“¿Cómo iba Cristo a llevar a estas pobres almas adonde Satanás no pudiese
ganar sobre ellas una victoria decisiva? ¿Cómo podría mostrarles que el mero profesar ser discípulos no los hacía
discípulos, ni les aseguraba un lugar
en su reino? ¿Cómo podría mostrarles que es el servicio amante y la verdadera humildad lo que constituye la
verdadera grandeza? ¿Cómo habría de encender el amor en su corazón y
habilitarlos para entender lo que anhelaba explicarles?” (Deseado Todas
las Gentes, pág. 601).
CONEXIÓN CON ALMAS QUE BUSCAN A JESÚS
1.....¿Cuál era el deseo de algunos griegos que vinieron a
adorar en la fiesta? ¿Existen hoy en día muchos que quieren encontrarse con
Jesús y oír su mensaje?
Juan 12:20-22.-
Había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta.
Estos, pues, se acercaron a Felipe,
que era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: Señor, quisiéramos ver a Jesús. Felipe fue y se lo dijo a Andrés; entonces Andrés
y Felipe se lo dijeron a Jesús.
“Cristo
estaba acercándose a la consumación de su obra. El gran suceso que concernía no sólo a la nación judía, sino al mundo
entero, estaba por acontecer. Cuando Cristo
oyó la ferviente petición: ‘Querríamos
ver a Jesús’, repercutió para
él como un eco del clamor del mundo hambriento, su rostro se iluminó y dijo: ‘La
hora viene en que el Hijo del hombre ha de ser glorificado’. En la petición de los griegos vio una
prenda de los resultados de su gran sacrificio.
“Así también estos griegos, representando a las naciones, a las tribus y a los
pueblos del mundo, vinieron a ver a Jesús. Así también la gente de todas las tierras y de todas las edades iba
a ser atraída por la cruz del Salvador. Y así ‘vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham, e Isaac y Jacob,
en el reino de los cielos’ (Mateo 8:11)” (El Deseado de
Todas las Gentes, pág. 575).
INTRODUCIENDO EL PLAN DE DIOS
2.....¿Qué dijo Jesús cuando introdujo el tema más importante al
pueblo? ¿Qué es lo que vio en el interés de aquellos que vinieron a buscarle?
Juan
12:23.- Jesús les respondió
diciendo:
Ha llegado la hora para que el Hijo
del Hombre sea glorificado.
“Había
llegado la hora de la glorificación de Cristo. Estaba en la sombra de la cruz, y la pregunta de los griegos le mostró que el sacrificio que estaba
por hacer traería muchos hijos e hijas a Dios. Él sabía que los griegos le verían pronto en una situación que no
podían soñar… Cristo sabía que su
reino sería perfeccionado al hacer él esta propiciación por los pecados de los
hombres, y que se extendería por todo el mundo. Él iba a obrar como Restaurador y su espíritu prevalecería… En estos extranjeros, vio la garantía de
una gran siega, para cuando el muro de separación entre judíos y gentiles fuese
derribado, y todas las naciones,
lenguas y pueblos oyesen el mensaje de salvación. Expresó esta expectativa de
la consumación de sus esperanzas en las palabras: ‘La hora viene en que el Hijo del hombre ha de ser glorificado’.
Pero la manera en que debía realizarse esta glorificación no se apartaba nunca
del pensar de Cristo. La reunión de
los gentiles había de seguir a su muerte que se acercaba. Únicamente por su muerte podía salvarse
el mundo. Como el grano de
trigo, el Hijo de Dios debía ser arrojado en tierra y morir y ser sepultado;
pero volvería a vivir” (Deseado Todas las Gentes, pág. 576).
LA NECESIDAD DE LA MUERTE
3.....¿Qué le sigue a la muerte? ¿Qué ilustración de la
naturaleza usó Jesús para describir los abundantes frutos que su muerte
produciría?
Juan
12:24.- De cierto, de cierto
os digo,
que si el grano de trigo no cae en la
tierra y muere, queda solo;
pero si muere, lleva mucho fruto.
“Cristo
presentó lo que le esperaba y lo ilustró por las cosas de la naturaleza,
a fin de que los discípulos pudiesen
comprenderlo. El verdadero resultado
de su misión iba a ser alcanzado por su muerte. ‘De cierto, de cierto
os digo —dijo—, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, él solo
queda; más si muriere, mucho fruto lleva’. Cuando
el grano de trigo cae en el suelo y muere, brota y lleva fruto. Así también la muerte de Cristo iba a
resultar en frutos para el reino de Dios. De acuerdo con la ley del reino vegetal, la vida iba a ser el resultado
de su muerte. “El grano de trigo
que conserva su propia vida no puede producir fruto. Permanece solo. Cristo podía, si quería, salvarse de la
muerte. Pero si lo hubiese hecho,
habría tenido que permanecer solo. No
podría haber conducido hijos e hijas a Dios. Únicamente por la entrega de su vida podía impartir vida a la
humanidad. Únicamente cayendo
al suelo para morir, podía llegar a ser la simiente de una vasta mies: la gran
multitud que de toda nación, tribu, lengua y pueblo será redimida para Dios”
(El Deseado
de Todas las Gentes, págs. 576, 577).
4.....De acuerdo con esta explicación, ¿cuál es el principio de
la conservación? ¿Cuál es el resultado cuando se vive para uno mismo?
Juan
12:25.- El que ama su vida, la
perderá;
y el que aborrece su vida en este
mundo, para vida eterna la guardará.
Pregunta para meditar:
¿Era
sólo Jesús el que tenía que morir, o lo mismo debe suceder con nuestras
tendencias pecaminosas?
“Con
esta verdad, Cristo relaciona la
lección de sacrificio propio que todos deben aprender: ‘El que ama su vida, la perderá; y el que
aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará’. Todos los que quieran producir frutos
como colaboradores de Cristo deben caer primero en el suelo y morir. La vida debe ser echada en el surco de la
necesidad del mundo. El amor y el
interés propios deben perecer. La
ley del sacrificio propio es la ley de la conservación. El labrador conserva su grano
arrojándolo lejos. Así sucede en
la vida humana. Dar es vivir.
La vida que será preservada es la que
se haya dado libremente en servicio a Dios y al hombre. Los que por amor a Cristo sacrifican su
vida en este mundo, la conservarán para la eternidad. “La vida dedicada al yo es como el grano que
se come. Desaparece, pero no hay aumento. Un hombre puede juntar para sí todo lo posible; puede vivir, pensar
y hacer planes para sí; pero su vida pasa y no le queda nada. La ley del servicio propio es la ley de la
destrucción propia” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 577, 578).
SERVICIO Y DISCIPULADO
5.....¿Qué está implícito en el verdadero discipulado? ¿Es
suficiente la comunión parcial? ¿Qué seguirá naturalmente al discipulado
consagrado?
Juan
12:26.- Si alguno me sirve,
sígame;
y donde yo estuviere, allí también estará
mi servidor. Si alguno me
sirviere, mi Padre le honrará.
“Si
alguno me sirve —dijo Jesús—, sígame: y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le
honrará’. Todos los que han
llevado con Jesús la cruz del sacrificio, compartirán con él su gloria. El gozo de Cristo, en su humillación y
dolor, consistía en saber que sus discípulos serían glorificados con Él.
Son el fruto de su sacrificio propio.
El desarrollo de su propio carácter y
espíritu en ellos es su recompensa, y será
su gozo por toda la eternidad. Este
gozo lo comparten ellos con Él a medida que el fruto de su trabajo y
sacrificio se ve en otros corazones y vidas. Son colaboradores con Cristo, y el Padre los honrará como honra a su
Hijo” (El
Deseado de Todas las Gentes, pág. 578).
CONTEMPLANDO EL SACRIFICIO
6.....¿Qué carga abrumadora comenzó el Salvador a sentir en ese
momento? ¿Solamente dónde podría encontrar ayuda para la prueba tan difícil que
se aproximaba?
Juan
12:27.- Ahora está turbada mi
alma;
¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora?
“El
mensaje dirigido a los griegos, al predecir la reunión de los gentiles, hizo
recordar a Jesús toda su misión. La
obra de la redención pasó delante de él, abarcando desde el tiempo en que el plan fue trazado en el cielo
hasta su muerte, ahora tan cercana. Una nube misteriosa pareció rodear al Hijo de Dios. Su lobreguez fue sentida por los que
estaban cerca de él. Quedó él arrobado en sus pensamientos. Por fin, rompió el silencio su voz
entristecida que decía: Ahora
está turbada mi alma; ¿y qué
diré? Padre, sálvame de esta hora.’
Cristo estaba bebiendo anticipadamente la
copa de amargura. Su humanidad
rehuía la hora del desamparo cuando, según todas las apariencias, sería
abandonado por Dios mismo, cuando todos le verían azotado, herido de Dios y
abatido. Rehuía la exposición en
público, el ser tratado como el peor de los criminales y una muerte ignominiosa.
Un presentimiento de su conflicto con
las potestades de las tinieblas, el peso de la espantosa carga de la transgresión humana y de la ira
del Padre a causa del pecado, hicieron desmayar a Jesús, y la palidez de la muerte cubrió su rostro”
(El
Deseado de Todas las Gentes, pág. 578).
7.....¿De qué estaba Jesús plenamente consciente en el
cumplimiento de Su misión? Él necesitaba la ayuda de su Padre, así que ¿cuánto
más nosotros debemos pedir esa ayuda para hacer frente a nuestras pruebas y
cumplir Su misión?
Juan
12:27, última parte.- Más para esto he
llegado a esta hora.
“Luego
vino la sumisión divina a la voluntad de su Padre. ‘Por esto — dijo—, he venido en esta hora. Padre,
glorifica tu nombre’. Únicamente
por la muerte de Cristo podía ser derribado el reino de Satanás. Únicamente así podía ser redimido el hombre
y Dios glorificado. Jesús
consintió en la agonía, aceptó el sacrificio. El Rey del cielo consintió en
sufrir como portador del pecado” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 579).
PARA MEDITAR
“Hay quienes profesan santidad, quienes declaran que están completamente con el Señor, quienes pretenden tener derecho a las promesas de Dios,
mientras rehúsan prestar obediencia a
sus mandamientos. Dichos transgresores
de la ley quieren recibir todas las cosas que fueron prometidas a los hijos de
Dios; pero eso es presunción de
su parte, por cuanto Juan nos dice
‘el que dice: Yo le conozco, y no
guarda sus mandamientos, el
tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su
palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto
sabemos que estamos en él. El que dice que permanece en él, debe andar como él
anduvo. Jesús dice ‘he guardado los mandamientos de mi
Padre, y permanezco en su amor’. Juan 15:10. La obediencia es la prueba del discipulado. ‘No todo el que me dice: Señor, Señor,
entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que
está en los cielos’ (Mateo 7:21)” (Gospel Workers [1892],
págs. 226, 227).
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