el rey después de haber escuchado la interpretación
de sus sueños? ¿Qué se sabe de José antes de llegar a este momento tan significativo
de su vida? Génesis 41:37-44; Salmo 105:16-22; Job 28:28.
El asunto pareció bien a Faraón y a sus
siervos, y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre
como éste, en quien esté el espíritu de Dios? Y dijo
Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo
esto, no hay entendido ni sabio como tú. Tú estarás sobre mi casa, y
por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo
mayor que tú. Dijo además Faraón a José: He aquí yo te he puesto sobre
toda la tierra de Egipto. Entonces Faraón quitó su anillo de su
mano, y lo puso en la mano de José, y lo hizo vestir de ropas de lino finísimo,
y puso
un collar de oro en su cuello; y lo hizo subir en su segundo carro,
y pregonaron
delante de él: ¡Doblad la rodilla!; y lo puso sobre toda la tierra de
Egipto. Y dijo Faraón a José: Yo soy Faraón; y sin ti ninguno
alzará su mano ni su pie en toda la tierra de Egipto. Trajo hambre sobre la tierra, Y quebrantó todo sustento de pan. Envió
un varón delante de ellos; A José,
que fue vendido por siervo. Afligieron sus pies con grillos; En cárcel fue puesta su persona. Hasta la hora que se cumplió su palabra, El dicho de Jehová le
probó. Envió
el rey, y le soltó; El señor de los pueblos, y le dejó ir libre. Lo
puso por señor de su casa, Y por gobernador de todas sus posesiones. Para
que reprimiera a sus grandes como él quisiese, Y a sus ancianos enseñara
sabiduría.
“En
sus primeros años había seguido el deber antes que su inclinación; y la
integridad, la confianza sencilla y la disposición noble del joven
fructificaron en las acciones del hombre. Una vida sencilla y pura había
favorecido el desarrollo vigoroso de las facultades tanto físicas como
intelectuales. La comunión con Dios mediante sus obras y
la contemplación de las grandes verdades contadas a los herederos de la fe
habían elevado y ennoblecido su naturaleza espiritual al ampliar y
fortalecer su mente como ningún otro estudio pudo haberlo hecho. La
atención fiel al deber en toda posición, desde la más baja hasta la más
elevada, había educado todas sus facultades para el más alto servicio.
El que vive de acuerdo con la voluntad del Creador adquiere con ello el
desarrollo más positivo y noble de su carácter” (Patriarcas y Profetas, pág. 223).
MEDITACIÓN
“Sansón en su peligro tenía a su alcance la
misma fuente de poder que José. Podía elegir el bien o el mal según le
placiera. Pero en lugar de aferrarse de la fortaleza de Dios, permitió
que las malas pasiones de su naturaleza obtuvieran el dominio. Las
facultades de raciocinio fueron pervertidas; la moral se corrompió. José era un
ente moral libre. Podía elegir la senda de la pureza, la santidad y el honor, o
la senda de la inmoralidad y la degradación. Eligió el camino correcto, y Dios
lo aprobó. Sansón, bajo una tentación similar, que él mismo se había echado
encima, dio rienda suelta a la pasión. Descubrió que la senda por la cual había
entrado terminaba en vergüenza, desastre y muerte. ¡Qué contraste con la
historia de José!” (Hijos e Hijas de Dios, pág. 189).
Lección 04 - De esclavo a virrey de Egipto
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