“… Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
El
que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su
vientre” Juan 7:37, 38.
LEVANTANDO LA MIRADA
1. ¿Qué significativo incidente presentó a Israel una verdad básica y central
del evangelio? ¿Entendió el pueblo el significado del pecado y el modo por el
que se puede regresar a Dios? Números 20:11; 21:7-9.
Entonces alzó Moisés su mano y golpeó la peña con
su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus
bestias. Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: Hemos
pecado por haber hablado contra Jehová, y contra ti; ruega a Jehová que quite
de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró por el pueblo. Y
Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla
sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá. Y
Moisés
hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y cuando alguna
serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía.
“Dios
indicó a Moisés que hiciese una serpiente de bronce y la colocase en alto en
medio de la congregación. Luego se pregonó por todo el campamento que todos los
que mirasen a la serpiente vivirían. El pueblo sabía muy bien que en sí misma la
serpiente no tenía poder de ayudarle. Era un símbolo de Cristo.
Así
como la imagen de la serpiente destructora fue alzada para sanar al pueblo,
un
ser ‘en semejanza de carne de pecado’ iba a ser el Redentor de la humanidad.
Muchos de los israelitas consideraban que el ceremonial de los sacrificios
tenía virtud en sí mismo para libertarlos del pecado. Dios deseaba enseñarles
que no tenía más valor que la serpiente de bronce. Debía dirigir su atención al
Salvador. Ya fuese para curar sus heridas, o perdonar
sus pecados, no podían hacer nada por sí mismos, sino manifestar su fe en el
don de Dios. Habían de mirar y vivir” (Deseado Todas las Gentes, pág.
146).
2.
¿Cuándo esta ilustración fue una realidad y cumplió lo que el pueblo experimentó
en el desierto? Juan 3:14; 19:17, 18.
Y como Moisés levantó la serpiente en el
desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado. Y
él, cargando
su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota; y
allí
le crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio.
“A
pesar de nuestra indignidad, siempre hemos de tener en cuenta que hay Uno que
puede quitar el pecado, y salvar al pecador. Todo pecado reconocido delante de
Dios con un corazón contrito, Él lo quitará. Esta fe es la vida de la
iglesia. Como la serpiente fue levantada por Moisés en el desierto,
y se pedía a todos los que habían sido mordidos por las serpientes ardientes
que miraran y vivieran, también el Hijo del hombre debía ser levantado, para
que ‘todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna’” (Testimonios
para Ministros, pág. 90).
“En su
jornada a través del desierto, los hijos de Israel eran protegidos por
Dios de las serpientes venenosas; pero llegó el tiempo cuando, por
causa de la transgresión, la impenitencia y obstinación de Israel, el Señor
retrajo su poder restringente de los reptiles, y muchas personas fueron
mordidas y murieron. Fue entonces cuando la serpiente de
bronce fue levantada, para que todos los que se arrepentían y la miraban con fe
vivieran” (Testimonios para la Iglesia, tomo 8, pág.
25).
EL PROFETA QUE VENDRÍA
3.
¿Qué profecía anunció Moisés que dio esperanza al pueblo? Deuteronomio
18:15, 18; Hechos 7:37.
Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te
levantará Jehová tu Dios; a él oiréis. Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como
tú; y
pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare.
Este Moisés es el que dijo a los hijos de Israel: Profeta os levantará el Señor
vuestro Dios de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis.
“Mediante
Moisés, Dios recordaba constantemente a Israel su propósito de enviar a su Hijo
como redentor de la humanidad caída. En una ocasión, poco antes de
su muerte, Moisés declaró: ‘Profeta en medio de ti, de tus hermanos, como yo,
te levantará Jehová tu Dios: a Él oiréis’. Moisés había recibido instrucciones claras
en favor de Israel concernientes a la obra del Mesías venidero. Las
palabras que Jehová dirigió a su siervo fueron: ‘Profeta les suscitaré de en
medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y Él les
hablará todo lo que yo le mandare’ (Deut. 18:15, 18)” (Profetas y Reyes, pág.
504).
LA ROCA HERIDA Y EL AGUA DE LA VIDA
4.
¿Qué sucedió en el desierto cuando el pueblo estaba muy sediento? Éxodo
17:5, 6. ¿A quién representaban en verdad el agua y la roca del desierto? Juan
7:37-39.
Y Jehová dijo a Moisés: Pasa
delante del pueblo, y toma contigo de los ancianos de Israel; y toma también en
tu mano tu vara con que golpeaste el río, y ve. He aquí que yo estaré
delante de ti allí sobre la peña en Horeb; y golpearás la peña, y saldrán de
ella aguas, y beberá el pueblo. Y Moisés lo hizo así en presencia
de los ancianos de Israel. En el último y gran día de la fiesta, Jesús
se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El
que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua
viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen
en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido
aún glorificado.
“El
sacerdote había cumplido esa mañana la ceremonia que conmemoraba la acción de
golpear la roca en el desierto. Esa roca era un símbolo de Aquel que por
su muerte haría fluir raudales de salvación a todos los sedientos. Las
palabras de Cristo eran el agua de vida. Allí en presencia de la
congregada muchedumbre se puso aparte para ser herido, a fin de que el agua de
la vida pudiese fluir al mundo. Al herir a Cristo, Satanás pensaba destruir
al Príncipe de la vida; pero de la roca herida fluía agua viva.
Mientras Jesús hablaba al pueblo, los corazones se conmovían con una extraña
reverencia y muchos estaban dispuestos a exclamar, como la mujer de Samaria:
‘Dame esta agua, para que no tenga sed’” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 417).
“El
Salvador utilizó este servicio simbólico para dirigir la atención del pueblo a
las bendiciones que Él había venido a traerles” (El
Deseado de Todas las Gentes, pág. 437).
5.
¿Por quién fue golpeada y herida la Roca verdadera? Isaías 53:4, 5.
Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió
nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y
abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones,
molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y
por su llaga fuimos nosotros curados.
“La
roca herida era una figura de Cristo, y mediante este símbolo se
enseñan las más preciosas verdades espirituales. Así como las aguas
vivificadoras fluían de la roca herida, de Cristo, ‘herido de Dios y abatido,’
‘herido...
por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados,’ fluye la corriente de la salvación para una
raza perdida. Como la roca fue herida una vez, así
también Cristo había de ser ‘ofrecido una vez para agotar los pecados de muchos’
(Isa.
53:4, 5; Heb. 9:28)” (Patriarcas y Profetas, pág. 436).
6.
¿Percibió Israel la Roca espiritual? ¿Qué desea Dios que sus hijos
entiendan y crean? 1 Corintios 10:4, 5; Hechos 3:19, 20.
Y todos bebieron la misma bebida espiritual;
porque
bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo.
Pero de
los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron
postrados en el desierto. Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean
borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del
Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os
fue antes anunciado.
“De la roca
que Moisés hirió, brotó primeramente el arroyo de agua viva que refrescó a
Israel en el desierto. Durante todas sus peregrinaciones, doquiera
fuese necesario, un milagro de la misericordia de Dios les proporcionó agua.
Pero las aguas no siguieron fluyendo de Horeb. Dondequiera que les hacía
falta agua en su peregrinaje, fluía de las hendiduras de las rocas y corría al lado
de su campamento.
“Cristo
era quien, por el poder de su palabra, hacía fluir el arroyo refrescante para
Israel. ‘Bebían de la piedra espiritual que los
seguía, y la piedra era Cristo’. Él era la fuente de todas las
bendiciones, tanto temporales como también espirituales. Cristo, la
Roca verdadera, los acompañó en toda su peregrinación. ‘No tuvieron sed cuando
los llevó por los desiertos; hízoles correr agua de la piedra; cortó la peña, y
corrieron aguas’. ‘Abrió la peña, y fluyeron aguas; corrieron por los secadales como un
río’ (1 Cor. 10:4; Isa.48:21; Sal. 105:41)” (Patriarcas y Profetas, pág.
436).
“El
Salvador continúa realizando hoy la misma obra que cuando ofreció el agua de
vida a la mujer samaritana. Los que se llaman sus discípulos pueden
despreciar y rehuir a los parias; pero el amor de Él hacia los hombres no se
deja desviar por ninguna circunstancia de nacimiento, nacionalidad, o condición
de vida. A toda alma, por pecaminosa que sea, Jesús dice: ‘Si
me pidieras, yo te daría el agua de la vida’” (El Deseado de Todas las Gentes,
pág. 165).
NUESTRA ESPERANZA
7. ¿Terminó la vida de Moisés en el sepulcro? ¿Qué relatan las Escrituras en
relación a su entrada en el país celestial? ¿Qué representa su muerte para
nosotros? Deuteronomio 31:14; 34:1, 5, 6; Mateo 17:2, 3.
Y Jehová dijo a Moisés: He aquí se ha acercado el día de
tu muerte; llama a Josué, y esperad en el tabernáculo de reunión para que yo le
dé el cargo. Fueron, pues, Moisés y Josué, y esperaron en el tabernáculo de
reunión. Subió Moisés de los campos de Moab al monte Nebo, a la cumbre del Pisga,
que está enfrente de Jericó; y le mostró Jehová toda la tierra de Galaad
hasta Dan. Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab,
conforme al dicho de Jehová. Y lo enterró en el valle, en la tierra de
Moab, enfrente de Bet-peor; y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy.
Y se
transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus
vestidos se hicieron blancos como la luz. Y he aquí les aparecieron Moisés y
Elías, hablando con él.
“Moisés
pasó bajo el dominio de la muerte, pero no permaneció en la tumba. Cristo
mismo le devolvió la vida. Satanás, el tentador, había pretendido el
cuerpo de Moisés por causa de su pecado; pero Cristo el Salvador lo sacó del
sepulcro” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 390).
“En
el monte de la transiguración, Moisés atestiguaba la victoria de Cristo sobre
el pecado y la muerte. Representaba a aquellos que saldrán del
sepulcro en la resurrección de los justos. Elías, que
había sido trasladado al cielo sin ver la muerte, representaba a aquellos que
estarán viviendo en la tierra cuando venga Cristo por segunda vez” (D.T.G.,
pág. 390).
“Somos
llamados a representar ante el mundo el carácter de Dios tal como fue revelado
a Moisés. En respuesta a la oración de Moisés: ‘Ruégote que me muestres tu
gloria’, el Señor prometió: ‘Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro’.
‘Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: Jehová, Jehová, fuerte,
misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en benignidad y verdad;
que guarda la misericordia en millares, que perdona la iniquidad, la rebelión,
y el pecado’ (Éxo. 33:18, 19; 34:6, 7). Tal es el fruto que Dios desea
de su pueblo. Por la pureza de su carácter y la santidad de su vida, por su
misericordia y amor compasivo, han de demostrar que la ‘ley de Jehová es
perfecta, que vuelve el alma’ (Sal. 19:7)” (Joyas de los Testimonios, tomo
2, págs. 478, 479).
MEDITACIÓN
“El propósito de Dios para sus
instituciones hoy puede leerse también en el propósito que trató de
realizar mediante la nación judía. Quería impartir ricas bendiciones a todos
los pueblos por medio de Israel. Así quería preparar el camino para la
difusión de su luz en el mundo entero. Al seguir costumbres corruptas, las
naciones del mundo habían perdido el conocimiento de Dios. Sin embargo,
en su
misericordia Dios no quería raerlas de la existencia. Se proponía
darles oportunidad de conocerle por medio de su iglesia. Quería que los principios
revelados por su pueblo fuesen el medio de restaurar en el hombre la imagen
moral de Dios” (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág.
479). “Si comprendéis cuáles son vuestras necesidades, no dediquéis
todas vuestras facultades a pensar en ellas y a lamentarlas, sino mirad y
vivid. Jesús es nuestro único Salvador; y, sin embargo, millones que necesitan
ser curados, rechazan la misericordia que les ofrece… Satanás os sugiere que
sois desvalidos y no podéis bendeciros a vosotros mismos. Es verdad; sois
desvalidos. Pero levantad a Jesús delante de él: ‘Tengo un Salvador. En Él
confío, y nunca permitirá que quede confundido. En su nombre triunfo. Es mi
justicia y mi corona de regocijo...’” (A fin de Conocerle. pág. 114).
Lección 08 - La escuela en el desierto
No hay comentarios:
Publicar un comentario