He pasado en mi mente
por los viejos caminos
del ayer de mis
ansias,
y los veo muy solos
como hijos sin padre,
como huellas sin
lágrimas.
Y he oído sus quejas
llenas de notas trágicas,
rememorando pasos de
actitudes ingratas,
y he pasado por
ellos,
y he llorado por
ellos.
Y he oído sus quejas
de angustias, de injusticias,
de dolor y de muerte.
Hoy, llore porque vi pasar mi vida
cargada de recuerdos
y esperanzas
y prometí respeto a
mis recuerdos
Pero al mismo tiempo quede agradecido
a mi Dios todo
poderoso,
pues ha permitido
que conozca esta
hermosa fe,
por la que he
resistido
el trajinar de un
camino escabroso.
Y así, me aferro a la
vida,
y trato de olvidar la
incomprensión,
parece que para mí no
hay cabida
que me lleva a la
desesperación.
Pero nuevamente miro
a mi salvador,
y le ruego que me dé
siempre su amor,
para olvidarme del
absurdo dolor,
y orar por la
Juventud por su gracia y candor.
Amén
(Guillermo Castillo Gallardo)
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