miércoles, 20 de mayo de 2015

Lección 21 | El Espíritu Santo en Pentecostés


En los días de Cristo, muchos oyeron el Evangelio, pero sus mentes esta­ban oscurecidas por las falsas enseñanzas, y no reconocieron en el humilde Maestro de Galilea al Enviado de Dios. Más después de la ascensión de Cristo, su entronización en el reino de la mediación fue señalada por el descenso del Espíritu Santo. En el día de Pentecostés fue dado el Espíritu. Los testigos de Cristo proclamaron el poder del Salvador resucitado. La luz del cielo pene­tró las mentes entenebrecidas de aquellos que habían sido engañados por los enemigos de Cristo. Al presentar los apóstoles la gloria del Unigénito del Padre, tres mil almas se convencieron”. Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 90.

ESPERANDO LA PROMESA
1.....¿Qué instrucción dio Jesús a sus discípulos justo antes de su ascensión?
Lucas 24:49.- He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investi­dos de poder desde lo alto.
Hechos 1:4-5.- (4) Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusa­lén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. (5) Porque Juan ciertamente bautizó con agua, más vosotros seréis bauti­zados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.
Después de la crucifixión y resurrec­ción de Jesús, los Judíos, sacerdotes y gobernantes de este mundo esperaban ver a los discípulos de Cristo abatidos y desanimados porque su Señor había sido condenado a muerte. Los discípu­los podrían haber pensado que estaban en peligro, y que sería mejor salir de Je­rusalén; algunos podrían haber dicho, ‘No os quedéis ahí, pero si os vais a que­dar, no mencionéis el nombre de Cristo; porque es considerado como impostor.’ Pero Cristo había dicho: ‘Quedaos en la ciudad de Jerusalén hasta que os ha­yáis investidos de poder desde lo alto.’ Después del derramamiento del Espíritu Santo, iban a comenzar su obra en Je­rusalén, y extenderse desde esta ciudad hasta los confines de tierra(Review and Herald, April 22, 1890).
En obediencia a la orden de Cristo, aguardaron en Jerusalén la prome­sa del Padre, el derramamiento del Espíritu. No aguardaron ociosos. El relato dice que estaban ‘de conti­nuo en el templo, alabando y bendi­ciendo a Dios’. También se reunieron para presentar sus pedidos al Padre en el nombre de Jesús. Sabían que tenían un Representante en el cielo, un Abogado ante el trono de Dios”. Los Hechos de los Apóstoles, pág. 29.

2.....¿Cómo esperaron los discípu­los el cumplimiento de la pro­mesa?
Hechos 1:12-14.- (12) Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de repo­so. (13) Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Barto­lomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo. (14) Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos.
Mientras los discípulos esperaban el cumplimiento de la promesa, humilla­ron sus corazones con verdadero arre­pentimiento, y confesaron su incre­dulidad. Al recordar las palabras que Cristo les había hablado antes de su muerte, entendieron más plenamente su significado. Fueron traídas de nue­vo a su memoria verdades que habían olvidado, y las repetían unos a otros. Los discípulos oraron con intenso fer­vor pidiendo capacidad para encon­trarse con los hombres, y en su trato diario hablar palabras que pudieran guiar a los pecadores a Cristo. Ponien­do aparte toda diferencia, todo deseo de supremacía, se unieron en estrecho compañerismo cristiano. Se acerca­ron más y más a Dios, y al hacer esto, comprendieron cuán grande privilegio habían tenido al poder asociarse tan estrechamente con Cristo. La tristeza llenó sus corazones al pensar en cuán­tas veces le habían apenado por su tar­do entendimiento y su incomprensión de las lecciones que, para el bien de ellos, estaba procurando enseñarles”. Los Hechos de los Apóstoles, págs. 29, 30.

3.....Recordando el mandato dado por su Maestro, ¿qué pensa­miento ocupaba las mentes de los discípulos?
Lucas 24:46-48.- (46) Y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; (47) y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, co­menzando desde Jerusalén. (48) Y vosotros sois testigos de estas cosas.
Hechos 1:8.- Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
Durante la era patriarcal, la influencia del Espíritu Santo se había revelado a menudo en forma señalada, pero nun­ca en su plenitud. Ahora, en obedien­cia a la palabra del Salvador, los discí­pulos ofrecieron sus súplicas por este don, y en el cielo Cristo añadió su in­tercesión. Reclamó el don del Espíritu, para poderlo derramar sobre su pue­blo”. –Los Hechos de los Apóstoles, pág. 30.
Jesús dice: ‘Vosotros recibiréis poder, cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros, y seréis mis testigos.’ Es la unión del Espíritu Santo y el testimo­nio del testigo viviente que advertirá al mundo. El obrero de Dios es el agen­te a través del cual se da la comuni­cación celestial, y el Espíritu Santo da autoridad divina a la palabra de verdad(Review and Herald, April 4, 1893).

CUMPLIMIENTO DE LA PROMESA
4.....¿Cuánto tiempo tuvieron que esperar para que se cumpliera la promesa? ¿De qué maravi­llosa manera se cumplió esta promesa de Jesús en el día de Pentecostés?
Hechos 1:5.- Porque Juan ciertamen­te bautizó con agua, más vosotros se­réis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días...
Hechos 2:1-3.- (1) Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. (2) Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; (3) y se les apa­recieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos...
Sobre los discípulos que esperaban y oraban vino el Espíritu con una pleni­tud que alcanzó a todo corazón. El Ser Infinito se reveló con poder a su iglesia. Era como si durante siglos esta influen­cia hubiera estado restringida, y ahora el Cielo se regocijara en poder derra­mar sobre la iglesia las riquezas de la gracia del Espíritu. Y bajo la influencia del Espíritu, las palabras de arrepenti­miento y confesión se mezclaban con cantos de alabanza por el perdón de los pecados. Se oían palabras de agra­decimiento y de profecía. Todo el Cielo se inclinó para contemplar y adorar la sabiduría del incomparable e incom­prensible amor. Extasiados de asom­bro, los apóstoles exclamaron: ‘En esto consiste el amorSe asieron del don impartido. ¿Y qué siguió? La es­pada del Espíritu, recién afilada con el poder y bañada en los rayos del cielo, se abrió paso a través de la increduli­dad. Miles se convirtieron en un día”. Los Hechos de los Apóstoles, pág. 31.

RESULTADOS DEL DERRAMAMIENTO DEL ESPÍRITU
5.....¿Qué les sucedió a los discípu­los después del derramamien­to especial del Espíritu Santo? ¿Cuántas personas se convir­tieron en ese día glorioso?
Hechos 2:4-8, 41.- (4) Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenza­ron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. (5) Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. (6) Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y es­taban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. (7) Y esta­ban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? (8) ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?… (41)...Así que, los que recibieron su pala­bra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.
Bajo la instrucción de Cristo, los dis­cípulos habían sido inducidos a sentir su necesidad del Espíritu. Bajo la ense­ñanza del Espíritu, recibieron la prepa­ración final y salieron a emprender la obra de su vida. Ya no eran ignorantes y sin cultura. Ya no eran una colec­ción de unidades independientes, ni elementos discordantes y antagóni­cos. Ya no estaban sus esperanzas ci­fradas en la grandeza mundanal. Eran ‘unánimes’, ‘de un corazón y un alma’ (Hechos 2:46; 4:32). Cristo llenaba sus pensamientos; su objeto era el ade­lantamiento de su reino. En mente y carácter habían llegado a ser como su Maestro, y los hombres ‘conocían que habían estado con Jesús’ (Hechos 4:13)”. –Los Hechos de los Apóstoles, pág. 37.
Bajo la influencia de esta iluminación celestial, las escrituras que Cristo ha­bía explicado a los discípulos resalta­ron delante de ellos con el brillo de la verdad perfecta. El velo que les había impedido ver hasta el extremo de lo que había sido abolido, fue quitado ahora, y comprendieron con perfec­ta claridad el objeto de la misión de Cristo y la naturaleza de su reino. Po­dían hablar con poder del Salvador; y mientras exponían a sus oyentes el plan de la salvación, muchos queda­ron convictos y convencidos. Las tra­diciones y supersticiones inculcadas por los sacerdotes fueron barridas de sus mentes, y las enseñanzas del Sal­vador fueron aceptadas”. Los Hechos de los Apóstoles, pág. 36.

6.....¿Qué seguridad tenían los dis­cípulos? ¿Qué responsabili­dad sintieron?
Hechos 2:32,36.- (32) A este Jesús resu­citó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. (36) Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo….
Hechos 4:20.- Porque no podemos de­jar de decir lo que hemos visto y oído.
Hechos 4:29-31.- (29) Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, (30) mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nom­bre de tu santo Hijo Jesús. (31) Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.
El día de Pentecostés les trajo la ilumi­nación celestial. Las verdades que no podían entender mientras Cristo esta­ba con ellos quedaron aclaradas ahora. Con una fe y una seguridad que nunca habían conocido antes, aceptaron las enseñanzas de la Palabra Sagrada. Ya no era más para ellos un asunto de fe el hecho de que Cristo era el Hijo de Dios. Sabían que, aunque vestido de la humanidad, era en verdad el Mesías, y contaban su experiencia al mundo con una confianza que llevaba consigo la convicción de que Dios estaba con ellos... Sus corazones estaban sobre­cargados con una benevolencia tan plena, tan profunda, de tanto alcance, que los impelía a ir hasta los confines de la tierra, para testificar del poder de Cristo. Estaban llenos de un intenso anhelo de llevar adelante la obra que él había comenzado. Comprendían la grandeza de su deuda para con el cielo, y la responsabilidad de su obra. Fortale­cidos por la dotación del Espíritu Santo, salieron llenos de celo a extender los triunfos de la cruz”. Los Hechos de los Apóstoles, pág. 37.

7.....Convertidos por el gran po­der del Espíritu, ¿Cómo vi­vieron y crecieron los miem­bros de iglesia en esos días increíbles?
Hechos 2:42-47.- (42) Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. (43) Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. (44) Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; (45) y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la nece­sidad de cada uno. (46) Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, (47) alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos...
Hechos 4:32.- Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común.
Cada cristiano veía en su hermano una revelación del amor y la benevo­lencia divinos. Un solo interés prevale­cía, un solo objeto de emulación hacía olvidar todos los demás. La ambición de los creyentes era revelar la seme­janza del carácter de Cristo, y trabajar para el engrandecimiento de su reino”. –Los Hechos de los Apóstoles, pág. 39.
Cuando el Espíritu Santo fue derra­mado sobre la iglesia primitiva, los hermanos se amaban unos a otros. ‘Comían juntos con alegría y con sen­cillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo gracia con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos’ (Hechos 2:46, 47). Los cristianos primitivos eran po­cos en número, y no tenían riquezas ni honores; sin embargo, ejercieron una poderosa influencia. La luz del mundo resplandecía por medio de ellos. Ate­rrorizaban a los que hacían mal, don­dequiera que se conocían su carácter y sus doctrinas. Por esta causa, eran odiados de los impíos, y perseguidos aun hasta la muerte”. Testimonios para la Iglesia, Tomo 5, pág. 222.
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Es con ferviente anhelo que anticipo el tiempo cuando se repetirán los sucesos del día de Pentecostés aun con mayor poder que en esa ocasión. Juan dice: ‘Vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria(Apocalipsis 18:1). Entonces, como en el momen­to del Pentecostés, la gente oirá la verdad que será presentada a cada, hombre en su propio idioma”. Comentario Bíblico Adventista 6:1055 (1886); Eventos de los Últimos Días, pág. 173.
“El derramamiento del Espíritu en los días de los apóstoles fue el comien­zo de la lluvia temprana, y gloriosos fueron los resultados. Hasta el fin del tiempo, la presencia del Espíritu ha de morar con la iglesia fiel”. Los Hechos de los Apóstoles, 45 (1911); Eventos de los Últimos Días, pág. 158.





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