martes, 10 de enero de 2012

02 | Bienaventurados los que lloran


“Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación” Mateo 5:4.

INTRODUCCIÓN
El llanto al que se alude aquí es la verdadera tristeza de corazón por haber pecado.
Dice Jesús: ‘y yo, si fuere levantado de la tierra a todos atraeré a mí mismo’ Juan 12:32. A medida que una persona se siente persuadida a mirar a Cristo levantado en la cruz, percibe la pecaminosidad del ser humano. Comprende que es el pecado lo que azotó y crucificó al Señor de la gloria. Reconoce que aunque se lo amó con cariño indecible, su vida ha sido un espectáculo continuo de ingratitud y rebelión. Abandonó a su mejor Amigo y abusó del don más precioso del cielo. Él mismo crucificó nuevamente al Hijo de Dios y traspasó otra vez su corazón sangrante y agobiado. Lo separa de Dios un abismo ancho, negro y hondo, y llora con corazón quebrantado.
Ese llanto recibirá ‘consolación’. Dios nos revela nuestra culpabilidad para que nos refugiemos en Cristo y para que por Él seamos librados de la esclavitud del pecado, a fin de que nos regocijemos en la libertad de los hijos de Dios. Con verdadera contrición, podemos llegar al pie de la cruz y depositar allí nuestras cargas(El Discurso Maestro de Jesucristo, pág.14).

LLANTO Y LIMPIEZA
1.   ¿Por qué razón debe llorar cada cristiano? Ezequiel 18:20; Deuteronomio 24:16, última parte; Hechos 3:19; Santiago 4:8-10.
El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él. Cada uno morirá por su pecado. Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.
“‘Bienaventurados los que lloran: porque ellos recibirán consolación’. Por estas palabras, Cristo no enseña que el llorar tiene en sí poder de quitar la culpabilidad del pecado. No sanciona la humildad voluntaria o afectada. El lloro del cual Él habla, no consiste en la melancolía y los lamentos. Mientras nos apesadumbramos por causa del pecado, debemos regocijarnos en el precioso privilegio de ser hijos de Dios.
“A menudo nos apenamos porque nuestras malas acciones nos producen consecuencias desagradables. Pero esto no es arrepentimiento. El verdadero pesar por el pecado es resultado de la obra del Espíritu Santo. El Espíritu revela la ingratitud del corazón que ha despreciado y agraviado al Salvador, y nos trae contritos al pie de la cruz. Cada pecado vuelve a herir a Jesús; y al mirar a Aquel a quien hemos traspasado, lloramos por los pecados que le produjeron angustia. Una tristeza tal nos inducirá a renunciar al pecado (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 267).

2.   ¿Quién es la persona central del esclavo? ¿A qué no quiere renunciar el amo de esclavos? Juan 8:34; Romanos 6:16.
Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?
“El arrepentimiento comprende tristeza por el pecado y abandono del mismo. No renunciaremos al pecado a menos que veamos su pecaminosidad; mientras no lo repudiemos de corazón, no habrá cambio real en la vida. Hay muchos que no entienden” (C.C., pág. 21).
“El mundano puede llamar debilidad a esta tristeza; pero es la fuerza que une al penitente con el Ser infinito mediante vínculos que no pueden romperse. Demuestra que los ángeles de Dios están devolviendo al alma las gracias que se perdieron por la dureza de corazón y la transgresión. Las lágrimas del penitente son tan sólo las gotas de lluvia que preceden al brillo del sol de la santidad. Esta tristeza es precursora de un gozo que será una fuente viva en el alma. ‘Conoce empero tu maldad, porque contra Jehová tu Dios has prevaricado’. ‘No haré caer mi ira sobre vosotros: porque misericordioso soy yo, dice Jehová’ (Jeremías 3:13, 12)” (D.T.G., págs. 267, 268).

CORRECCIÓN Y BENDICIÓN
3.   ¿Qué mensajes envió Dios por medio del profeta Isaías? ¿Qué ministerio llevarán a cabo los fieles siervos de Dios? Isaías 57:15; 66:2.
Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados. Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.
“Y hay consuelo para los que lloran en las pruebas y tristezas. La amargura del pesar y la humillación es mejor que la complacencia del pecado. Por la aflicción, Dios nos revela los puntos infectados de nuestro carácter, para que por su gracia podamos vencer nuestros defectos. Nos son revelados capítulos desconocidos con respecto a nosotros mismos, y nos llega la prueba que nos hará aceptar o rechazar la reprensión y el consejo de Dios.
Cuando somos probados, no debemos agitarnos y quejarnos. No debemos rebelarnos, ni acongojarnos hasta escapar de la mano de Cristo. Debemos humillar nuestra alma delante de Dios. Los caminos del Señor son obscuros para aquel que desee ver las cosas desde un punto de vista agradable para sí mismo. Parecen sombríos y tristes para nuestra naturaleza humana; pero los caminos de Dios son caminos de misericordia, cuyo fin es la salvación.
Elías no sabía lo que estaba haciendo cuando en el desierto dijo que estaba harto de la vida, y rogaba que se le dejase morir. En su misericordia, el Señor no hizo caso de sus palabras. A Elías le quedaba todavía una gran obra que hacer; y cuando su obra fuese hecha, no había de perecer en el desaliento y la soledad del desierto. No le tocaba descender al polvo de la muerte, sino ascender en gloria, con el convoy de carros celestiales, hasta el trono que está en las alturas(El Deseado de Todas las Gentes, pág. 267).

4.   ¿Abandona Dios a alguien? Isaías 49:14-16; Mateo 7:9-11.
NO. Pero Sion dijo: Me dejó Jehová, y el Señor se olvidó de mí. ¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti. He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante de mí están siempre tus muros. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? “Hay también en las palabras del Salvador un mensaje de consuelo para los que sufren aflicción o la pérdida de un ser querido. Nuestras tristezas no brotan de la tierra. Dios ‘no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres’. Cuando Él permite que suframos pruebas y aflicciones, es ‘para lo que nos es provechoso para que participemos de su santidad’. Si la recibimos con fe, la prueba que parece tan amarga y difícil de soportar resultará una bendición. El golpe cruel que marchita los gozos terrenales nos hará dirigir los ojos al cielo. ¡Cuántos son los que nunca habrían conocido a Jesús si la tristeza no los hubiera movido a buscar consuelo en Él!” (El Discurso Maestro de Jesucristo, pág. 14).
“¿Olvidará el Señor a su pueblo en esa hora de prueba? ¿Olvidó acaso al fiel Noé cuando sus juicios cayeron sobre el mundo antediluviano? ¿Olvidó acaso a Lot cuando cayó fuego del cielo para consumir las ciudades de la llanura? ¿Se olvidó de José cuando estaba rodeado de idólatras en Egipto? ¿O de Elías cuando el juramento de Jezabel le amenazaba con la suerte de los profetas de Baal? ¿Se olvidó de Jeremías en el obscuro y húmedo pozo en donde había sido echado? ¿Se olvidó acaso de los tres jóvenes en el horno ardiente o de Daniel en el foso de los leones?
“Sión empero ha dicho: ¡Me ha abandonado Jehová, y el Señor se ha olvidado de mí! ¿Se olvidará acaso la mujer de su niño mamante, de modo que no tenga compasión del hijo de sus entrañas? ¡Aun las tales le pueden olvidar; mas no me olvidaré yo de ti! He aquí que sobre las palmas de mis manos te traigo esculpida’ (Isaías 49:14-16, V.M.) El Señor de los ejércitos ha dicho: ‘Aquel que os toca a vosotros, le toca a Él en la niña de su ojo’ (Zacarías 2:8)” (El Conflicto de los Siglos, pág. 685).

5.   ¿A quién reprende Dios? ¿Qué debemos hacer en todo momento? Apocalipsis 3:19; Hebreos 12:5-11; Job 5:17; Proverbios 3:11, 12.
Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados. He aquí, bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga; Por tanto, no menosprecies la corrección del Todopoderoso. No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, Ni te fatigues de su corrección; Porque Jehová al que ama castiga, Como el padre al hijo a quien quiere.
“Cristo levanta el corazón contrito y reina el alma que llora hasta hacer de ella su morada. “Más cuando nos llega la tribulación, ¡cuántos somos los que pensamos como Jacob!
Imaginamos que es la mano de un enemigo y luchamos a ciegas en la oscuridad, hasta que se nos agota la fuerza, y no logramos consuelo ni rescate. El toque divino al rayar el día fue lo que reveló a Jacob con quién estaba luchando: el Ángel del pacto. Lloroso e impotente, se refugió en el seno del Amor infinito para recibir la bendición que su alma anhelaba.
Nosotros también necesitamos aprender que las pruebas implican beneficios y que no debemos menospreciar el castigo del Señor ni desmayar cuando Él nos reprende.
“‘Bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga... Porque Él es quien hace la llaga, y Él la vendará; Él hiere, y sus manos curan. En seis tribulaciones te librará, y en la séptima no te tocará mal’. A todos los afligidos viene Jesús con el ministerio de curación. El duelo, el dolor y la aflicción pueden iluminarse con revelaciones preciosas de su presencia” (D.M.J., págs. 16, 17).

BAJO EL CONTROL DE CRISTO
6.   ¿Cuál es la condición de una persona nacida de Dios? 1 Juan 3:8, 9; 5:18.
El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca.
“El amor sigue a la fe genuina, y la obediencia al amor. Todas las facultades y pasiones del hombre convertido quedan bajo el dominio de Cristo. Su Espíritu es un poder renovador, que transforma de acuerdo con la imagen divina a todos los que lo reciben… “‘Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado’ (1 Juan 3:9). Comprende que ha sido comprado por la sangre de Cristo y que está comprometido por los votos más solemnes a glorificar a Dios en su cuerpo y en su espíritu, que son del Señor. El amor al pecado y al yo están subyugados en Él. Diariamente pregunta: ‘¿Qué pagaré al Señor por todos sus beneficios para conmigo?’ Señor, ¿qué quieres que haga? ... El verdadero cristiano jamás se queja de que el yugo de Cristo le produce escozor en el cuello. Considera que servir al Maestro constituye la más genuina libertad. La ley de Dios es su delicia.
En lugar de procurar rebajar la norma de los mandamientos divinos para acomodarla a sus propias deficiencias, se esfuerza constantemente por elevar su nivel de perfección(Maranata, págs. 71, 77).

7.   ¿Qué sufrió el Señor Jesús por nosotros? Isaías 63:9, primera parte; 53:3-7.
En toda angustia de ellos él fue angustiado. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.
“Bienaventurados también los que con Jesús lloran llenos de compasión por las tristezas del mundo y se afligen por los pecados que se cometen en él y, al llorar, no piensan en sí mismos. Jesús fue Varón de dolores, y su corazón sufrió una angustia indecible.
Su espíritu fue desgarrado y abrumado por las transgresiones de los hombres. Trabajó con celo consumidor para aliviar las necesidades y los pesares de la humanidad, y se le agobió el corazón al ver que las multitudes se negaban a venir a Él para obtener la vida. Todos los que siguen a Cristo, compartirán también la gloria que será revelada. Estuvieron unidos con Él en su obra, apuraron con Él la copa del dolor, y participan también de su regocijo.
“Por medio del sufrimiento, Jesús se preparó para el ministerio de consolación. Fue afligido por toda angustia de la humanidad, y ‘en cuanto Él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados’. Quien haya participado de esta comunión de sus padecimientos tiene el privilegio de participar, también de su ministerio. ‘Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación’ 2 Corintios 1:5” (El Discurso Maestro de Jesucristo, págs. 17, 18).

VERDADERO CONSUELO
8.   ¿Qué hace posible que el Salvador consuele a los que lloran? Mateo 5:4.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
“Dios no desea que quedemos abrumados de tristeza, con el corazón angustiado y quebrantado. Quiere que alcemos los ojos y veamos su rostro amante. El bendito Salvador está cerca de muchos cuyos ojos están tan llenos de lágrimas que no pueden percibirlo.
Anhela estrechar nuestra mano; desea que lo miremos con fe sencilla y que le permitamos que nos guíe. Su corazón conoce nuestras pesadumbres, aflicciones y pruebas. Nos ha amado con un amor sempiterno y nos ha rodeado de misericordia. Podemos apoyar el corazón en Él y meditar a todas horas en su bondad. Él elevará el alma más allá de la tristeza y perplejidad cotidianas, hasta un reino de paz. “Pensad en esto, hijos de las penas y del sufrimiento, y regocijaos en la esperanza. ‘Esta es la victoria que vence al mundo... nuestra fe’ Juan 5:4.
“El Señor tiene gracia especial para los que lloran, y hay en ella poder para enternecer los corazones y ganar a las almas. Su amor se abre paso en el alma herida y afligida, y se convierte en bálsamo curativo para cuantos lloran. El ‘Padre de misericordias y Dios de toda consolación..., nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios’ (2 Corintios 1:3, 4)” (El Discurso Maestro de Jesucristo, pág. 17).

CONCLUSIÓN
“Dios no acepta la confesión sin sincero arrepentimiento y reforma. Debe haber un cambio decidido en la vida; toda cosa que sea ofensiva a Dios debe dejarse. Esto será el resultado de una verdadera tristeza por el pecado” (El Camino a Cristo, pág. 38).

Lección 02 - Bienaventurados los que lloran

1 comentario:

  1. A VECES POR LA FALTA DE TIEMPO NO SE PUEDE ESTUDIAR A FONDO LA LECCION, PERO BUENO MENOS MAL TENEMOS LAS RESPUESTAS CONCRETAS EN ESTE BLOG. GRACIAS HERMANOS.

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