“Cuando Cristo hizo su entrada triunfal en
Jerusalén, el aplauso de la
multitud estaba en su apogeo. Hosannas estaban en boca de la gente, pero el Salvador no sentía gozo… ¡Qué tan profundas debieron haber sido
sus emociones al pensar en la nación que había forjado sus propias cadenas,
sellado su propio destino y reunido bajo la nube de la ira de Jehová!
‘Han resistido desafiantemente todas mis súplicas’, dijo. Una y otra vez he
evitado los cerrojos de la justicia. Con
amor he esperado por vuestro arrepentimiento y penitencia. Como un hombre que carga con su propio
hijo que le sirve, así os he llevado. Sin embargo, no quisisteis venir a mí para que tengáis vida” (Review and Herald, December 3, 1901).
ENTRANDO A LA CIUDAD DE UNA
MANERA HUMILDE
1.
¿Qué petición hizo el Señor a sus discípulos
a medida que se iba acercando a Jerusalén? ¿Qué revelaron estas instrucciones?
Mateo 21:1-3.- Cuando se acercaron a Jerusalén, y vinieron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús
envió dos discípulos, diciéndoles: Id
a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada,
y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos. Y si alguien os dijere algo, decid: El
Señor los necesita; y luego los enviará.
“Como quería entrar cabalgando en Jerusalén, Jesús había enviado a dos de sus discípulos para que le trajesen una
asna y su pollino. Al tiempo de su nacimiento, el Salvador dependió de
la hospitalidad de los extraños. El pesebre en el cual yaciera era un lugar de
descanso prestado. Y ahora, aunque le
pertenecían los millares de animales en los collados, dependía de la bondad de un extraño para conseguir un animal en el
cual entrar en Jerusalén como su Rey. Pero de nuevo su divinidad se reveló, aun en las detalladas indicaciones
dadas a sus discípulos respecto a su diligencia. ‘El Señor los ha menester’ fue atendida de buena gana. Jesús escogió para su uso un pollino
sobre el cual nunca se había sentado nadie.
“Con alegre entusiasmo, los discípulos extendieron sus vestidos sobre
la bestia y sentaron encima a su Maestro. En ocasiones anteriores, Jesús había viajado siempre a pie, y los
discípulos se extrañaban al principio de que decidiese ahora ir cabalgando”
(El Deseado de Todas las Gentes, pág. 523).
2.
¿Qué imagen dio Jesús a sus discípulos, a la
gente y a los líderes con su entrada triunfal a la ciudad? De acuerdo con la
profecía, ¿qué le daría Él a las personas?
Zacarías 9:9.- Alégrate
mucho, hija de Sion; da
voces de júbilo, hija de Jerusalén; he
aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno,
sobre un pollino hijo de asna.
Mateo 21:4, 5.- Todo
esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando
dijo: Decid a la hija de Sion: He aquí, tu Rey viene a ti, manso, y sentado
sobre una asna, sobre un pollino, hijo de animal de carga.
Juan 12:16.- Estas
cosas no las entendieron sus discípulos al principio; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces
se acordaron de que estas cosas estaban escritas acerca de él, y de que se las
habían hecho.
“Cristo seguía la costumbre de los judíos en cuanto a una entrada real.
El animal en el cual cabalgaba era el
que montaban los reyes de Israel, y
la profecía había predicho que así vendría el Mesías a su reino. No bien se hubo sentado sobre el pollino
cuando una algazara de triunfo hendió el aire. La multitud le aclamó como Mesías, como su Rey. Jesús aceptaba ahora el homenaje que nunca
antes había permitido que se le rindiera, y los discípulos recibieron esto como una prueba de que se realizarían sus gozosas esperanzas y le
verían establecerse en el trono” (D.T.G., pág. 524).
REGOCIJO EN SU ENTRADA
3.
¿Qué regocijo se escuchó en este momento de
su ministerio por los discípulos y la multitud?
Mateo 21:6-8.- Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó; y trajeron el asna y el pollino, y
pusieron sobre ellos sus mantos; y él se sentó encima. Y la multitud, que era muy numerosa,
tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las
tendían en el camino.
Lucas 19:37.- Cuando llegaban ya
cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios
a grandes voces por todas las maravillas que habían visto.
“Esas voces son acalladas por un clamor de triunfo. Es muchas veces repetido por la ansiosa muchedumbre;
es recogido por el pueblo a gran distancia, y repercute en las colinas y los
valles circunvecinos. Y ahora la
procesión es engrosada por las muchedumbres de Jerusalén. De las multitudes reunidas para asistir a la
Pascua, miles salen para dar la bienvenida
a Jesús. Le saludan agitando
palmas y prorrumpiendo encantos sagrados.
“Nunca antes en su vida terrenal había permitido Jesús una
demostración semejante… Deseaba
llamar la atención al sacrificio que había de coronar su misión en favor de un
mundo caído. Mientras el pueblo estaba reunido en Jerusalén para celebrar
la Pascua, él, el verdadero Cordero de Dios representado por los sacrificios
simbólicos, se puso aparte como una oblación… Era necesario, entonces, que los ojos de todo el pueblo se dirigieran ahora
a él; los sucesos precedentes a
su gran sacrificio debían ser tales que llamasen la atención al sacrificio
mismo” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 525).
4.
¿Cómo fue recibido y alabado por la multitud?
¿Quién más fue elogiado por los milagros que habían presenciado?
Mateo 21:9-11.- Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del
Señor! ¡Hosanna en las
alturas! Cuando entró él en
Jerusalén, toda la ciudad se
conmovió, diciendo: ¿Quién es
éste? Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de
Galilea.
Lucas 19:37.- Y cuando llegaban ya
cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios
a grandes voces por todas las maravillas que habían visto,
“Este día, que parecía a los discípulos el día culminante de su propia existencia,
habría sido obscurecido con nubes muy
tenebrosas si ellos hubiesen sabido que esta escena de regocijo no era sino
un preludio de los sufrimientos y la muerte de su Señor. Aunque repetidas veces les había hablado de su
seguro sacrificio, sin embargo,
en el alegre triunfo presente, olvidaron
sus tristes palabras, y miraron adelante a su próspero reinado sobre el trono
de David. Nunca antes había
visto el mundo tal escena de triunfo. No se parecía en nada a la de los famosos conquistadores de la tierra…
Pero alrededor del Salvador estaban los
gloriosos trofeos de sus obras de amor por los pecadores. Los cautivos que
él había rescatado del poder de Satanás alababan a Dios por su liberación.
Los ciegos a quienes había
restaurado la vista abrían la marcha. Los
mudos cuya lengua él había desatado voceaban las más sonoras alabanzas.
Los cojos a quienes había
sanado saltaban de gozo y eran los más
activos en arrancar palmas para hacerlas ondear delante del Salvador” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 526).
NO TODOS ESTABAN SATISFECHOS
5.
¿Cuál fue la actitud de algunos de los
fariseos cuando veían a Jesús exaltado como un rey? ¿Qué le dijeron que hiciera?
Lucas 19:38, 39.- Diciendo: ¡Bendito el
rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas!
Entonces algunos de los fariseos de
entre la multitud le dijeron: Maestro,
reprende a tus discípulos.
“Muchos fariseos eran testigos de la escena y, ardiendo de envidia y malicia, procuraron cambiar la corriente del
sentimiento popular. Con toda su
autoridad trataron de imponer silencio al pueblo; pero sus exhortaciones y amenazas no hacían sino acrecentar el
entusiasmo. Temían que esa
multitud, por la fuerza del número, hiciera rey a Jesús. Como último recurso, se abrieron paso a través del gentío hasta
donde estaba el Salvador, y se
dirigieron a él con palabras de reprobación y amenazas: ‘Maestro, reprende a tus discípulos’.
Declararon que tan ruidosa demostración era
contraria a la ley, y que no sería permitida por las autoridades” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 527).
VERDADERO REGOCIJO EN EL SEÑOR
6.
Si los discípulos y los niños no alababan al
señor, ¿qué pasaría? ¿Qué significado tiene para nosotros la respuesta de Jesús?
Lucas 19:40.- Él,
respondiendo, les dijo: Os
digo que si éstos callaran, las piedras clamarían.
“Pero fueron reducidos al silencio por la
respuesta de Jesús: ‘Os digo que si éstos callaren, las piedras
clamarán.’ Tal escena de triunfo estaba determinada
por Dios mismo. Había sido predicha
por el profeta, y el hombre era
incapaz de desviar el propósito de Dios. Si los hombres no hubiesen cumplido el plan de Dios, él habría dado
voz a las piedras inanimadas y ellas habrían saludado a su Hijo con
aclamaciones de alabanza. Cuando los
fariseos, reducidos al silencio, se apartaron, miles de voces repitieron las
palabras de Zacarías: ‘Alégrate
mucho, hija de Sión; da voces de júbilo, hija de Jerusalén: he aquí, tu rey vendrá a ti, justo y salvador,
humilde, y cabalgando sobre un asno, así sobre un pollino hijo de asna’ ” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 527).
7.
A pesar de esta cálida bienvenida, ¿por qué
Jesús fue afligido por la condición espiritual de Israel? ¿Cuál es nuestra actitud
espiritual cuando Jesús viene a nosotros?
Lucas 19:41-44.- Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella,
diciendo: ¡Oh, si también tú
conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos.
Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado,
y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus
hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no
conociste el tiempo de tu visitación.
Juan 7:38.- El
que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
Juan 6:47.- De cierto, de cierto
os digo: El que cree en mí, tiene
vida.
“Desde la colina en que andaban Jesús y sus seguidores, el templo ofrecía la apariencia de una
maciza estructura de nieve, con pináculos de oro… Todas las miradas se dirigen al Salvador, esperando ver en su rostro la
admiración que sentían. Pero en
vez de esto, observan una nube de tristeza… Pero esta súbita tristeza era como una nota de lamentación en un gran
coro triunfal. En medio de una
escena de regocijo, cuando todos estaban rindiéndole homenaje, el Rey de Israel lloraba; no silenciosas lágrimas de alegría, sino lágrimas acompañadas de
gemidos de irreprimible agonía… Las
lágrimas de Jesús no fueron derramadas porque presintiera su sufrimiento…. Era la visión de Jerusalén la que traspasaba
el corazón de Jesús: Jerusalén,
que había rechazado al Hijo de Dios y desdeñado su amor, que rehusaba
ser convencida por sus poderosos milagros
y que estaba por quitarle la vida.
El vió lo que era ella bajo la culpabilidad de haber rechazado a su Redentor, y
lo que hubiera podido ser si hubiese aceptado a Aquel que era el único que
podía curar su herida. Había venido a salvarla; ¿cómo podía abandonarla?” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 527, 528).
PARA MEDITAR
“Israel había sido un pueblo favorecido; Dios había hecho del templo
su habitación; era ‘de hermosa perspectiva, el gozo de toda la tierra’. Allí estaba la crónica de más de mil años
de custodia protectora y tierno amor de Cristo, como de un padre que soporta a su hijo único. En aquel templo, los profetas
habían proferido sus solemnes admoniciones. Allí se habían mecido los
incensarios encendidos, de los que el incienso, mezclado con las oraciones de
los adoradores, había ascendido a Dios. Allí
había fluido la sangre de los animales, símbolo de la sangre de Cristo. Allí Jehová había manifestado su gloria
sobre el propiciatorio. Allí los
sacerdotes habían oficiado, y había continuado la pompa de los símbolos y las
ceremonias durante siglos. Pero todo esto debía terminar.
“Si Jerusalén hubiese conocido lo que era su
privilegio conocer, y hecho caso de la luz que el Cielo le había enviado,
podría haberse destacado en la gloria de la prosperidad, como reina de los
reinos, libre en la fuerza del poder dado por su Dios. No habría habido
soldados armados a sus puertas, ni banderas romanas flameando en sus muros. El glorioso destino que podría haber
exaltado a Jerusalén si hubiese aceptado a su Redentor se presentó ante el Hijo
de Dios. Vió que hubiera podido ser sanada por él de su grave enfermedad,
librada de la servidumbre y establecida como poderosa metrópoli de la tierra.
La paloma de la paz hubiera salido de sus muros rumbo a todas las naciones.
Hubiera sido la gloriosa diadema del mundo” (El Deseado de Todas
las Gentes, pág. 529).
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