viernes, 5 de agosto de 2011

06 | Sanidad por medio de un toque



“Muchos consideran la fe como una opinión. La fe salvadora es una transacción, por la cual los que reciben a Cristo se unen en un pacto con Dios. Una fe viva entraña un aumento de vigor y una confianza implícita que, por medio de la gracia de Cristo, dan al alma un poder vencedor. La fe es más poderosa que la muerte para vencer. Si logramos que  los enfermos fijen  sus miradas con  fe en el poderoso Médico, veremos  resultados maravillosos. Esto vivificará tanto al cuerpo como al alma” (El Ministerio de Curación, págs. 40, 41).

AÑOS BUSCANDO SANIDAD
1.   ¿Qué había sufrido una mujer durante doce años sin encontrar alivio? Marcos 5:25, 26.
Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor.
“Mientras se dirigía a la casa del príncipe, Jesús había encontrado en la muchedumbre una pobre mujer que durante doce años había estado sufriendo de una enfermedad que hacía de su vida una carga. Había gastado todos sus recursos en médicos y remedios, con el único resultado de ser declarada incurable” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 311).

2.   ¿Qué creía ella sobre Jesús? Mateo 9:21; Marcos 5:28.
Porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva. Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. 
“Pero sus esperanzas revivieron cuando oyó hablar de las curaciones de Cristo. Estaba segura de que si podía tan sólo ir a Él, sería sanada. Con debilidad y sufrimiento, vino a la orilla del mar donde estaba enseñando Jesús y trató de atravesar la multitud, pero en vano. Luego le siguió desde la casa de Leví Mateo, pero tampoco pudo acercársele. Había empezado a desesperarse, cuando, mientras Él se abría paso por entre la multitud, llegó cerca de donde ella se encontraba” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 311).

LA FE EN ACCIÓN
3.  Al haber oído todo sobre los maravillosos milagros de Jesús, ¿qué hizo? Marcos 5:27
Cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto
Había llegado su áurea oportunidad. ¡Se hallaba en presencia del gran Médico! Pero entre la confusión no podía hablarle, ni lograr más que vislumbrar de paso su figura. Con temor de perder su única oportunidad de alivio, se adelantó con esfuerzo, diciéndose: ‘Si tocare tan solamente su vestido, seré salva’” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 311).

4.   ¿Qué sucedió inmediatamente como consecuencia de su toque de fe? Marcos 5:29; Lucas 8:44.
Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote. Se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre
Y mientras Él pasaba, ella extendió la mano y alcanzó a tocar apenas el borde de su manto; pero en aquel momento supo que había quedado sana. En aquel toque se concentró la fe de su vida, e instantáneamente su dolor y debilidad fueron reemplazados por el vigor de la perfecta salud” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 311).

TESTIFICANDO DE JESÚS Y SU PODER
5.   ¿Qué notó Jesús? Humanamente hablando, ¿era lógica esta pregunta? Marcos 5:30; Lucas 8:45, 46.
Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que con él estaban: Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado? Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí.
“Con corazón agradecido, trató entonces de retirarse de la muchedumbre; pero de repente Jesús se detuvo y la gente también hizo alto. Jesús se dio vuelta, y mirando en derredor preguntó con una voz que se oía distintamente por encima de la confusión de  la multitud: ¿Quién es el que me ha tocado?’ La gente contestó esta pregunta con una mirada de asombro. Como se le codeaba de todos lados, y se le empujaba rudamente de aquí para allá parecía una pregunta extraña.
“Pedro, siempre listo para hablar, dijo: ‘Maestro, la compañía te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es  el que me ha  tocado?’ Jesús contestó: ‘Me ha tocado alguien; porque yo he conocido que ha salido virtud de mí.’ El Salvador podía distinguir el toque de la fe del contacto casual de la muchedumbre desprevenida. Una confianza tal no debía pasar sin comentario. Él quería dirigir a la humilde mujer palabras de consuelo que fuesen para ella un manantial de gozo; palabras que fuesen una bendición para sus discípulos hasta el fin del tiempo” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 311, 312).

6.   ¿De qué manera las palabras del Salvador y su amor hicieron que la mujer que fue sanada diera un testimonio de gratitud? Marcos 5:32, 33; Lucas 8:47.
Pero él miraba alrededor para ver quién había hecho esto. Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado oculta, vino temblando, y postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada.  
Mirando hacia la mujer, Jesús insistió en saber quién le había tocado. Hallando que era vano tratar de ocultarse, ella se adelantó temblorosa, y se echó a los pies de Jesús. Con lágrimas de agradecimiento, relató la historia de sus sufrimientos y cómo había hallado alivio…
Después de sanar a la mujer, Jesús deseó que ella reconociese la bendición recibida. Los dones del Evangelio no se obtienen a hurtadillas  ni se disfrutan en secreto. Así también el Señor nos invita a confesar su bondad. Vosotros pues sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy Dios.
Nuestra confesión de su fidelidad es el factor escogido por el Cielo para revelar a Cristo al mundo. Debemos reconocer su gracia como fue dada a conocer por los santos de antaño; pero lo que será más eficaz es el testimonio de nuestra propia experiencia. Somos testigos de Dios mientras revelamos en nosotros mismos la obra de un poder divino. Cada persona tiene una vida distinta de todas las demás y una experiencia que difiere esencialmente de la suya. Dios desea que nuestra alabanza ascienda a Él señalada por nuestra propia individualidad. Estos preciosos reconocimientos para alabanza de la gloria de su gracia, cuando son apoyados por una vida semejante a la de Cristo, tienen un poder irresistible que obra para la salvación de las almas” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 312, 313).

7.   ¿Qué consuelo y seguridad le dio Jesús a la mujer que temblaba? ¿Qué parte desempeñó su fe en su sanidad? Mateo 9:22; Lucas  8:48; Marcos 5:34. Pregunta personal: ¿Cómo aplicas este principio en tu vida?
Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; vé en paz, y queda sana de tu azote.
“Jesús le dijo amablemente: ‘Hija, tu fe te ha salvado: ve en paz.’ Él no dio oportunidad a que la superstición proclamase que había una virtud sanadora en el mero acto de tocar sus vestidos. No era mediante el contacto exterior con Él, sino por medio de la fe que se aferraba a su poder divino, cómo se había realizado la curación
“Para nuestro propio beneficio, debemos refrescar en nuestra mente todo don de Dios. Así se fortalece la fe para pedir y recibir siempre más. Hay para nosotros mayor estímulo en la menor bendición que recibimos de Dios, que en todos los relatos que podemos leer de la fe y experiencia ajenas. El alma que responda a la gracia de Dios será como un jardín regado. Su salud brotará rápidamente; su luz saldrá en la obscuridad, y la gloria del Señor le acompañará. Recordemos, pues, la bondad del Señor, y la multitud de sus tiernas misericordias. Como el pueblo de Israel, levantemos nuestras piedras de testimonio, e inscribamos sobre ellas la preciosa historia de lo que Dios ha hecho por nosotros.
Y mientras repasemos su trato con nosotros en nuestra  peregrinación, declaremos, con corazones conmovidos por la gratitud: ‘¿Qué pagaré a Jehová por todos sus beneficios para conmigo? Tomaré la copa de la salud, e invocaré el nombre de Jehová. Ahora pagaré mis votos a Jehová delante de todo su pueblo’” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 312, 314).

MEDITACIÓN
“Pero la enferma que lo tocó con fe, quedó curada. Así también en las cosas espirituales, el contacto casual difiere del contacto de la fe. La mera creencia en Cristo como Salvador del mundo no imparte sanidad al alma. La fe salvadora no es un simple asentimiento a la verdad del Evangelio. La verdadera fe es la que recibe a Cristo como un Salvador personal. Dios dio a su Hijo unigénito, para que yo, mediante la fe en Él, ‘no perezca, mas tenga vida eterna’ (S. Juan 3:16, V.M.). Al acudir a Cristo, conforme a su palabra, he de creer que recibo su gracia salvadora. La vida que ahora vivo, la debo vivir ‘en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó a sí mismo por mí’ (Gálatas 2:20)” (El Ministerio de Curación, pág. 40).

ESTUDIO ADICIONAL: El Deseado de Todas las Gentes, págs. 311-315; El Ministerio de la Curación, págs. 42-49.
INVITACIÓN: No tardes más en extender tu mano al poder divino del Salvador y ejercita el toque de la fe.

Lección 06 - Sanidad por medio de un toque

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