“El
pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos…
Porque un niño nos es nacido,
hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se
llamará su nombre Admirable,
Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” Isaías
9:2, 6.
EL EVANGELIO DE PAZ
1. ¿Cuáles son las buenas nuevas que Jesús
proclamó y qué debemos dar a conocer? Siguiendo su mensaje, ¿qué experiencia
hacen los creyentes? Efesios
2:17; 6:15.
Y vino y
anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca. Y calzados los pies con el apresto del
evangelio de la paz.
“‘Los apóstoles daban testimonio de la
resurrección del Señor Jesús con gran esfuerzo; y gran gracia era en todos ellos’ (Hech. 4:33). Gracias a sus labores se añadieron a la iglesia hombres elegidos,
quienes, recibiendo la Palabra de
vida, consagraron su
existencia a la obra de comunicar a otros la esperanza que había llenado su
corazón de paz y gozo” (Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág.
210).
“El evangelio de Cristo es la buena nueva
de su gracia, por medio de la
cual el hombre puede ser liberado de la condenación del pecado y capacitado para obedecer la ley de Dios.
El evangelio señala hacia el código
moral como regla de vida. Esa ley, mediante sus demandas de una
obediencia sin desviaciones, le muestra
continuamente al pecador el evangelio del perdón y la paz” (Mente,
Carácter y Personalidad, tomo 2, pág. 584).
2. Sin embargo, ¿qué declaró Jesús mismo? ¿Cómo
se entiende? Mateo 10:34;
Lucas 12:52, 53.
No penséis
que he venido para traer paz a la tierra; no he venido
para traer paz, sino espada. Porque de aquí en adelante, cinco
en una familia estarán divididos, tres contra dos, y dos contra tres. Estará dividido el padre contra el hijo,
y el hijo contra el padre; la
madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y
la nuera contra su suegra.
“Jesús declaró: ‘No he venido para traer paz, sino espada’. ¿Por qué? Porque los hombres no recibirían la palabra
de vida; porque combatirían
contra el mensaje que les era enviado para proporcionarles gozo, esperanza y
vida.
“Consideramos que los judíos no tienen
excusa porque rechazaron y crucificaron a Cristo. Pero los mensajes que el Señor envía hoy con frecuencia son recibidos de
una manera similar a la forma en que los judíos recibieron el mensaje de Cristo.
Si la enseñanza del Señor no armoniza
con las opiniones de los hombres, la
ira domina a la razón y los hombres le facilitan el juego al enemigo oponiéndose
a los mensajes que envía el Señor. Satanás los usa como afilados
instrumentos para oponerse al progreso de la verdad” (Comentario Bíblico Adventista,
tomo 5, págs. 1064, 1065).
“De una manera más amplia, estaba entrando en el conflicto de su
vida. Aunque era el Príncipe de
Paz, su venida iba a ser como el acto de desenvainar una espada” (El
Deseado de Todas las Gentes, pág. 85).
EL EVANGELIO COMO UNA “ESPADA”
3. Si el evangelio es un mensaje de paz, ¿por
qué no es recibido por todas las naciones que anhelan paz? Juan 3:19; 10:25-27.
Y esta es la
condenación: que la luz vino
al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Jesús les respondió: Os
lo he dicho, y no creéis; las
obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os
he dicho. Mis ovejas oyen mi
voz, y yo las conozco, y me siguen.
“‘Gloria en las alturas a Dios, y en la
tierra paz, buena voluntad para con los hombres.’ (S. Lucas 2:14.) Hay contradicción aparente entre estas
declaraciones proféticas y las palabras de Cristo: ‘No vine a traer paz, sino espada’ (S. Mateo 10:34. V.M.). Pero
si se las entiende correctamente, se nota armonía perfecta entre ellas.
El Evangelio es un mensaje de paz. El cristianismo es un sistema que, de
ser recibido y practicado, derramaría paz, armonía y dicha por toda la tierra.
La religión de Cristo unirá en estrecha fraternidad a todos los que acepten sus
enseñanzas. La misión de Jesús consistió
en reconciliar a los hombres con Dios, y así a unos con otros; pero el
mundo en su mayoría se halla bajo el dominio de Satanás, el enemigo más encarnizado de Cristo. El Evangelio presenta a los hombres
principios de vida que contrastan por completo con sus hábitos y deseos, y por
esto se rebelan contra Él. Aborrecen
la pureza que pone de manifiesto y condena sus pecados, y persiguen y dan muerte a quienes los instan
a reconocer sus sagrados y justos requerimientos. Por esto, es decir, por los odios y disensiones que
despiertan las verdades que trae consigo, el Evangelio se llama una espada”
(El
Conflicto de los Siglos, págs. 50, 51).
PAZ PERFECTA
4. ¿Qué herencia confió Jesús a sus discípulos
antes de irse? Juan 14:27.
La paz os
dejo, mi
paz os doy; yo no os la doy
como el mundo la da. No se
turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
“La paz que Cristo denomina su paz y la
que Él legó a sus discípulos no es la que evita todas las divisiones, sino es la paz que se brinda y se
disfruta en medio de las disensiones. La paz que siente el fiel defensor de la causa de Cristo es el
conocimiento de que está haciendo la voluntad de Dios y relejando su gloria
por medio de las buenas obras. Es una
paz interna, más bien que externa. Afuera hay guerras y luchas por la
oposición de enemigos declarados, y aun la frialdad y desconfianza de los que afirman
ser amigos” (Alza tus Ojos, pág. 218).
“Los que aceptan la palabra de Cristo al
pie de la letra, y entregan su alma a su custodia, y su vida para que Él la
ordene, hallarán paz y quietud. Ninguna
cosa del mundo puede entristecerlos cuando Jesús los alegra con su presencia.
En la perfecta aquiescencia hay descanso
perfecto. El Señor dice: ‘Tú le guardarás en completa paz, cuyo
pensamiento en ti persevera; porque en ti se ha confiado’” (El
Deseado de Todas las Gentes, pág. 298).
5. Si deseamos esta paz, ¿qué debemos hacer? Mateo 11:28, 29; Isaías 26:3; Salmo
119:165.
Venid a mí
todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi
yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón;
y hallaréis descanso para vuestras almas.
Tú guardarás en completa paz a aquel
cuyo pensamiento en ti persevera; porque
en ti ha confiado. Mucha paz tienen los que aman tu ley, Y no
hay para ellos tropiezo.
“Quien consienta en renunciar al pecado y
abra el corazón al amor de Cristo participará de esta paz celestial. “No hay otro fundamento para la paz. La gracia de Cristo, aceptada en el
corazón, vence la enemistad, apacigua la lucha y llena el alma de amor. El
que está en armonía con Dios y con su
prójimo no sabrá lo que es la desdicha. No habrá envidia en su corazón ni su imaginación albergará el mal; allí no podrá existir el odio.
El corazón que está de acuerdo con Dios participa de la paz del cielo y esparcirá a su alrededor
una influencia bendita. El espíritu de
paz se asentará como rocío sobre los corazones cansados y turbados por la lucha
del mundo (El Discurso Maestro de Jesucristo, págs. 27, 28).
6. ¿Es posible perder esta paz celestial? ¿Cómo?
En un caso tal, ¿cómo se puede encontrar de nuevo? Isaías 59:1, 2; 1 Juan 2:1; Romanos 5:1.
He aquí
que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha
agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro
Dios, y vuestros pecados han
hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír. Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis;
y si alguno hubiere pecado, abogado
tenemos para con el Padre, a Jesucristo
el justo. Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por
medio de nuestro Señor Jesucristo.
“La vida de cada hombre testifica
acerca de la verdad de las palabras de la Escritura: ‘Los impíos son como la mar en tempestad, que no puede
estarse quieta.... No hay paz,
dijo mi Dios, para los impíos.’ El
pecado ha destruido nuestra paz. Mientras
el yo no está subyugado, no podemos hallar descanso” (El Deseado de Todas las Gentes,
pág. 302).
“El sentimiento del pecado ha envenenado
las fuentes de la vida; pero Cristo
dice: ‘Yo llevaré vuestros pecados; yo os daré paz. Os compré con mi sangre. Sois míos. Mi gracia
fortalecerá vuestra voluntad debilitada; os libraré del remordimiento de
vuestro pecado.’ Cuando os asalten las
tentaciones, cuando os veáis
envueltos en perplejidad y cuidados, cuando, deprimidos y desalentados, estéis a punto de ceder a la
desesperación, mirad a Jesús y las tinieblas que os rodeen se
desvanecerán ante el resplandor de su presencia. Cuando el pecado contiende por dominar vuestra alma y agobia vuestra
conciencia, mirad al Salvador. Su gracia basta para vencer el pecado.
Vuélvase hacia Él vuestro agradecido corazón que tiembla de incertidumbre.
Echad mano de la esperanza que os es propuesta. Cristo aguarda para adoptarnos en su familia. Su fuerza auxiliará vuestra flaqueza; os guiará paso a paso. Poned
vuestra mano en la suya, y dejaos guiar por Él” (El Ministerio de Curación, págs.
56, 57).
BIENAVENTURADOS LOS PACIFICADORES
7. ¿Nos encontramos entre los pacificadores? Si
lo estamos, ¿cuál será nuestra experiencia? Mateo 5:9.
Bienaventurados
los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
“Los seguidores de Cristo son enviados al
mundo con el mensaje de paz. Quienquiera
que revele el amor de Cristo por la influencia inconsciente y silenciosa de una
vida santa; quienquiera que incite a los demás, por palabra o por hechos, a renunciar al pecado y entregarse a
Dios, es un pacificador.
“‘Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios’. El espíritu de paz es prueba de su
relación con el cielo. El dulce
sabor de Cristo los envuelve. La
fragancia de la vida y la belleza del carácter revelan al mundo que son hijos
de Dios. Sus semejantes reconocen que han estado con Jesús” (El
Discurso Maestro de Jesucristo, pág. 28).
MEDITACIÓN
“‘Bienaventurados los
pacificadores.’ La paz de
Cristo nace de la verdad. Está
en armonía con Dios. El mundo
está en enemistad con la ley de Dios; los
pecadores están en enemistad con su Hacedor; y como resultado, están en enemistad unos con
otros. Pero el salmista declara: ‘Mucha
paz tienen los que aman tu ley; y no hay para ellos tropiezo.’ Los
hombres no pueden fabricar la paz. Los planes humanos, para la purificación y
elevación de los individuos o de la sociedad, no lograrán la paz, porque no
alcanzan al corazón. El único poder
que puede crear o perpetuar la paz verdadera es la gracia de Cristo. Cuando ésta esté implantada en el corazón,
desalojará las malas pasiones que causan luchas y disensiones” (El
Deseado de Todas las Gentes, pág. 270).
ESTUDIO PERSONAL
·
Isaías
32:17
“Han de seguir ‘lo que hace a la paz,’ pero la verdadera paz no puede obtenerse
traicionando los buenos principios. Y ningún hombre puede ser fiel a
estos principios sin excitar oposición. Un
cristianismo espiritual recibirá la oposición de los hijos de la desobediencia.
Pero Jesús dijo a sus discípulos: ‘No
temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar.’ Los que
son fieles a Dios no necesitan temer el poder de los hombres ni la enemistad de
Satanás” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 322, 323).
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