“El Señor desea que los que le siguen
ejerzan gran cuidado en su trato mutuo. Han de elevar, restaurar y sanar. Pero no debe haber en la iglesia negligencia de la debida disciplina…
“El amor de Dios hacia la especie caída
es una manifestación peculiar de amor: un amor nacido de la misericordia;
porque todos los seres humanos son indignos de él. La misericordia implica imperfección del objeto hacia el cual se
manifiesta. Se debe al pecado
que la misericordia entró en ejercicio activo” (Testimonios para
la Iglesia, tomo 7, pág. 251)
¿QUIÉN ES RESPONSABLE?
1.....¿Podemos pensar que raramente cometemos errores o mostramos
conducta defectuosa? ¿Cuál es nuestro primer deber cristiano cuando llegamos a
ser conscientes de nuestras deficiencias?
Santiago 3:2.- Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz
también de refrenar todo el cuerpo.
Proverbios 20:9.- ¿Quién podrá decir: Yo he limpiado mi corazón, Limpio estoy de mi pecado?
Mateo 5:23, 24.- (23) Por
tanto, si traes tu ofrenda al altar,
y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, (24) deja allí tu ofrenda delante del altar,
y anda, reconcíliate primero con tu
hermano, y entonces ven y presenta
tu ofrenda.
“Hay un poder maravilloso en el silencio. Cuando les hablen con impaciencia no
repliquen de la misma manera. Las palabras
dirigidas en respuesta a uno que está enojado actúan generalmente como un látigo que acrecienta la furia de la ira.
En cambio, pronto se disipa la ira si se
le hace frente con el silencio. Frene
el cristiano su lengua, resolviendo
firmemente no pronunciar palabras ásperas e impacientes. Con la lengua frenada puede salir
victorioso de cada prueba de la paciencia por la cual tenga que pasar. “Con su propia fuerza el hombre no puede
gobernar su espíritu. Pero mediante
Cristo puede lograr el dominio propio. Con la fuerza de Cristo puede poner sus pensamientos y palabras en
sujeción a la voluntad de Dios. La
religión de Cristo pone las emociones bajo el gobierno de la razón, y disciplina la lengua. Bajo su influencia se apacigua el
temperamento precipitado, y el corazón
se llena de paciencia y suavidad” (Mensajes para los Jóvenes, pág. 94).
2.....¿Deberíamos buscar la reconciliación sólo cuando somos los
ofensores o también en caso de que seamos ofendidos? ¿Qué habéis experimentado en
esta área? ¿Cuál debería ser nuestra solución a los problemas entre hermanos?
Lucas 17:3.- Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale.
Mateo 18:15.- Por
tanto, si tu hermano peca contra ti,
ve y repréndele estando tú y él solos;
si te oyere, has ganado a tu hermano.
“Pero el pecado no ha de ser considerado livianamente.
El Señor nos ha ordenado que no
toleremos las faltas de nuestro hermano. Él dice: ‘Si pecare contra
ti tu hermano, repréndele’” (Lucas 17:3). El pecado ha de ser llamado por su propio nombre, y ha de ser presentado claramente delante
del que lo comete” (Palabras de Vida del Gran Maestro,
pág. 194).
“Vosotros dos necesitáis un toque más suave. Vuestras palabras deben calmar y no hostilizar. Estén vuestros corazones llenos de amor
por las almas. Con un interés
profundo y tierno trabajad por los que se hallan a vuestro alrededor. Si veis a uno que comete un error tratad con él en la forma como Cristo ha
señalado en su Palabra y ved si
no podéis resolver este asunto con ternura cristiana. Orad con él y creed que el Salvador os
mostrará el camino de salida de ese problema” (El Evangelismo,
pág. 462).
HABLAD A LA PERSONA CORRECTA
3.....Si hablamos a un hermano sobre algo inapropiado que él ha
hecho y está dispuesto a escuchar, ¿es correcto sólo “condenar” al ofensor y
considerarlo como un extraño? ¿Cómo nos sentiríamos si el Señor hiciese eso con
nosotros?
Apocalipsis 3:20.- He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
Mateo 23:37.- ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los
profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus
polluelos debajo de las alas, y no quisiste!
“El Testigo verdadero dice: ‘He
aquí, yo estoy a la puerta y llamo’. Toda amonestación, reprensión y súplica de la Palabra de Dios o de
sus mensajeros es un llamamiento a la puerta del corazón. Es la voz de Jesús que procura entrada.
Con cada llamamiento desoído se
debilita la inclinación a abrir. Si
hoy son despreciadas las impresiones del Espíritu Santo, mañana no
serán tan fuertes. El corazón se
vuelve menos sensible y cae en
una peligrosa inconsciencia en cuanto a lo breve de la vida frente a la
gran eternidad venidera” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 454).
“En Jerusalén vio Jesús un símbolo del mundo
que había rechazado y despreciado su gracia. ¡Lloraba, oh corazón endurecido, por ti! Aún mientras Jesús vertía lágrimas sobre el monte, Jerusalén habría podido arrepentirse y
escapar a su condenación. Por corto tiempo el Don de los cielos siguió aguardando
su aceptación. Así también, oh corazón, Cristo
te habla aún con acentos de amor: ‘He
aquí, yo estoy a la puerta y llamo: si alguno oye mi voz y abre la puerta,
entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo’. ‘He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación’
(Ezequiel
33:11; Lucas 13:34, 35; Apocalipsis 3:20; 2 Corintios 6:2)” (El Discurso
Maestro de Jesucristo, pág. 127).
4.....¿Qué deberíamos pensar del que no habla con su hermano ofensor
sobre una dificultad mientras que cuenta a otros sobre la ofensa? ¿Qué caerá
sobre nosotros si actuamos de esta manera?
Levítico 19:17.- No aborrecerás a tu hermano en tu corazón; razonarás con tu prójimo, para que no participes de su pecado.
Salmos 141:5.- Que el justo me castigue, será un favor, Y que me reprenda será un excelente bálsamo.
Que no me herirá la cabeza;
Pero mi oración será continuamente
contra las maldades de aquellos.
1 Timoteo 5:20.- A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman.
“La instrucción de Cristo en cuanto al trato con los que yerran
repite en forma más específica la
enseñanza dada a Israel por Moisés: ‘No
aborrecerás a tu hermano en tu corazón: ingenuamente reprenderás a tu prójimo, y no consentirás sobre él
pecado’. Es decir, que si uno
descuida el deber que Cristo ordenó en cuanto a restaurar a quienes están en
error y pecado, se hace
partícipe del pecado. Somos
tan responsables de los males que podríamos haber detenido como si los
hubiésemos cometido nosotros mismos. “Pero debemos presentar el mal al que lo hace. No debemos hacer de ello un asunto de
comentario y crítica entre nosotros mismos; ni siquiera después que
haya sido expuesto a la iglesia nos es permitido repetirlo a otros” (El Deseado de Todas las Gentes, pág.
409).
ORACIÓN Y MISERICORDIA
5.....¿Qué puede suceder si permitimos que la amargura en lugar
del amor se enraíce en nuestros corazones? ¿Quién puede ser afectado por esto?
Deuteronomio 29:18, u.p.-…no sea que haya en medio de vosotros raíz que
produzca hiel y ajenjo,
Hebreos 12:14, 15.- (14) Seguid la paz con todos, y la
santidad, sin la cual nadie
verá al Señor. (15) Mirad bien, no sea que alguno deje de
alcanzar la gracia de Dios; que brotando
alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados.
“La transgresión puso a todo el mundo en peligro, bajo la sentencia de la muerte. Pero en el cielo se oyó una voz que decía, ‘He hallado un rescate.’” – (Letter
22, 1900)” (Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día, vol. 6, pág. 1076).
“El conocimiento de las faltas de los cristianos será tan sólo una
piedra de tropiezo para el mundo incrédulo; y espaciándonos en estas cosas no podemos sino recibir daño nosotros
mismos; porque contemplando
es como somos transformados” (El Deseado de Todas las Gentes, pág.
409).
6.....¿Cómo consideramos nuestra deuda con el Señor y con los hombres,
tan enormes (mil talentos), o tan pequeñas (sólo cien denarios)? ¿Es nuestra actitud
similar a la del rey en la parábola de Jesús o a la del siervo despiadado?
Mateo 18:26-30.- (26) Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo:
Señor, ten paciencia conmigo, y yo te
lo pagaré todo. (27) El señor de aquel siervo, movido a
misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. (28) Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le
debía cien denarios; y asiendo
de él, le ahogaba, diciendo: Págame
lo que me debes. (29) Entonces
su consiervo, postrándose a sus pies, le
rogaba diciendo: Ten paciencia
conmigo, y yo te lo pagaré todo. (30) Más él no quiso, sino fue y le echó en la
cárcel, hasta que pagase la deuda.
“¡Cuántos hoy día manifiestan el mismo espíritu! Cuando el deudor suplicó misericordia a su
señor, no comprendía
verdaderamente la enormidad de su deuda. No se daba cuenta de su impotencia” (Palabras Vida del
Gran Maestro, pág. 192).
“Éramos todos deudores de la justicia divina; pero nada teníamos con qué pagar la deuda.
Entonces el Hijo de Dios se
compadeció de nosotros y pagó el precio de nuestra redención. Se hizo pobre para que por su pobreza fuésemos enriquecidos.
Mediante actos de generosidad hacia
los pobres, podemos demostrar la sinceridad de nuestra gratitud por la
misericordia que se nos manifestó. ‘Hagamos
bien a todos –recomienda el apóstol Pablo, – y mayormente a los domésticos de la fe’ (Gálatas 6:10)… ‘Todas las cosas que quisierais que los
hombres hiciesen con vosotros, así
también haced vosotros con ellos; porque esta es la ley y los profetas’ (Gálatas 6:10; Marcos 14:7; Mateo 7:12)”
(Profetas y Reyes, pág. 482).
7.....Por lo tanto, ¿qué deberíamos hacer cada vez que nos
arrodillamos y pedimos el perdón de Dios? ¿Cómo somos instruidos por Jesús para
perdonar a nuestro hermano?
Marcos 11:25.- Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a
vosotros vuestras ofensas.
Colosenses 3:13.- Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros
si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo
vosotros.
Mateo 18:35.- Así también mi Padre celestial hará con vosotros si
no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.
“Cuando alguien que profesa servir a Dios perjudica a un hermano suyo,
calumnia el carácter de Dios ante ese hermano,
y para reconciliarse con Dios debe
confesar el daño causado y reconocer su pecado. Puede ser que nuestro hermano nos haya causado un perjuicio aún más
grave que el que nosotros le
produjimos, pero esto no disminuye
nuestra responsabilidad. Si cuando
nos presentamos ante Dios recordamos que otra persona tiene algo contra
nosotros, debemos dejar nuestra ofrenda
de oración, gratitud o buena voluntad, e ir al hermano con quien discrepamos y confesar humildemente nuestro
pecado y pedir perdón. “ (El Discurso Maestro de Jesucristo,
pág. 53).
PARA UN ESTUDIO ADICIONAL
Proverbios 25:12; 9:8;
Efesios 4:32; Lucas 6:38
LA TORRE DEL ARREPENTIMIENTO
Cerca
al Castillo de Hoddam, Dumfrieshire, Escocia, había una torre llamada “La Torre
del Arrepentimiento.” Se dice que un inglés, mientras caminaba cerca al
castillo, un día vio a un niño pastor de ovejas tendido sobre el césped cerca
de la torre leyendo la Biblia. ¿Qué estás leyendo, muchacho?” preguntó el transeúnte.
La Biblia, señor,” respondió el chico. La Biblia. Debes ser más sabio que el
sacerdote de la parroquia. ¿Puedes decirme el camino al cielo?” Para nada
perturbado por el tono burlón del hombre, el pastor dijo, “Sí, señor, puedo; debe
tomar el camino a la torre.” El hombre se dio cuenta de que el chico había
aprendido bien la lección de su libro; después de proferir un insulto, dejó al
muchacho y siguió su camino en silencio. Querido amigo, ¿has estado en “la
torre del arrepentimiento”? Si tu respuesta es no, por favor comprende que
debes entrar por ella. Si hemos ofendido a alguien, es obvio que es nuestro
deber encontrarnos con el hermano ofendido y buscar el perdón y la
reconciliación. Si el hermano es el ofensor, de acuerdo a la enseñanza de
Jesús, se nos instruye todavía a ir, ayudarle a reconocer su error, y dar el primer
paso hacia la reconciliación. En cada caso, quien sea que fuese el ofensor,
tenemos que entrar a la torre del arrepentimiento, amor, y perdón. El Señor nos
ayude continuamente a hacer esta experiencia. – (Adaptado de N.T.
Anecdotal como se cita en A. Lerín, 500 Ilustraciones, No. 14).
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