“El gran Capitán de nuestra salvación ha
vencido en nuestro favor, para que a través de él podamos ser vencedores, si así lo queremos.
Pero Cristo no salva a nadie en
contra de su decisión; no
obliga a nadie a obedecer. Hizo
el sacrificio infinito para que podamos vencer en su nombre y para que su justicia nos sea imputada” (Testimonios
para la Iglesia, tomo 3, pág. 501).
VICTORIA
1.....Para ser victorioso, ¿qué es indispensable para
el soldado cristiano vestido de la armadura de Dios?
Efesios
6:18.- Orando en todo tiempo
con toda oración y súplica en el Espíritu,
y velando en ello con toda perseverancia y súplica por
todos los santos.
Filipenses
4:6, 7.- (6) Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y
ruego, con acción de gracias.
(7) Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
1 Juan 5:4,
5.- (4) Porque todo lo que es nacido de Dios vence al
mundo; y esta es la victoria
que ha vencido al mundo, nuestra
fe. (5) ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
“Sólo velando en oración y mediante el ejercicio de una fe viviente, el cristiano puede conservar su integridad en medio de las tentaciones
que Satanás arroja sobre él. ‘Esta es
la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe’ 1 Juan 5:4. Hablen constantemente a su corazón el
lenguaje de la fe: ‘Jesús dijo
que me recibiría, y yo creo
en su palabra. Lo alabaré y
glorificaré su nombre’. Satanás estará cerca, a nuestro lado, para
sugerirnos que no sintamos gozo alguno. Contestémosle: ‘Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe’. Todo me hace feliz porque soy un hijo de
Dios. Confío en Jesús.
La ley de Dios está en mi corazón;
en ninguno de mis pasos resbalaré” (Recibiréis
Poder, pág. 362).
2.....¿A través de quién se obtendrá la victoria
prometida? ¿Qué maravillosa visión vio la mensajera del Señor?
1 Corintios
15:57.- Mas gracias sean dadas a Dios,
que nos da la victoria por medio de
nuestro Señor Jesucristo.
Salmos
108:13.- En Dios haremos proezas, y él hollará a nuestros enemigos.
“Vi en visión dos ejércitos empeñados en terrible conflicto. Una hueste iba guiada por banderas
que llevaban la insignia del mundo; la otra, por el estandarte teñido en sangre del Príncipe
Emanuel. Estandarte tras
estandarte quedaban arrastrados en el polvo, mientras que una compañía tras otra del ejército del
Señor se unía al enemigo, y tribu
tras tribu de las filas del enemigo se unía con el pueblo de Dios observador de
los mandamientos. Un ángel
que volaba por el medio del cielo puso
el estandarte de Emanuel en muchas manos, mientras que un poderoso general clamaba con voz fuerte:
‘Acudid a las filas. Ocupen sus posiciones ahora los
que son leales a los mandamientos de
Dios y al testimonio de Cristo. Salid
de entre ellos y separaos, y no
toquéis lo inmundo, que yo os
recibiré, y os seré por Padre y me seréis por hijos e hijas. Acudan todos los que quieran en auxilio de
Jehová, en auxilio de Jehová contra los poderosos’.
“El Capitán de nuestra salvación ordenaba la batalla y mandaba refuerzos
a sus soldados. Su fuerza se
manifestaba poderosamente y los
alentaba a llevar la batalla hasta las puertas. Les enseñó cosas terribles en justicia, mientras que, venciendo y determinado a vencer, los
conducía paso a paso” (Testimonios para la Iglesia, tomo 8, pág. 48).
PROMESAS PARA LOS
VENCEDORES
3.....¿A qué méritos recurrirá el soldado cristiano a
los propios o a la justicia de Cristo?
Apocalipsis
12:11.- Y ellos le han vencido por
medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.
Efesios
2:4-9.- (4) Pero Dios, que es rico en misericordia,
por su gran amor con que nos amó,
(5) aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo
(por gracia sois salvos), (6) y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares
celestiales con Cristo Jesús, (7) para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia
en su bondad para con nosotros en
Cristo Jesús. (8) Porque por gracia sois salvos por medio de la
fe; y esto no de vosotros,
pues es don de Dios; (9) no por obras, para que nadie se gloríe.
“El que está intentando alcanzar el cielo por sus propias obras
al guardar la ley, está intentando un imposible. El hombre no puede ser salvado sin la
obediencia, pero sus obras no deben ser propias. Cristo debe efectuar en él tanto el querer como el hacer la buena
voluntad de Dios... Todo lo que el hombre pueda hacer sin Cristo está
contaminado con egoísmo y pecado, pero lo que se efectúa mediante la fe es
aceptable ante Dios. El alma hace
progresos cuando procuramos ganar el cielo mediante los méritos de Cristo.
Contemplando a Jesús, el autor y consumador de nuestra fe, podemos proseguir de fortaleza en
fortaleza, de victoria en victoria” (La Maravillosa Gracia
de Dios, pág. 177).
“En lo más íntimo de nuestro ser deberíamos darnos cuenta de que todos nuestros esfuerzos son totalmente
inútiles por ellos mismos, pues sólo
en el nombre y por la fuerza del Conquistador es que podremos ser vencedores”
(Recibiréis Poder, pág. 371).
4.....¿Con qué estarán revestidos los vencedores?
¿Qué maravillosa promesa les ha dado Jesús?
Apocalipsis
3:5.- El que venciere será
vestido de vestiduras blancas; y no
borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.
Mateo 10:32.- A cualquiera, pues, que me
confiese delante de los hombres, yo
también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.
“El vencedor será cubierto con el manto blanco de la justicia de
Cristo, y se dice de él: ‘Y no
borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi
Padre, y delante de sus
ángeles’. ¡Oh, qué privilegio
ser vencedores, y que nuestros
nombres sean presentados ante el Padre por el mismo Salvador! Y cuando
como vencedores estemos vestidos ‘de
vestiduras blancas’, el Señor
reconocerá nuestra fidelidad tan ciertamente como en los días de la
iglesia cristiana primitiva él reconoció que había ‘unas pocas personas en Sardis’ que no habían ‘manchado sus vestiduras’. Entonces, caminaremos con él vestidos de blanco,
por cuanto por medio de su sacrificio
expiatorio seremos tenidos por dignos” (Recibiréis Poder,
pág. 366).
LA RECOMPENSA
5.....¿Dónde se sentarán los vencedores? ¿Qué
emblemas de victoria e insignia real les ofrece Jesús?
Apocalipsis
3:21; 15:2; 7:9.- (3:21) Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono,
así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.
(15:2) Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego;
y a los que habían alcanzado la victoria
sobre la bestia y su imagen, y su
marca y el número de su nombre, en pie
sobre el mar de vidrio, con las
arpas de Dios. (7:9) Después de esto miré, y
he aquí una gran multitud,
la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas,
que estaban delante del trono y en la
presencia del Cordero, vestidos
de ropas blancas, y con palmas en las manos.
“Antes de entrar en la ciudad de Dios, el Salvador confiere a sus discípulos los emblemas de la victoria,
y los cubre con las insignias de su
dignidad real. Las huestes
resplandecientes son dispuestas
en forma de un cuadrado hueco
en derredor de su Rey, cuya majestuosa
estatura sobrepasa en mucho a la de los santos y de los ángeles, y cuyo
rostro irradia amor benigno sobre
ellos. De un cabo a otro de la innumerable hueste de los redimidos, toda mirada está fija en él, todo ojo contempla la gloria de
Aquel cuyo aspecto fue desfigurado ‘más
que el de cualquier hombre, y su forma más que la de los hijos de Adam’.
“Sobre la cabeza de los vencedores,
Jesús coloca con su propia diestra la
corona de gloria. Cada cual
recibe una corona que lleva su propio ‘nombre nuevo’ (Apocalipsis
2:17), y la inscripción: ‘Santidad
a Jehová’. A todos se les pone en
la mano la palma de la victoria y el arpa brillante. Luego que los
ángeles que mandan dan la nota, todas
las manos tocan con maestría las cuerdas de las arpas, produciendo dulce
música en ricos y melodiosos acordes. Dicha
indecible estremece todos los corazones, y cada voz se eleva en alabanzas de agradecimiento. ‘Al que nos amó, y nos ha lavado de
nuestros pecados con su sangre, y nos
ha hecho reyes y sacerdotes para Dios
y su Padre; a él sea gloria e
imperio para siempre jamás’ Apocalipsis 1:5, 6” (El Conflicto de los
Siglos, pág. 628).
6.....Cuando la gran tribulación haya finalizado,
¿qué bienvenida recibirán en las cortes celestiales los resucitados de los
muertos en Cristo y los santos vivos?
Mateo 25:34.- Entonces el Rey dirá a los de su derecha:
Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros
desde la fundación del mundo.
“En aquel día los redimidos resplandecerán en la gloria del Padre y del
Hijo. Tocando sus arpas de
oro, los ángeles darán la
bienvenida al Rey y a los trofeos de
su victoria... Se elevará un canto
de triunfo que llenará todo el cielo. Cristo habrá vencido. Entrará
en los atrios celestiales acompañado
por sus redimidos, testimonios de que su misión de sufrimiento y sacrificio no fue en vano...
“Podemos tener una visión del futuro, de la bienaventuranza en el cielo. En
la Biblia se revelan visiones de la
gloria futura, escenas
bosquejadas por la mano de Dios, las cuales son muy estimadas por su iglesia. Por la fe podemos estar en el umbral de la
ciudad eterna, y oír la
bondadosa bienvenida dada a los que en esta vida cooperaron con Cristo,
considerándose honrados al sufrir por su causa. Cuando se expresen las
palabras: ‘Venid, benditos de mi
Padre’ (Mateo 25:34), pondrán
sus coronas a los pies del Redentor, exclamando: ‘El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder y riquezas y
sabiduría, y fortaleza y honra y gloria y alabanza... Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la bendición, y la honra, y
la gloria, y el poder, para
siempre jamás’ Apocalipsis 5:12, 13” (La Maravillosa Gracia
de Dios, págs. 355, 349)
EL CANTO DE
VICTORIA
7.....¿Qué triunfante visión describió el profeta de
Patmos?
Apocalipsis
15:2, 3.- (2) Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los
que habían alcanzado la victoria
sobre la bestia y su imagen, y su
marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios. (3) Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor
Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos.
“¿Qué sostuvo al Hijo de Dios en su vida de
pruebas y sacrificios? Vio los
resultados del trabajo de su alma y fue saciado. Mirando hacia la eternidad, contempló
la felicidad de los que por su humillación obtuvieron el perdón y la vida
eterna. Su oído captó la aclamación de los redimidos. Oyó a los rescatados cantar el himno de
Moisés y del Cordero” (La Maravillosa Gracia de Dios, pág. 349).
“¡Qué canto será aquel cuando los rescatados del Señor se encuentren en las
puertas de la Santa Ciudad, que girarán sobre sus resplandecientes goznes,
y las gentes que hayan guardado su
Palabra—sus mandamientos—entrarán en la ciudad, cuando la corona del vencedor sea colocada sobre
la cabeza de cada uno y sean
puestas arpas de oro en sus manos! Todo el cielo resonará con preciosa música y cantos de alabanza al Cordero.
¡Salvados, eternamente salvados en el
reino de la gloria! Tener una
vida que se mide con la vida de Dios: esa es la recompensa” (La
Segunda Venida y el Cielo, pág.170).
ESTUDIO ADICIONAL
“Vamos hacia
la patria. El que nos amó al punto de morir por nosotros, nos ha edificado una
ciudad. La Nueva Jerusalén es nuestro lugar de descanso. No habrá tristeza en
la ciudad de Dios. Nunca más se oirá el llanto ni la endecha de las esperanzas
destrozadas y de los afectos tronchados. Pronto las vestiduras de pesar se
trocarán por el manto de bodas. Pronto presenciaremos la coronación de nuestro
Rey. Aquellos cuya vida quedó escondida con Cristo, aquellos que en esta tierra
pelearon la buena batalla de la fe, resplandecerán con la gloria del Redentor
en el reino de Dios” (Joyas de los Testimonios, tomo 3, págs. 433, 434).
“Agradezcamos a Dios con corazón, alma y voz; aprendamos a
acercarnos a él como por una puerta abierta, creyendo que podemos acceder ante
su presencia libremente con nuestras peticiones, y que él oirá y contestará.
Si tenemos una fe viva en su poder para ayudar, recibiremos fortaleza para
pelear las batallas del Señor con la confiada seguridad de la victoria” (Recibiréis
Poder, pág. 366).
No hay comentarios:
Publicar un comentario