“Aquel cuyo corazón ha respondido al toque
divino, buscará lo que aumente su
conocimiento de Dios, y refine y eleve su carácter. Como una flor se torna al sol para que
sus brillantes rayos le den bellos colores, así se tornará el alma al Sol de
justicia, para que la luz del cielo embellezca
el carácter con las gracias del carácter de Cristo” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 433).
EL SOL DE JUSTICIA ALUMBRA AL SER HUMANO PROGRESIVAMENTE
1. ¿Cómo se revela el Sol de justicia? ¿Cuál es su objetivo? 2 Corintios 4:6; Lucas 1:78, 79.
Porque Dios, que mandó que de las tinieblas
resplandeciese la luz, es el que
resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de
Jesucristo. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó desde lo alto la aurora, Para
dar luz a los que habitan en
tinieblas y en sombra de muerte; Para encaminar nuestros pies por camino de paz.
“El Sol de
justicia no apareció a la vista del mundo para deslumbrar los sentidos con su
gloria. Escrito está de Cristo:
‘Como el alba está aparejada su salida’
(Oseas 6:3). Suave y gradualmente
raya el alba, disipando las
tinieblas y despertando el mundo a la vida. Así también nacía el Sol de justicia, trayendo ‘en sus alas... salud’
(Malaquías 4:2).” (El Ministerio de Curación, pág.
21).
“Como los
rayos del sol penetran hasta los remotos rincones de la tierra, así la luz del Sol
de justicia brilla sobre toda alma” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 429).
2. ¿Qué harán aquellos que reciben los rayos del
Sol de justicia? Filipenses 2:15;
Daniel 12:3.
Para que seáis irreprensibles y sencillos,
hijos de Dios sin mancha en medio de
una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo.
Los entendidos resplandecerán como el
resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua
eternidad.
“Quien se
acerca a Cristo no necesita esforzarse por brillar. Al contemplar al Salvador, capta los divinos
rayos del Sol de Justicia y no puede evitar el brillar. La luz que está en él brilla con rayos
claros, relucientes, por medio de las palabras y obras de justicia. La gracia de Cristo mora en él
abundantemente y la luz del cielo brilla a través de él. Mediante la obediencia completa honra a
Cristo y es estimulado en una acción más vigorosa en la causa de Dios
al impartir lo que el Señor le da. Es
un portador de luz para el mundo esparciéndola sobre aquellos que están en la
oscuridad del error” (Alza
Tus Ojos, pág. 320).
“Mientras
Cristo more en el corazón, será imposible esconder la luz de su presencia, u
oscurecerla. Por el contrario, brillará
cada vez más a medida que día
tras día las nieblas del egoísmo y del pecado que envuelven el alma sean
disipadas por los brillantes rayos del Sol de justicia” (Patriarcas y Profetas, pág. 127).
LOS RAYOS BRILLANTES DEL SOL DE JUSTICIA
3.
¿Cómo nos ayudará el Sol de justicia en el
estudio de las Sagradas Escrituras? Juan 14:26; 16:13.
Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien
el Padre enviará en mi nombre, él os
enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. Pero
cuando venga el Espíritu de verdad,
él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y
os hará saber las cosas que habrán de venir.
“Necesitamos
la iluminación del Espíritu Santo para discernir las verdades de la Palabra de
Dios. Las cosas hermosas del mundo
natural no se ven hasta que el sol, disipándo las tinieblas, las inunda con su
luz. Así los tesoros de la Palabra de Dios no son apreciados hasta que no
sean revelados por los brillantes rayos del Sol de Justicia. “El Espíritu Santo, enviado desde los cielos
por la benevolencia del amor infinito toma
las cosas de Dios y las revela a
cada alma que tiene una fe implícita en Cristo. Por su poder, las verdades vitales de las cuales depende la salvación del alma son
impresas en la mente, y el
camino de la vida es hecho tan claro que nadie necesita errar en él.
Mientras estudiamos las Escrituras,
debemos orar para que la luz del Espíritu Santo brille sobre la Palabra, a
fin de que veamos y apreciemos sus tesoros” (Palabras de Vida del Gran Maestro, págs.84, 85).
4.
¿Por qué debemos abrir nuestra alma al Sol de
Justicia? Salmo 51:12; 2
Corintios 7:1.
Vuélveme el gozo de tu salvación,
Y espíritu noble me sustente. Así que, amados, puesto que tenemos
tales promesas, limpiémonos de toda
contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
“Cada
sala del templo de su alma ha llegado a estar más o menos contaminada, y necesita
limpieza. Ha de entrarse al
aposento de la conciencia lleno de telarañas. Las ventanas del alma han de ser cerradas hacia la tierra y abiertas de
par en par hacia el cielo a fin de que los
brillantes rayos del Sol de justicia tengan libre acceso a ella. La memoria hade ser refrescada por los
principios bíblicos. La mente ha
de ser mantenida limpia y pura a fin de que pueda distinguir entre el bien y el
mal. Al repetir la oración que Cristo enseñó a sus discípulos, y luego
procurar contestarla en la vida diaria, el Espíritu Santo renovará la mente y
el corazón y le dará fuerzas para llevar a cabo propósitos elevados y santos”(Mente, Carácter y Personalidad, tomo
1, pág. 335).
“Benditos
y benéficos son los rayos de luz del Sol de Justicia que están ahora
derramándose–luminosos y
curativos– sobre todo el que abre las ventanas del
alma hacia el Cielo” (Alza
Tus Ojos, pág. 255).
5.
¿Cómo afecta el Sol de justicia la formación
del carácter? 2 Corintios
3:18.
Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta
como en un espejo la gloria del Señor, somos
transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del
Señor.
“A medida
que la mente se espacia en Cristo, el
carácter es modelado a la semejanza divina. Los pensamientos son saturados de un sentido de su bondad, de su amor. Contemplamos su carácter y
así Él está en todos nuestros pensamientos. Su amor nos abarca. Aun al
observar un momento el sol en su gloria meridiana, cuando apartamos nuestros
ojos, su imagen aparecerá en todo cuanto veamos“. Así ocurre cuando contemplamos a Jesús; todo lo que miramos refleja su imagen, la imagen del Sol de justicia.
No podemos ver ninguna otra cosa, ni hablar de ninguna otra cosa. Su imagen está impresa en los ojos del
alma, y afecta toda porción de nuestra vida diaria, suavizando y subyugando toda nuestra
naturaleza. Al contemplar, somos conformados
a la semejanza divina, a la semejanza de Cristo. Ante todos aquellos con quienes
nos asociamos reflejamos los brillantes y alegres rayos de su justicia. Hemos sido transformados en carácter;
pues el corazón, el alma, la mente,
han sido irradiados por el reflejo de Aquel que nos amó y dio su vida por
nosotros. Aquí de nuevo se manifiesta una influencia viva y personal
que mora en nuestros corazones por la fe” (Mensajes
para los Jóvenes, pág. 158).
CURACIÓN POR LOS BENÉFICOS RAYOS DEL SOL DE JUSTICIA
6. ¿Qué se puede decir del Sol de justicia,
además de sus propiedades curativas? Malaquías 4:2, primera parte; Salmo 103:2-4.
Mas a vosotros los que teméis mi nombre,
nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación. Bendice,
alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios. Él
es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias; El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y
misericordias.
“Cuando
se recibe el Evangelio en su pureza y con todo su poder, es un remedio para las
enfermedades originadas por el pecado. Sale el Sol de justicia, ‘trayendo
salud eterna en sus alas’ (Malaquías 4:2, V.M.). Todo lo que el mundo proporciona no puede sanar al corazón quebrantado,
ni dar la paz al espíritu, ni
disipar las inquietudes, ni desterrar la enfermedad. La fama, el genio y el talento son impotentes para alegrar el corazón
entristecido o restaurar la vida malgastada. La vida de Dios en el alma es la única esperanza del hombre.
“El amor que
Cristo infunde en todo nuestro ser es un poder vivificante. Da saluda cada una de las partes
vitales: el cerebro, el corazón y los nervios. Por su medio las energías más potentes de nuestro ser despiertan y
entran en actividad. Libra al
alma de culpa y tristeza, de la ansiedad y congoja que agotan las fuerzas de la
vida. Con Él vienen la serenidad
y la calma. Implanta en el alma un gozo que nada en la tierra puede
destruir: el gozo que hay en el Espíritu Santo, un gozo que da salud y vida” (MC, pág. 78).
7.
Así como el sol tras las nubes, ¿podemos ver
siempre la luz del Sol de justicia? Salmos 102:1, 2; 27:9; 6:2, 3.
Jehová,
escucha mi oración, Y llegue a ti mi clamor.
No escondas de mí tu rostro en el día
de mi angustia; Inclina a mí tu oído; Apresúrate a responderme el día que te
invocare.
“Nunca
llegará el tiempo en que la sombra de Satanás no atraviese nuestra senda.
Porque con ello el enemigo trata de
ocultar la luz del Sol de justicia. Pero nuestra fe debe atravesar esta sombra” (Obreros Evangélicos, págs. 280, 281).
“Cuando nos
encontramos profundamente ensombrecidos es porque Satanás se ha interpuesto
entre nosotros y los brillantes rayos del Sol de Justicia. En los momentos de tribulación este
resplandor se eclipsa y no
entendemos por qué nos da la impresión de que la seguridad desaparece. Se nos induce a mirar al yo, y eso nos impide recibir el consuelo que
hay en la cruz no en su sombra para nosotros. Nos quejamos del camino, y apartamos nuestra mano de la de Cristo.
Pero a veces el favor de Dios irrumpe repentinamente en el alma, y las sombras
se disipan. Vivamos a la luz de la
cruz del Calvario. No moremos más en las sombras, quejándonos de
nuestros dolores, porque eso sólo aumenta nuestra tribulación” (Mente, Carácter y Personalidad, tomo
2, pág. 843).
MEDITACIÓN
“Los que
siguen a Jesús le agradan cuando muestran que, aunque humanos, son partícipes
de la naturaleza divina. No son estatuas, sino hombres y mujeres vivientes.
Su corazón, refrigerado por los rocíos de la gracia divina, se abre y expande
bajo la influencia del Sol de justicia. Reflejan
sobre otros, en obras iluminadas por el amor de Cristo, la luz que resplandece
sobre ellos mismos” (DTG,
pág. 127).
“Los
cristianos son las gemas de Cristo, compradas a un precio infinito. Deben resplandecer brillantemente para Él, reflejando la luz de su
hermosura. Y han de recordar siempre que todo el lustre que posee el carácter
cristiano proviene del Sol de Justicia” (Alza
Tus Ojos, pág. 370).
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