“La
reconciliación mutua de los hermanos
es la obra para la cual se estableció el rito del lavamiento de los pies.
Por el ejemplo de nuestro Señor y
Maestro, esta ceremonia
humillante ha sido convertida en una ordenanza sagrada. Cuandoquiera que se celebre, Cristo está
presente por medio de su Santo Espíritu. Es este Espíritu el que trae
convicción a los corazones. “Al celebrar
Jesús este rito con sus discípulos, la convicción se apoderó de todos, menos de Judas. Así también nos poseerá la convicción mientras Cristo
hable a nuestros corazones. Las fuentes del alma serán depuradas. La mente será vigorizada y, surgiendo a
la actividad y la vida, quebrantará toda barrera que haya causado desunión y
descarrío. Los pecados que han sido cometidos aparecerán con mayor
distinción que nunca antes; pues el Espíritu Santo los traerá a nuestro
recuerdo. Las palabras de Cristo: “Si
sabéis estas cosas, bienaventurados seréis, si las hiciereis”, se verán
revestidas de nuevo poder” (Review and Herald, 4 de noviembre de 1902; El evangelismo, pág. 203)
AMAD HASTA EL ÚLTIMO MOMENTO
1......¿Qué es lo que siempre motivó los sentimientos y acciones
de Jesús para con sus discípulos? ¿Qué hizo Él hasta el fin?
Juan 13:1.- Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo
Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como
había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.
“Cristo sabía que
para él había llegado el tiempo de partir del mundo e ir a su Padre.
Y habiendo amado a los suyos que
estaban en el mundo, los amó
hasta el fin. Estaba ahora en la
misma sombra de la cruz, y el dolor
torturaba su corazón. Sabía que
sería abandonado en la hora de su entrega. Sabía que se le daría muerte por el más humillante procedimiento
aplicado a los criminales. Conocía la ingratitud y crueldad
de aquellos a quienes había venido a
salvar. Sabía cuán grande era el
sacrificio que debía hacer, y para cuántos
sería en vano. Sabiendo todo lo que le esperaba, habría sido natural que
estuviese abrumado por el pensamiento de su propia humillación y sufrimiento.
Pero miraba como suyos a los doce que
habían estado con él y que, pasados
el oprobio, el pesar y los
malos tratos que iba a soportar, habían
de quedar a luchar en el mundo. Sus
pensamientos acerca de lo que él mismo debía sufrir estaban siempre relacionados con sus
discípulos. No pensaba en sí
mismo. Su cuidado por ellos
era lo que predominaba en su ánimo” (El Deseado de todas las gentes,
pág. 599).
SIRVIENDO Y LIMPIANDO A SUS DISCÍPULOS
2......Sabiendo que era tiempo de dejarlos, ¿qué hizo Jesús
cuando estuvieron juntos?
Juan
13:2-5.- (2)
Y cuando cenaban, como el diablo ya había puesto en el corazón de
Judas Iscariote, hijo de Simón, que
le entregase, (3)
sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba,
(4) se levantó de la cena, y se quitó su manto,
y tomando una toalla, se la ciñó. (5) Luego puso
agua en un lebrillo, y comenzó a
lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido.
“Era costumbre, en ocasión de una fiesta, que un
criado lavase los pies de los huéspedes, y en esa ocasión se habían hecho preparativos para este servicio. La jarra, el lebrillo y la toalla
estaban allí, listos para el lavamiento de los pies; pero no había siervo presente, y les tocaba a los discípulos cumplirlo.
Pero cada uno de los discípulos, cediendo al orgullo herido, resolvió no desempeñar el papel de
siervo… Por su silencio, se
negaban a humillarse.
“¿Cómo iba Cristo a llevar a estas pobres almas adonde Satanás no
pudiese ganar sobre ellas una victoria decisiva? ¿Cómo podría mostrarles que el mero profesar ser discípulos no los
hacía discípulos, ni les aseguraba un lugar en su reino? ¿Cómo podría mostrarles que es el servicio amante y la verdadera
humildad lo que constituye la verdadera grandeza? ¿Cómo habría de encender
el amor en su corazón y habilitarlos
para entender lo que anhelaba explicarles?...
“Esta acción abrió los ojos de los discípulos… Así expresó Cristo su amor por sus
discípulos” (El Deseado de todas
las gentes, págs. 600, 601).
UNA NUEVA COMPRENSIÓN
3......Maravillado de lo que el Señor estaba haciendo por sus
discípulos, ¿qué dijo Pedro cuando Jesús se acercó a él para lavar sus pies?
¿Comprendió lo que Jesús estaba haciendo?
Juan
13:6, 7.- (6)
Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? (7) Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después.
“Cuando llegó el turno de Pedro, éste exclamó con asombro: ‘¿Señor, tú me lavas los pies?’ La condescendencia de Cristo quebrantó su corazón. Se sintió lleno de vergüenza al
pensar que ninguno de los discípulos cumplía este servicio. ‘Lo que yo hago–dijo Cristo, –tú no entiendes ahora; mas lo entenderás después’.
Pedro no podía soportar el ver a su
Señor, a quien creía ser Hijo de
Dios, desempeñar un papel de
siervo. Toda su alma se rebelaba
contra esta humillación. No
comprendía que para esto había venido Cristo al mundo. Con gran
énfasis, exclamó: ‘¡No me lavarás los
pies jamás!’” (El Deseado de todas
las gentes, pág. 602).
“Cuando se ve a Dios como realmente es, brilla la bendita verdad con una luz nueva y más clara. Se esfuma con los brillantes rayos del
Sol de Justicia lo que mantenía a la mente en perplejidad. Y, sin
embargo, habrá muchas cosas que no comprenderemos; pero tenemos la bendita
seguridad de que lo que no conocemos ahora, lo sabremos más allá” (Mensajes selectos, tomo 1, pág.
216).
UNA LIMPIEZA MAYOR
4......¿Fue el lavamiento de pies de los discípulos de Jesús un
acto de cortesía, o tuvo un significado mucho más profundo? ¿Sin la limpieza
espiritual, es posible tener comunión y estar conectado con Jesús?
Juan
13:8-11.- (8)
Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no
te lavare, no tendrás parte conmigo. (9) Le dijo Simón
Pedro: Señor, no sólo mis pies,
sino también las manos y la cabeza. (10) Jesús le
dijo: El que está lavado, no
necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros
limpios estáis, aunque no todos.
(11) Porque sabía quién le iba a entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos.
“Solemnemente, Cristo dijo a Pedro: “Si no te lavare, no tendrás parte
conmigo”. El servicio que Pedro
rechazaba era figura de una
purificación superior. Cristo
había venido para lavar el corazón de la mancha del pecado. Al negarse a permitir a Cristo que le lavase
los pies, Pedro rehusaba la
purificación superior incluida en la inferior. Estaba realmente rechazando a su Señor. No es humillante
para el Maestro que le dejemos obrar nuestra purificación. La verdadera humildad consiste en recibir con corazón agradecido
cualquier provisión hecha en
nuestro favor, y en prestar
servicio para Cristo con fervor.
Al oír las palabras, ‘si no te lavare, no tendrás parte conmigo’,
Pedro renunció a su orgullo y
voluntad propia. No podía
soportar el pensamiento de estar separado de Cristo; habría significado la muerte para él. ‘No sólo mis pies –dijo– más aun las manos y la cabeza. Dícele Jesús: El que está lavado, no necesita sino que lave los pies, mas está
todo limpio’” (El Deseado de todas
las gentes, pág. 602).
UN EJEMPLO ÚNICO
5......¿Cuán habitual es para un maestro o señor servir a sus
discípulos o siervos? Más allá de lo que pensemos de este servicio, ¿qué pide
el Señor que hagamos cada uno de nosotros?
Juan
13:12-14.- (12) Así que,
después que les hubo lavado los pies,
tomó su manto, volvió a la mesa, y les
dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho?
(13) Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís
bien, porque lo soy. (14) Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado
vuestros pies, vosotros
también debéis lavaros los pies los unos a los otros.
“‘Todos vosotros sois hermanos’. Como hermanos estamos
identificados con Cristo y el uno con el otro. Como hermanos somos idénticos a Cristo, y a
través de su gracia, idénticos el uno
con el otro. Y cuando lavamos
los pies de los seguidores de Cristo, es como si estuviésemos tocando en realidad al Hijo de Dios. Realizamos este acto porque Cristo nos
dijo que lo hiciéramos, y Cristo
mismo está entre nosotros. Su
Espíritu Santo hace la obra de unir los corazones. Para llegar a ser uno con Cristo requiere
abnegación y sacrificio propio a cada paso.
La ejecución de la orden de humildad requiere un auto
examen.
Los nobles principios del alma son
fortalecidos en cada una de estas ocasiones. Cristo vive en nosotros, y
esto atrae corazón a corazón. Somos
llevados a amarnos como hermanos, a ser amables, tiernos,
corteses en el servicio diario, teniendo
corazones que pueden sentir la aflicción del otro” (Carta 210, 1899; Seventh-day Adventist Bible Commentary,
tomo 5, pág. 1139).
6......¿Fue el servicio especial que Jesús realizó por sus
discípulos uno que sólo Él podía hacer o fue un ejemplo para todos sus
seguidores? ¿Qué sucederá si seguimos su maravilloso ejemplo?
Juan
13:15-17.- (15) Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. (16) De
cierto, de cierto os digo: El siervo
no es mayor que su señor, ni
el enviado es mayor que el que le envió. (17) Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las
hiciereis.
“Así expresó Cristo su amor por sus discípulos. El espíritu egoísta de ellos le llenó de
tristeza, pero no entró en
controversia con ellos acerca de la dificultad. En vez de eso, les dio un ejemplo que nunca olvidarían.
Su amor hacia ellos no se perturbaba
ni se apagaba fácilmente. Sabía que el
Padre había puesto todas las cosas en sus manos, y que él provenía de
Dios e iba a Dios. Tenía plena
conciencia de su divinidad; pero había
puesto a un lado su corona y vestiduras reales, y había tomado forma de siervo. Uno de los últimos actos de su vida en la tierra
consistió en ceñirse como siervo y
cumplir la tarea de un siervo” (El Deseado de todas las gentes, pág. 601).
“La humildad es un principio activo que se desarrolla de una concientización cabal
del gran amor de Dios, y siempre se demostrará a través de la forma en
que obra. Participando de la
ordenanza del lavamiento de pies, demostramos
que estamos dispuestos a realizar este acto de humildad. Estamos haciendo lo mismo que Cristo hizo,
pero no ha de hablarse de esto como un acto de humillación. Es un acto que simboliza la condición de
la mente y el corazón” (Carta 210, 1899; Seventh-day Adventist Bible Commentary, tomo 5, pág.
1139).
LAVANDO LA ENAJENACIÓN, LOS CELOS Y EL ORGULLO
7......Cuando pensamos en el lavamiento de los pies de los
discípulos de Jesús, ¿qué purificación viene a la mente? ¿qué impureza debe ser
quitada de todos los que entrarán al reino del Señor?
1
Juan 2:1, 2.- (1)
Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no
pequéis; y si alguno
hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.
(2) Y él es la propiciación por nuestros
pecados; y no solamente por los
nuestros, sino también por los de
todo el mundo.
Apocalipsis
1:5.- Y de Jesucristo
el testigo fiel, el primogénito
de los muertos, y el soberano de
los reyes de la tierra. Al que nos
amó, y nos lavó de nuestros
pecados con su sangre.
“…Jesús… deseó por este
mismo acto lavar el enajenamiento, los
celos y el orgullo de sus corazones. Esto era mucho más importante que lavar sus polvorientos pies.
Con el espíritu que entonces
manifestaban, ninguno de ellos
estaba preparado para tener comunión con Cristo. Hasta que fuesen puestos en un estado de humildad
y amor, no estaban preparados
para participar en la cena pascual, o del servicio recordativo que Cristo estaba por instituir. Sus corazones debían ser limpiados. El orgullo y el egoísmo crean disensión
y odio, pero Jesús se los
quitó al lavarles los pies. Se realizó
un cambio en sus sentimientos. Mirándolos, Jesús pudo decir: ‘Vosotros limpios estáis’. Ahora sus corazones estaban unidos por el amor mutuo. Habían llegado a ser humildes y
a estar dispuestos a ser enseñados…
“Como Pedro y sus hermanos, nosotros también hemos sido lavados en la
sangre de Cristo, y sin embargo
la pureza del corazón queda con frecuencia contaminada por el contacto con el
mal. Debemos ir a Cristo
para obtener su gracia purificadora. Pedro
rehuía el poner sus pies contaminados en contacto con las manos de su Señor y
Maestro; pero ¡con cuánta frecuencia ponemos en contacto con el corazón de
Cristo nuestros corazones pecaminosos y contaminados! ¡Cuán penosos le resultan nuestro mal genio, nuestra vanidad y
nuestro orgullo! Sin embargo, debemos
llevarle todas nuestras flaquezas y contaminación. Él es el único que
puede lavarnos. No estamos preparados para la comunión con él a menos que
seamos limpiados por su eficacia” (El Deseado de todas las gentes, págs. 602, 603).
PREGUNTAS DE REFLEXIÓN
¿Es
nuestra responsabilidad proveer sólo limpieza física a nuestra familia y
amistades, o también somos llamados a compartir pureza espiritual?
¿Qué
necesitamos para ser capaces de demostrar a los demás cómo ser espiritualmente
puros?
¿Qué nos
sucederá si estamos dispuestos a participar de este ministerio?
¿Cuáles
son los resultados cuando seguimos el ejemplo de Jesús en su espíritu?
PARA UN ESTUDIO ADICIONAL
“Cuando él, a quien los ángeles adoran, que
era rico en honor, esplendor y gloria, vino a esta tierra y tomó la naturaleza
del hombre, no presentó su
naturaleza excelsa como excusa para mantenerse separado de los desafortunados.
Al hacer su obra se lo vio entre los
afligidos, los pobres, los angustiados y los necesitados. Cristo era la personificación del
refinamiento y la pureza; su
vida y carácter eran elevados; pero
en su ministerio no se lo encontró entre hombres de altisonantes títulos,
ni entre los más honorables de este
mundo, sino con los despreciados
y necesitados. “Viene –dice el
divino Maestro–, a salvar lo que se había perdido”. Sí; la Majestad de los cielos siempre trabajó para
ayudar a los que más necesitaban ayuda. Ojalá que el ejemplo de Cristo haga
que esa clase de gente que está tan centrada en su propio pobre yo que
considera indigno de su refinado gusto y elevada vocación ayudar a los más
desamparados, se avergüence de las excusas que pone para no actuar. Estas
personas se han ubicado por encima de su Señor, y al final se asombrarán cuando
descubran que son más bajos que los más bajos de esa clase con la que sus
personalidades refinadas y sensibles les disgusta mezclarse y por la que les
desagrada trabajar. Es cierto que puede no siempre ser agradable unirse con el
Maestro y llegar a ser cooperadores con él ayudando a la gente más necesitada;
pero ésta es la obra para hacer la cual Cristo se humilló. ¿Es el siervo mayor que su Señor? Él ha dado el ejemplo, y nos insta a que
lo imitemos” (Testimonios para la iglesia, tomo 2, pág. 415).
“Esta ceremonia significa mucho para
nosotros. Dios quiere que
asumamos toda la escena, no sólo el acto de la limpieza externa. Esta
lección no se refiere meramente a ese acto. Debe revelar la gran verdad de que Cristo es un ejemplo de lo que
nosotros a través de su gracia debemos ser en nuestra relación el uno con el
otro. Muestra que toda la vida
debería ser un ministerio humilde y fiel” (Manuscrito 43, 1897; Seventh-day Adventist Bible
Commentary, tomo 5, pág. 1139).
No hay comentarios:
Publicar un comentario