“La fe y las obras van de la mano;
actúan armoniosamente en la empresa
de alcanzar la victoria. Las obras
sin fe son muertas, y la fe
sin obras es muerta. Las obras jamás van a salvarnos; son los méritos
de Cristo los que contarán en nuestro favor. Mediante la fe en El, Cristo hará que todos nuestros imperfectos
esfuerzos sean aceptables para Dios. La
fe que se requiere que tengamos no es una fe de no hacer nada; fe salvadora es
la que obra por amor y purifica el alma”. –Fe y Obras, pág.
48.
UN CENTURIÓN SOLIDARIO
1......¿Qué hombre prominente pidió a Jesús que sanara a su
siervo? ¿Qué tan seria era la enfermedad del hombre?
Lucas 7:1, 2.- (1) Después que hubo terminado todas sus palabras al pueblo
que le oía, entró en Capernaum. (2) Y el siervo de un centurión, a quien éste
quería mucho, estaba enfermo y a punto de morir.
“El siervo del centurión había sido herido de parálisis, y estaba a
punto de morir. Entre los
romanos los siervos eran esclavos que se compraban y vendían en los mercados, y
eran tratados con ultrajes y crueldad. Pero el centurión amaba tiernamente a su siervo, y deseaba grandemente
que se restableciese.” –El Deseado de Todas las Gentes, pág.
282.
SOLICITUD DE LA SANACIÓN POR LA FE
2......Habiendo oído hablar del Salvador, ¿por qué mandó el
centurión de Capernaum una delegación a Jesús? Si no hubiera tenido fe en el
poder sanador de Jesús, ¿hubiera mandado él a tales personas con el pedido de
ayuda?
Lucas 7:3, 4.- (3) Cuando el centurión oyó hablar de Jesús, le envió unos
ancianos de los judíos, rogándole que viniese y sanase a su siervo.
(4) Y ellos vinieron a Jesús y le
rogaron con solicitud, diciéndole: Es digno de que le concedas esto.
“Creía que Jesús podría sanarle. No había visto al Salvador, pero los informes que había oído le habían
inspirado fe. A pesar del
formalismo de los judíos, este oficial romano estaba convencido de que tenían
una religión superior a la suya. Ya
había derribado las vallas del prejuicio y odio nacionales que
separaban a los conquistadores de los conquistados. Había manifestado respeto por el servicio de Dios, y demostrado
bondad a los judíos, adoradores de Dios. En la enseñanza de Cristo, según le había sido explicada, hallaba lo que satisfacía la necesidad del
alma. Todo lo que había de espiritual en él respondía a las palabras del
Salvador. Pero se sentía indigno de
presentarse ante Jesús, y rogó a
los ancianos judíos que le pidiesen que sanase a su siervo. Pensaba que
ellos conocían al gran Maestro, y sabrían acercarse a él para obtener su
favor.” –El Deseado de Todas las Gentes, pág. 282.
CONSCIENTE DE SU INDIGNIDAD
3......¿Qué segundo mensaje envió el hombre al Maestro justo
antes que él llegara a su casa? ¿Qué fe firme fue expresada en este mensaje?
Lucas 7:6, 7.- (6) Y Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban
lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole:
Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo;
(7) por lo que ni aun me tuve por
digno de venir a ti; pero dí la palabra, y mi siervo será sano.
“En fe solo somos como niños pequeños aprendiendo a caminar. Como un niño toma sus primeros pasos,
muchas veces tambalea y cae; pero
se levanta otra vez, y finalmente aprende a saber que puede caminar solo.
Debemos aprender como creer en Dios.
No debemos mirar nuestros pensamientos, pero conocer a Dios por fe viva. Mirad
al centurión que vino a Jesús para un ejemplo de fe viva. Él vino a Cristo rogándole, y diciendo: ‘Señor, mi criado está postrado en casa,
paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la
palabra’… “¿Qué tipo de poder pensaba este centurión que estaba
investido en Jesús? Él sabía que era el
poder de Dios. ’” – Review and Herald, 11 de marzo de 1890.
UN BREVE MANDATO ES SUFICIENTE
4......¿Creyó el centurión que el poder sanador de Jesús
funcionaba solamente en la presencia de Jesús o también en su palabra?
Mateo 8:8.- Respondió el centurión y dijo: Señor,
no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado
sanará.
Lucas 7:8.- Porque también yo soy hombre puesto bajo
autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a éste:
Vé, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.
“Como represento el poder de Roma y mis soldados reconocen mi autoridad
como suprema, así tú representas
el poder del Dios infinito y todas las cosas creadas obedecen tu palabra.
Puedes ordenar a la enfermedad que se
aleje, y te obedecerá. Puedes
llamar a tus mensajeros celestiales, y ellos impartirán virtud sanadora. Pronuncia tan sólo la palabra, y mi
siervo sanará.” –El Deseado de Todas las Gentes, pág. 282.
UNA FE INCREÍBLE
5......Asombrado por tan grande fe, ¿qué dijo Jesús a aquellos a
su alrededor?
Lucas 7:9.- Al oír esto, Jesús se maravilló
de él, y volviéndose, dijo a la gente que le seguía: Os
digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe.
“‘…Pero el centurión, nacido en el paganismo y
educado en la idolatría de la Roma imperial, adiestrado como soldado, aparentemente separado de la vida espiritual
por su educación y ambiente, y aún más
por el fanatismo de los judíos y el desprecio de sus propios compatriotas para
con el pueblo de Israel, percibió
la verdad a la cual los hijos de Abrahán eran ciegos. No aguardó para ver
si los judíos mismos recibirían a Aquel que declaraba ser su Mesías. Al resplandecer sobre él “la luz verdadera,
que alumbra a todo hombre que viene a este mundo,” aunque se hallaba lejos, había
discernido la gloria del Hijo de Dios. ” –El Deseado de Todas
las Gentes, pág. 284.
“El centurión vio con el ojo de la fe que los ángeles de Dios que
estaban alrededor de Jesús, y que su
palabra sería encargar a un ángel para ir a la víctima. Sabía que su palabra entraría en la
cámara, y que su sirviente se sanaría. ¡Y cómo Cristo alabó la fe de este hombre! Exclamó: ‘No he hallado tanta
fe, no, ni en Israel.’” –Review and Herald, 11 de marzo de
1890.
SOLICITUD Y RESPUESTA INMEDIATA
6......¿Cuánto tiempo le tomó al Salvador conceder el deseo del
hombre? ¿De qué se dieron cuenta el centurión y sus siervos cuando regresaron a
casa?
Mateo 8:13.- Entonces Jesús dijo al centurión:
Ve, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en
aquella misma hora.
Lucas 7:10.- Y al regresar a casa los que habían
sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo.
“El centurión que deseaba que Cristo fuera y sanara a su siervo se
sentía indigno de que Jesús entrara bajo su techo; su fe en el poder de Cristo era tan fuerte que creía que bastaría
con pedirle tan sólo una palabra para que el milagro fuera obrado. “Jesús alabó la fe en contraste con la duda.
Mostró que los hijos de Israel
tropezarían a causa de su incredulidad, la cual los llevaría a rechazar la gran luz y acabaría con su condenación y
rechazo. Tomás declaró que no
creería sin haber puesto antes su dedo en las llagas de las manos del Señor e
introducir la mano en su costado. Cristo
le dio las pruebas que deseaba y luego reprendió su incredulidad:
‘Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados
los que no vieron y creyeron.’” –Testimonios para la Iglesia, tomo 4,
pág. 230.
HOMBRES Y MUJERES DE FE
7......¿Qué marca la diferencia con el Señor: raza, nacionalidad,
puesto, antepasados, o fe? ¿Dónde se sentarán un día los hijos espirituales de
Abraham, hombres y mujeres de fe?
Gálatas 3:7.- Sabed, por tanto, que los que son de
fe, éstos son hijos de Abraham.
Mateo 8:11.- Y os digo que vendrán muchos del oriente
y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el
reino de los cielos.
“El centurión que deseaba que Cristo fuera y sanara a su siervo se
sentía indigno de que Jesús entrara bajo su techo; su fe en el poder de Cristo era tan fuerte que creía que bastaría
con pedirle tan sólo una palabra para que el milagro fuera obrado. ‘Al oírlo Jesús, se maravilló y dijo a los
que le seguían: ‘De cierto os digo,
que ni aun en Israel he hallado tanta fe. Y os digo que vendrán muchos
del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el
reino de los cielos; más los hijos del
reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes’. Entonces Jesús dijo al centurión: ‘Ve, y
como creíste, te sea hecho’. Y su criado fue sanado en aquella misma hora.”
“Jesús alabó la fe en contraste con la duda. Mostró que los hijos de Israel tropezarían
a causa de su incredulidad, la cual los llevaría a rechazar la gran luz y acabaría con su
condenación y rechazo.” –Testimonios para la Iglesia, tomo 4, pág. 230.
MEDITACIÓN
- ¿Esperaríamos naturalmente tal fe de una persona que tenía poca luz y no pertenecía al pueblo de Dios?
- ¿Por qué tantos judíos se opusieron y rechazaron a Jesús mientras que un pagano como este centurión creyó fácilmente en él?
- Cuándo leemos una promesa en la palabra de Dios, ¿estamos dispuestos a creerla inmediatamente, tal como este centurión creyó en la palabra de Jesús?
ESTUDIO ADICIONAL
Los
Hechos de los Apóstoles, pág. 86.
“Muchos estiman que la fe es una opinión.
La fe salvadora es una transacción
por la cual los que reciben a Cristo se unen con Dios mediante un pacto.
La fe genuina es vida. Una fe viva significa un aumento de
vigor, una confianza implícita por la cual el alma llega a ser una potencia
vencedora. –El Deseado de Todas las Gentes, pág. 312.
“La fe y las obras nos mantendrán
equilibrados y nos darán el éxito en la tarea de perfeccionar el carácter
cristiano. Jesús dice: “No todo
el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre
que está en los cielos”. Mateo 7:21. –Fe y Obras, pág.
49.
“‘…Los hombres que profesan ser seguidores de
Cristo parecen pensar que tienen la libertad de recibir o rechazar a los
siervos del Señor según su deseo y conveniencia sin que por ello sean
considerados responsables de sus acciones. La
incredulidad y la oscuridad los dominan. Sus sentidos están adormecidos por la incredulidad. Violan sus conciencias y se vuelven
infieles a sus convicciones, a la
vez que su fuerza moral se debilita. Ven a los demás en la misma luz que
ellos están.” –Testimonios para la Iglesia, tomo 4, pág. 231.
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